DIO A MANOS LLENAS POR CHIHUAHUA

El quinto informe de Reyes Baeza no fue distinto a la vieja usanza, fue más de lo mismo: intolerancia para la oposición en el Congreso, acarreo del público dócil y aplaudidor y legitimación por parte de la clase política y empresarial beneficiada con el presupuesto.

El penúltimo año de otra administración Baecista solo confirmó que la política lejos de servir a la sociedad, profundiza cada vez más el distanciamiento entre la ética gubernamental y el interés personal o partidista.

El cumplimiento constitucional de presentar el informe del estado que se dice guarda la administración pública, se ha convertido en un desayuno de negros donde la porra oficial aplasta con su alianza facciosa, cualesquier debate parlamentario y cancela toda posibilidad de escrutinio democrático-objetivo sobre la actuación el ejecutivo estatal en el ejercicio del poder.

Fiel a la costumbre del régimen hegemónico del siglo pasado, la primera minoría representada en el congreso local decantó con el filo de sus dientes el arraigo pretector a la investidura del primer mandatario estatal; prefirió honrar a la sumisión y a la pleitesía antes que emular el delgado criterio de sus pares federales, que sí alcanzan a comprender la representatividad electoral.

Cumplido los requerimientos constitucionales, el titular del ejecutivo estatal se trasladó al centro de convenciones para dar rienda suelta al ritual de salutación y besamanos. Arropado por sus huestes, el gobernador les recetó entrelíenas discursivas la retórica de siempre: Somos los mejores en esto, en lo otro, en aquello; ciertamente hay asignaturas pendientes y lo que se ha hecho es insuficiente, pero el saldo sigue siendo favorable, ¿para los chihuahuenses?, no, para su grupo político, por supuesto.

Agotadas la formalidades en su día, el primer ciudadano del estado acompañado de tan distinguidos visitantes, los invitó a saciar el apetito al restaurante más caro de la ciudad y no es para menos, el trabajo agotador desempeñado a lo largo de doce meses amérita los cortes más finos de la alta cocina. Fue muy confortante ver afuera de La Casona de Don Eloy Vallina la triple hilera de una veintena de suburbans último modelo, cuyos tripulantes custodiaban con recelo.

El 1 de octubre fue para el gobernador su día, pleno de satisfacciones pues el culto a su persona es un bálsamo que reconforta el espirítu y el alma de quien dispuso en un año de crisis y sin restricción alguna, más de 35 mil millones de pesos de los impuestos de sus gobernados.

Obras, si hay, es innegable pero son una pequeña parte de los que representa tamaño pastelote presupuestal; LA INSEGURIDAD Y LA INSUFICIENCIA DE EMPLEO, son para mejor ocasión; la transparencia sobre el gasto de tan necesarios eventos, incluidos las suburbans, comidas, cenas, renta de locales, invitaciones, logística, movilización y demás pertrechos, son pecata minuta, que más da, la primera minoría y sus rémoras son expertos bomberos y en el maquillaje de la cuenta pública.

P.D. Tuvo que ser una dama, de la segunda minoría, la que retrató al gobierno del estado: Es un gusto saber que la determinación y fidelidad de principios sobresalen por encima de la embestida del canto seductor de la sirena y el billete grande.