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Domingo 17 de mayo de 2009

De aborto y píldora del día después


A mí me parece, desde luego, que algo estamos haciendo mal. En España ahora se discute la nueva Ley del Aborto que brindará a las mujeres la posibilidad de interrumpir el embarazo dentro de una lógica de plazos. Dentro de las primeras catorce semanas no tendrán que dar explicaciones de ningún tipo, la Seguridad Social se verá obligada a brindar el servicio a cualquier mujer que decida no tener al hijo que ha engendrado. Me parece muy bien, las mujeres estamos buscando obtener una serie de medidas que nos pongan en igualdad de circunstancias, tenemos todavía mucho que ganar, mucho que conseguir y la posibilidad de decidir lo que suceda con nuestro cuerpo no debe ser sancionada por la Ley, debe ser un derecho garantizado por el Estado, al final de cuentas si parimos un hijo no deseado, seremos nosotras las que tendremos que pasar noches enteras sin dormir, tendremos que interrumpir nuestro proyecto de vida y las que tendremos que vivir con la culpa por no poder brindar a ese hijo la vida que desearíamos. Difícil tema el del aborto, mucho habría que decir al respecto. Sin embargo, cuando digo que nos estamos pasando me refiero a otro apartado de la mencionada Ley, el apartado que incluye a aquéllas mujeres que aún no cumplen los 18 años. Si esta ley se aprueba, en España bastará tener 16 años para acudir a la clínica y solicitar el aborto sin necesidad de que los padres den su autorización. En una sociedad madura, donde los jóvenes estuvieran totalmente informados de su sexualidad podría parecer razonable. Sin embargo, me parece que no es el caso. Una chica de 16 años no puede comprar alcohol ni tabaco en España pero sí puede decidir sobre un embarazo. Así de ilógicas se están poniendo las cosas. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, con toda la experiencia y sabiduría que le dan sus 31 años, justifica la medida con el argumento de que a partir de los 16 años ya se pueden tomar decisiones en el ámbito de la salud.

Como decía antes, a mí me parece que nos estamos pasando, una cosa es estar a favor de los derechos de las mujeres y luchar cada día para conseguirlos y otra muy distinta es pasarnos al otro lado, hacernos cómplices de verdaderas barbaridades en nombre de la tan codiciada igualdad. Hay algunos países que están muy lejos, como México y otros que ya se están pasando, como España.

Otra cuestión es la píldora del día después. Dentro de tres meses, en España, se venderá sin receta en cualquier farmacia. Quizá en México esto no suene extraño, pues se venden los medicamentos en farmacia sin receta, pero en España, los medicamentos están controlados, ni siquiera venden amoxicilina sin receta. Esto no es pensar en los derechos de la mujer, o al menos no es pensar en los fundamentos de los derechos de la mujer, no estamos yendo a la base, actuamos en la superficie donde se puede actuar sin problemas, quedando como una medida muy simpática y agradable, muchos votos habrá detrás, supongo. La píldora era un derecho de las mujeres en España, españolas y no españolas. Ni siquiera pedían una tarjeta de sanidad para entregarla, simplemente había que seguir unos lineamientos médicos que garantizaban el buen uso de la misma, el personal sanitario la entregaba sin costo alguno, después de contestar una encuesta y hacer unos análisis médicos. Considero que se hacía un uso adecuado de un medicamento que no es inofensivo, que a la larga puede tener consecuencias en la salud de la mujer y, sobre todo, que está pensado para ciertas ocasiones especiales, no para usarse como método anticonceptivo habitual.

Habremos de pensarnos mejor las cosas las mujeres, tenemos una guerra por delante, una lucha por nuestros derechos, pero una lucha también contra nosotras mismas. La educación es la base, educar desde el hogar, desde las escuelas, desde todos los ámbitos. Nuestros derechos están por encima de píldoras del día después vendidas sin requisitos en las farmacias y por encima de abortos a menores de edad sin autorización de los padres, nuestros derechos son una mejor educación, mayor información, guarderías, empleos, todos aquellos apoyos imprescindibles para que podamos desenvolvernos en el ámbito personal sin sacrificar el anhelado desarrollo profesional. Es fácil avanzar en la superficie, mucho más difícil será conseguir verdaderos progresos en materia de igualdad.

Propongo que lo discutamos, que hombres y mujeres opinemos y actuemos en consecuencia. Propongo que los derechos de la mujer no se queden limitados a los grupos feministas sino que sean motivo de análisis de lo que está pasando en la sociedad actual. Puede ser que estas modificaciones y estas luchas de la mujer, como tantas otras luchas que se libran en los países desarrollados no sean más que señales de cosas más profundas que están sucediendo.