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Chihuahua, Chihuahua



Miércoles 17 de marzo de 2010

Desolación el San Juanito y Creel

Ayer durante los funerales de las personas ejecutadas, se sentía el miedo y la impotencia


Ayer durante los funerales de las personas ejecutadas, se sentía el miedo y la impotencia

San Juanito, Chihuahua.- Desolación, calles vacías y más del 50 por ciento de los negocios cerrados, vistieron el segundo día negro tras la ejecución el pasado lunes de siete personas en Creel y San Juanito.

Las cortinas de fierro de los negocios permanecieron cerradas, y quienes abrieron señalaron que fue una balacera sin precedentes y que tiene a los habitantes de estas dos comunidades indignados y preocupados por su propia seguridad.

A unos doscientos metros de la entrada de este poblado, se encuentra la funeraria donde recibieron dos de los tres cuerpos que a las 15:00 horas fueron trasladados al cementerio local para su inhumación.

Pobladores que prefirieron el anonimato expresaron que el pasado lunes, cuando ocurrieron los asesinatos, fue un día que no se olvidará en la región, y un día donde los disparos, si bien no despertaron a los pobladores, ya que aquí se acostumbra levantarse con los primeros rayos del sol, sí estremecieron las fibras más sensibles de los lugareños.

"La balacera fue más arriba, pero desde acá se escucharon y de verdad dicen que estuvo bien feo, hasta donde yo sé, creo que hay otras dos personas desaparecidas", expresó un comerciante local.

El jardín de niños de San Juanito suspendió clases y en la escuela primaria salieron temprano los niños, quienes rápidamente se dirigieron a su hogar, ya que por esta vez no habría juegos vespertinos en San Juanito.

A lo largo y ancho de este poblado, no se dejó ver ni un solo policía ni un Cipol o un soldado, sólo un agente vial que echaba gasolina, contrario a varias camionetas de lujo con vidrios polarizados y sin placas, y con 5 ó 6 tripulantes cada una.

Alrededor de las 15:00 horas dos camionetas con alrededor de 20 soldados se vieron en la carretera San Juanito-Creel, mientras en este poblado se realizaban los servicios de los dos difuntos con no más vigilancia que tres policías con armas cortas.

En Creel la situación era diferente, todo parecía normal: los niños por las calles, los albañiles jugando futbol en la obra, los policías haciendo sus rondines y los turistas como sólo ellos saben... "turisteaban".

Sobre la calle principal se apreciaba la casa donde ocurrió la matanza de tres personas y donde dos más resultaron heridas, aunque una de ellas falleció tiempo después en el hospital a consecuencia del balazo que recibió en la cabeza.

El frente color azul se manchó de gris cuando las balas de alto calibre hicieron blanco en su fachada, el ventanal principal del segundo piso lucía destrozado a balazos, y decenas de agujeros quebraron este vidrio polarizado al tiempo que al fondo de la casa aún se observa una Dodge Durango color gris que no fue tocada por los disparos y que se presume era propiedad de los difuntos.

A no más de 300 metros se encuentra una segunda propiedad quemada en hechos violentos ese mismo día, una casa donde el pasado fin de semana se había llevado a cabo una fiesta privada y donde aún algunos globos azules a medio inflar adornan la puerta de acceso a la finca.

En su parte derecha, montones de sillas rojas están arrumbadas y por puertas y ventanas el denso humo negro marca a esta propiedad que no se encontraba habitada ni amueblada y que sólo era vigilada por un velador, quien afortunadamente no estaba a la hora del siniestro.

Para Creel, el recuerdo de agosto del 2008 -fcha de la matanza de 13 personas- se vino a la mente de los pobladores, que con más calma lucieron tranquilos por las calles y negocios -todos abiertos- demostrando haber asimilado esta cruel realidad de la violencia que vive Chihuahua.