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Miércoles 15 de septiembre de 2010

A 200 años de la Independencia de México

No sólo a los héroes que lucharon con las armas, sino a los idealistas que formaron el plan de liberación


No sólo a los héroes que lucharon con las armas, sino a los idealistas que formaron el plan de liberación

A continuación, Fernando Tejeda Alvarado hace un resumen de los hechos más sobresalientes que dieron paso a la Independencia:

“Madrugada del 16 de septiembre de 1810. La conspiración ha sido descubierta hace apenas un muy corto lapso de tiempo, pues con sus respectivas dificultades, los mexicanos primeros de la insurgencia, apenas han tenido tiempo de poner sobreaviso a los jefes de las Juntas de Querétaro sobre el peligro que, proveniente del Gobierno de la corona española se cierne sobre ellos, poniéndolos inclusive, en peligro de pagar con sus vidas las acciones que sin saberlo aún y de las cuales muchos de ellos morirían ignorándolo, conduciría a México a convertirse en una nación libre del dominio del Gobierno español y daría fin a la época histórica denominada con los nombres indistintos de la Nueva España, Época Colonial, la Colonia en México o simplemente la Colonia.

“La aguas de la incertidumbre sumergirían al País en una lucha que se prolongaría por espacio de once años, pero en la cual aparecerían los héroes mexicanos que pagaron con su vida, no por mezquinos intereses que beneficiaron de manera personal a unos cuantos, como aconteció al concluir el conflicto, sino mexicanos de total espíritu nacionalista, a los que poco importó ofrendar su vida si con ello se lograba el más sagrado de los principios del hombre: La Libertad.

“El cura de Dolores Don Miguel Hidalgo y Costilla, había iniciado la lucha armada seguido por mestizos, criollos y de otras castas surgidas en el México Colonial; todos ellos gente humilde de ciudad, del campo, rancheros, artesanos, sirvientes, esclavos. Situación esta última que desconocería el Hidalgo Libertador desde los albores mismos del inicio de la lucha armada. No fueron la excepción algunos hombres de posición social acomodada en las esferas de la elite colonial, pero que sin embargo, de verdaderos principios morales y mentes abiertas a los valores del hombre, mentes librepensadoras. No así los españoles diseminados a lo largo de todo el territorio colonial y que fieles a la corona española, obligados por sus propios intereses y beneficios obtenidos de la explotación desmesurada del pueblo, de los españoles que fungían dentro de las esferas del Gobierno virreinal y de los mexicanos, por haber nacido en estas tierras de América, traidores a sus raza y a su suelo y que prestaron sus servicios incondicionales por tal de mantener su poder al servicio del enemigo, poco importó a éstos el derramamiento de sangre de sus hermanos de raza y el regar con ella el suelo que les vio nacer. Traidores que la historia se ha encargado de colocarlos en el lugar que les corresponde: el del desmérito.

“A 200 años de haberse iniciado este movimiento armado, por la justicia de la historia y el reconocimiento de quienes se entregaron en beneficio de la colectividad nacional, deben citarse, y es obligación hacer, no sólo a los héroes que lucharon con las armas en las manos, sino a los idealistas que formaron el plan de liberación nacional, de un dominio extranjero y que los Conservadores intentarían repetir en el periodo del Gobierno del Benemérito de la Américas: Benito Juárez; deben citarse, pues igualmente fue su labor desde aquellos que promulgaron las ideas primeras al respecto, ya desde dos años antes de que estallara la guerra: Francisco Primo de Verdad y Ramos y Fray Melchor de Talamantes, el primero de ellos que pagó con su vida tal atrevimiento; deben de recordarse y con respeto los ideólogos de las Juntas de Querétaro donde estuvieron la heroína Josefa Ortiz de Domínguez, Allende y Aldama. A los conspiradores de Valladolid, a las idealistas como Doña Leona Vicario y Gertrudis Bocanegra de Laso de la Vega, y Mariana Rodríguez del Toro y María Luisa Martínez, y a quienes empuñaron las armas y de los que muchos perecieron en el campo de batalla, defendiendo sus ideales y no sus intereses mezquinos; los héroes que destacaron demostrándolo con los hechos y no obtenidos por simples deducciones o conjeturas posteriores: José María Morelos y Pavón, los hermanos Galeana, los Hermanos Bravo, Narciso Mendoza, Francisco Javier Mina, Guadalupe Victoria, el general Vicente Guerrero, verdadero último de los baluartes de la insurgencia nacional y que exigió al propio Iturbide, servidor de los realistas, la Declaración de Independencia de México, o en su defecto, definir tal situación en el campo de batalla.