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Jueves 29 de enero de 2009

Declina a su aspiracion para diputado

Estupidez y desesperación competirán en las pluris del PAN, me retiro: Villegas


Estupidez y desesperación competirán en las pluris del PAN, me retiro: Villegas

Luis Villegas declinó su aspiración por la plurinominal en el PAN, no se dieron las condiciones ideales, "la insgenuidad, la estupidez y la desesperación competirán".

Aquí no había cabida para mí, agregó el exdiputado federal y ahora asesor del PAN en el Congreso.

Aquí la carta de su desistimiento:

“Como lo dijera don Luis H. Álvarez hace 26 años: “los sueños no se cancelan, se posponen”. Muchos de ustedes, la mayoría, no lo sabe, empero durante las últimas semanas acaricié un sueño: contender por una diputación plurinominal. Ésa es la razón de haber abandonado, temporalmente, estas páginas. No había tiempo.

Pero hoy, con todo el tiempo del mundo por delante, tal pareciera, recupero la voz y la pluma para decir “gracias” a quienes contemplaron, junto conmigo, la posibilidad de una candidatura “independiente”, alejada, desde el punto de vista formal -al menos- de ligas de grupos. Como slogan preliminar había pensado en éste: “mi grupo es el PAN”. No sé si era bueno o no (no voy a poder utilizarlo), pero por lo menos era verdad. Mi grupo es el PAN. Donde tengo amigos y adversarios -más, muchísimos más de los primeros que de los segundos-, pero que no por eso deja de ser mi casa y mi refugio, mi escudo y mi coraza, mi lanza y mi espada.

¿Por qué desisto? No se dieron las condiciones ideales y punto. Digamos que en este “choque de trenes” que va a ser la precampaña, donde entre otras razones y sinrazones la ingenuidad, la estupidez y la desesperación competirán en forma reñida por alcanzar el primer lugar, no había cabida para mí.

Un poco ingenuo, un poco menos estúpido y en lo absoluto desesperado, recupero mi posición de observador. “Buena suerte”, les digo a los contendientes; “buena suerte y que gane el mejor”. Verdaderamente que gane el mejor, el Estado lo necesita, el País lo necesita, el PAN lo necesita. Basta por Dios de excusas idiotas para arropar una aspiración que debería ser legítima y, que sin embargo, en los últimos años se ha vuelto pretexto para recompensar imbéciles, ocupar inútiles, engañar incautos o empezar precampañas con la mira puesta en responsabilidades más altas. No más, pretensiones alimentadas por la “intrepidez” del cálculo mezquino o el pago de favores indecibles, ajenos del todo a la pasión honesta de concebir la política como la oportunidad de servir a los demás, en lo general; y en lo particular, como la ocasión de legislar para alcanzar mejores niveles de convivencia. No hay aspiración ni ideal más elevado ni más noble que ése si de hacer una Ley se trata. Que gane el mejor, pues. El que esté más cualificado, el que sea mejor tribuno, el que se distinga por sus dotes parlamentarias, el que verdaderamente quiera, pueda y sepa su labor en la Cámara de Representantes.

Pero me desvío del tema primordial de esta carta, pues su propósito es uno solo: agradecer. Agradecer a quienes no regatearon su apoyo a este anhelo personal. No creo en el fracaso ni en la derrota; de todas las experiencias dolorosas he aprendido algo y he obrado en consecuencia.

Públicamente he sido vituperado; en voz baja, he sido calumniado por quienes entienden la política como una extensión de su voracidad; a nada de eso habría podido hacer frente sin las palabras de aliento y los gestos de apoyo de multitud de personas cuyos nombres, en su mayoría, mantengo en el anonimato para no hacerlos víctimas de presiones, de represalias o de escarnio -tristemente, ¡a eso hemos llegado!-. Sigo de pie, alimentando sólo por esa sensación de júbilo, ese estremecimiento de gozo, esa cálida sensación de dicha que proporcionan una muestra de afecto o el incondicional ofrecimiento de ayuda. Mi gratitud es infinita. No menciono sus nombres pero ellos saben quiénes son y que eso baste: de Guerrero a Ojinaga, de Meoqui a Temósachi, de Chihuahua a Juárez, de Parral a Cuauhtémoc, de Nuevo Casas Grandes a Delicias, pasando por Coyame, Camargo, Santa Bárbara, San Francisco de Borja, Guadalupe y Calvo, Coronado, López, Nonoava, Balleza o Satevó.

Gracias a Adela Torres Armendáriz -hija de don Alberto J. Torres- y gracias al propio don Alberto (y a Clara), porque cuando se “formalizó” la suplencia en esta aventura truncada no tuve palabras bastantes ni suficientes para expresar mi satisfacción ni mi emoción más sinceras.

Como decía don Manuel Gómez Morin: “seguimos continuando”.