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Domingo 1ro de agosto de 2010

Aumenta presencia de cárteles en Centroamérica

Ante presiones de México y Colombia buscan sitios con menos capacidad de respuesta para operar


Ante presiones de México y Colombia buscan sitios con menos capacidad de respuesta para operar

San José, Costa Rica— Las escarpadas costas y montañas de América Central, que hacen a la región muy vulnerable a los desastres naturales, ahora contribuyen a otra amenaza, al favorecer que se esté convirtiendo en área de operación de cárteles de drogas ante la presión que sufren en México.

Las autoridades reconocen que los narcotraficantes han incrementado sus acciones en esta región, puente natural entre Sudamérica (donde se producen drogas) y Norteamérica (donde están los consumidores), pese a las múltiples iniciativas para combatirlos.

"Nosotros vemos en general un deterioro de la situación (en el istmo) por indicadores como la violencia, muertes violentas, mayor decomiso de drogas", indicó el canciller de Costa Rica, René Castro.

"Vemos como en los polos de esta región, México y Colombia, conforme se ha acrecentado la lucha contra el crimen organizado, se ha buscado sitios con menos capacidad de respuesta, como los países centroamericanos", declaró Castro.

Las extensas costas con manglares y desembocaduras de ríos han facilitado la tarea a los cárteles, que también se aprovechan de la pobreza para conseguir apoyo de lugareños.

Además, como los narcos pagan a sus colaboradores locales con drogas, la venta al menudeo y el consumo han aumentado incrementando las tasas de violencia y crímenes, que ya eran altas en Guatemala, Honduras y El Salvador.

"Lo que tenemos que aceptar es que todos (los países centroamericanos) hemos visto un recrudecimiento de la violencia", afirmó Castro.

La creciente amenaza ha encendido las alarmas, por lo que en septiembre los cancilleres y ministros de Seguridad del istmo, por encargo de los presidentes, se reunirán en Guatemala a coordinar una estrategia regional.

Mientras tanto, cada país hace sus esfuerzos: la seguridad es el eje del gobierno de Laura Chinchilla en Costa Rica, Panamá rehabilitó bases de la Segunda Guerra Mundial para vigilar zonas apartadas y Guatemala juzga a 14 presuntos miembros del grupo mexicano Los Zetas, ex brazo armado del cártel del Golfo, usando videoconferencias. Para evitar fugas de presos, éstos siguen la audiencia desde la cárcel.

Diariamente hay decomisos de drogas en el istmo, pero nadie sabe cuantos envíos llegan silenciosamente a destino.

Y es que Centroamérica carece de recursos para enfrentar con eficacia a bandas que tienen avionetas, minisubmarinos y dinero suficiente para sobornos, por lo que -como en otros problemas- depende de la cooperación extranjera, en particular de Washington.

Buques de la Guardia Costera estadunidense patrullan aguas centroamericanas en coordinación con sus contrapartes regionales, que son los encargados de hacer los arrestos y decomisos de drogas.

Además, en El Salvador existe un centro estadunidense de monitoreo regional que, con radares y aviones tripulados y no tripulados, vigila aeronaves y embarcaciones sospechosas.

Pero la tarea no es fácil, porque abundan las selvas y caletas escondidas, y porque hay gente dispuesta a servir a los narcos: en Nicaragua se detectó hace un tiempo que toda una aldea del Caribe colaboraba con unos traficantes y en Honduras y Guatemala algunos jefes policiales fueron reclutados por el crimen organizado.

Como parte de la lucha antidrogas, Estados Unidos pidió permiso a Costa Rica para la llegada de 46 buques de guerra, lo que fue aprobado por el Congreso de este país que abolió su ejército en 1948 y que promueve el desarme.

Sin embargo, diputados opositores llevaron el caso a la corte constitucional para que revierta la autorización.

La presencia militar estadunidense genera desconfianza en una región que ha vivido traumáticas incursiones estadunidenses, desde la aventura del filibustero William Walker en el siglo XIX, a la invasión de Panamá en 1989.

Holanda también patrulla el Caribe con un buque de guerra.

"Es que tenemos territorios en el Caribe y (...) también implica una responsabilidad", indicó el embajador holandés en San José, Matthijs Van Bonzel.

"Hace 20 años todo lo malo (del tráfico de drogas) se originaba en Colombia, ahora no es así, es más difuso, es más complicado. El narco pasa del Caribe al Pacífico por tierra y hay muchas más medidas que tomar", declaró Van Bonzel.