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Lunes 12 de mayo de 2008

Del maestro al discípulo

Las primeras semillas nada son, en verdad, si las recibe una tierra infecunda


Poseo el ejemplar número 10254 de un pequeño libro publicado hace cincuenta y tres años… Era de mi padre y hoy por herencia se encuentra en mi poder. Sus páginas se ven amarillentas por el paso de los años, pero sus letras sin duda, siguen siendo buenas.

Su autor, el señor José G. García, fue profesor, periodista y escritor. Actualmente considerado uno de los personajes importantes del estado de Nuevo León. En 1955 se editaron dos de sus obras, reunidas en un mismo volumen –Páginas del corazón y Ruta de Vida-, la idea surgió de la espontánea voluntad de los Gobiernos de Nuevo León, Coahuila, Veracruz y Michoacán, quienes la costearon con la sola finalidad de difundirla gratuitamente.

Publicada la primera de dichas obras cincuenta años atrás, y la segunda algún tiempo después, alcanzaron varias ediciones gracias a la humana sencillez de su doctrina y a los amables recursos de elocuencia desplegados por el maestro García para estimular el mejoramiento espiritual de sus lectores.

Una hermosa carta… se encuentra dentro de las tan gastadas páginas de este libro; fue escrita en Monterrey, el 30 de mayo de 1905 y en síntesis dice:

Del maestro al discípulo….

Mi muy estimado discípulo: Con tu librito Páginas del corazón has dado a este tu viejo maestro una satisfacción inmensa….

Y ¿cómo no sentirme lleno de noble orgullo? Yo fui quien te habló el primero acerca de la virtud, la verdad, la justicia, la Patria. Y tu espíritu anhelante de saber, y tu corazón abierto siempre a las impresiones de lo grande, de lo noble y de lo bueno, recibieron de mí las primeras semillas de la ciencia y de la honradez.

Las primeras semillas nada son, en verdad, si las recibe una tierra infecunda; pero cuando el labrador tiene la dicha de ver en ella las doradas espigas cuajadas de granos, entonces su satisfacción no reconoce límites….

Tus hijos no desdeñarán leer esta carta cuando sean grandes. Al dedicártela a ti, la dedico también a ellos. Dios te los bendiga.

Tu maestro… Serafín Peña.

En esta obra, se encierra una enseñanza. Adentrándonos en su lectura, podemos comprender las ideas del maestro en temas variados que van desde lo que significa una madre, un padre, un amigo, hasta la caridad, la verdad, la gratitud y el trabajo.

Del estudio nos dice: Quien estudia aprende. Quien aprende, conquista con cada conocimiento nuevo un avance para la gran jornada: la de la vida.

Hay que aprender a no ser orgulloso jamás porque el orgullo es pasión de necios y sus efectos son tales, que ciegan al hombre y lo colocan siempre más allá del ridículo y del desprecio….

Dicen estas sabias palabras que la nobleza no reside en la cuna, sino en el alma y en el sentimiento. Que debemos practicar el bien, amar a nuestros semejantes, predicar la verdad, perdonar a los enemigos e impartir ayuda al que la implora.

Quien ampara, consuela, enseña, defiende y anima, ostenta más legítimos títulos de nobleza que cuantos puedan conceder, en el mundo, príncipes y reyes habidos y por haber.

La gratitud, es virtud reveladora de nobleza. Sólo los hombres malos, la olvidan y la niegan.

Dentro de tantos bellos pensamientos, se le dedica un capitulo al Maestro que dice:

“El es tu mejor amigo, el hermano por afecto, el padre intelectual; el que divide contigo cariños y penas.

Tu maestro es el que gasta sus energías por el bien tuyo. Goza con tus triunfos y profesa a un tiempo mismo los afectos del amigo, del hermano y del padre.

Es el que cifra su orgullo en la consoladora esperanza de hallarte un día, instruido, fuerte y bueno.

Quizá ahora no puedas comprender en su totalidad quien es tu maestro, pero, llegará el día en que te des cuenta lo mucho que le debes. Y no quiero que cuando ese día llegue, tengas el pesar de hallarte olvidadizo e ingrato.

Reconoce, pues, desde ahora, que la labor del maestro es labor meritoria y sin igual.

Piensa que tu destino está ligado a su palabra llena de luz y a su corazón rebosante de virtudes.

Piensa que de sus manos brotan las generaciones en que cifra su porvenir el mundo.

Y convencido de todo esto, prodígale su cariño; es de justicia hacerlo así.

No hagas lo que tantos que van por ahí, sin acordarse de él jamás, porque entonces quebrantarías los principios de justicia y de razón, y merecerías llamarte ingrato”.

En chihuahua, viven grandes maestros, cuyos nombres muchas veces solo son recordados por sus alumnos: mientras que otros, alcanzan el merecido reconocimiento a su esfuerzo.
Dentro de los maestros ilustres del estado podemos encontrar al profesor Armando Bonifacio Chávez Montañez, quien nació el 14 de mayo de 1913 en Naica, Chihuahua. En 1932 se graduó como profesor en la Normal del estado. En 1947 diseñó el escudo de Ciudad Juárez. Y en 1960 publicó la primera edición de Historia de Ciudad Juárez. En 1980 fue nombrado "Primer cronista de la ciudad" y en 1992 se graduó como licenciado en Derecho de la UACJ.

En la plaza del Maestro, ubicada en el palomar, se encuentra una placa en honor a la impulsora y fundadora de la escuela de Trabajo Social en Chihuahua, la maestra Guadalupe Sánchez Araiza, quien antes de llegar a las aulas fue obrera, empleada y madre de siete hijos. En 1957 fundó dicha escuela y siguió una lucha imparable por los que menos tienen y menos pueden.

A todos los maestros…. No importa de donde sean, donde vivan o donde ejerzan su noble profesión… reciban siempre, un merecido reconocimiento a su loable labor.