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Chihuahua, Chihuahua



Jueves 6 de noviembre de 2008

Día de vivos

No creo que mis abuelos, tíos, parientes que ya descansan bajo tierra estén contentos con ese circo


No creo que mis abuelos, tíos, parientes que ya descansan bajo tierra estén contentos con ese circo

"Andarás, te dijeron, de un sitio a otro de la muerte, buscándote.
La vida no es fácil. Es más fácil llorar, arrepentirse.
Pero mi corazón no descansa, no descansa mi muerte,
el día y la noche no descansan."
- Jaime Sabines

En el mundo existen ciclos, que se van sucediendo entrelazados. Existe un principio y, lamentablemente, también un fin. Hasta la más pequeña planta tiene ciclos. Nace, crece, florece o da frutos... hasta que se marchita y muere.

En algunos rincones de nuestro país, estos ciclos se conmemoran con especial atención. Noviembre inicia con todas las festividades referentes al día de muertos, donde el camposanto se llena de familiares dolientes, de llanto, de flores y, en veces, hasta de música.

En Chihuahua podemos encontrar, en el perímetro de los panteones, toda una algarabía puntualizada en la recientemente denominada "feria del hueso": Cobijas, tamales, calcetas, cuadros, ropa, enchiladas, discos de música pirata, tacos, dvd’s, dulces mexicanos, panes de nata, artesanías... una serie interminable de artículos de venta, de propios y extranjeros.

¿Feria del hueso?.. No creo que mis abuelos, mis tíos, mis parientes que ya descansan bajo tierra estén muy contentos con ese circo. Y con todo el respeto que me merecen los comerciantes, quienes debido a la falta de visión y oficio de nuestros políticos cada vez se ven con mayor necesidad de sustento y menos soluciones laborales formales, su actividad económica ha roto con nuestra tradición o al menos con las ganas que tenemos de ir a visitar a nuestros difuntos.

Pero más allá de la superficie de estos días festivos, o conmemorativos. ¿Qué podemos celebrar? ¿Qué tuvo de especial este 2 de noviembre?

Ayer en los periódicos impresos se publicó que "en menos de 24 horas hubo 6 caídos". Parece como si fuera un maratón, una competencia para ver cuál es el saldo de muerte más alto en un tiempo menor.

Y mientras otras páginas de los diarios se caían de tantas "calaveras", que entre el sarcasmo y el humor manifestaban el sentimiento de hartazgo y desesperación de nuestra sociedad, nuestros líderes entendieron menos.

Duele la muerte de nuestra cordura. Hiere que la honestidad y los valores hayan fallecido, frente a la cultura de la apatía, de la impotencia. Hace falta que resucite nuestra humanidad, esa parte de nosotros que impide gozar del dolor ajeno y que nos debería de mover para hacer algo, algo que por más pequeño y personal que sea, contribuya a contrarrestar esta crisis de humanos de carne y hueso.

El horizonte todavía no se alcanza a divisar. Sin embargo, con toda la fuerza de la esperanza, deseo que pronto podamos festejar algún "día de vivos".