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Domingo 4 de octubre de 2009

El brillo que nos opaca

Esta semana, el Brasil de Lula se coronó. El mundo entero celebró la imagen de los dos reyes brasileños cubiertos en lágrimas.


Esta semana, el Brasil de Lula se coronó. El mundo entero celebró la imagen de los dos reyes brasileños cubiertos en lágrimas.

México, D.F.- La política da muchas vueltas. Un día quienes tienen el poder no ponderan que éste no es eterno y si lo utilizaron para atacar, denostar y destruir vidas y reputaciones, al final el karma hace su trabajo y todo se regresa. Quienes son figuras experimentadas de la política coinciden que es una carrera de resistencia, donde no hay no derrotados ni ganadores para siempre. La política como tal es una guerra constante entre intereses y dinero, la ideología ha quedado de lado pero ésta aún sirve para intentar destruir a alguien. Quien ha aguantado muchos golpes y derrotas, también recibe su recompensa y tal es el caso del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

El famoso Lula es todo un fenómeno en la historia de Brasil, obrero metalúrgico que en la década de los 70 hizo historia como líder sindical de su ramo, revivió las manifestaciones públicas a gran escala que en ese país la dictadura militar había desaparecido. Sus manifestaciones lograron tanto impacto social que en 1980 idea la fundación del Partido del Trabajo. Dos años después, compite en las elecciones para el gobierno regional de Sao Paulo y es derrotado por primera vez. Cuatro años después es electo diputado con una votación histórica. En 1989 comienza su carrera por la presidencia de Brasil.

Encabezando todas les encuestas, Lula da Silva fue apabullado en los medios de comunicación al ser catalogado como “peligroso para Brasil” y atacado por su pasado sindicalista y como un izquierdista radical que pondría en riesgo los capitales de los ricos y poderosos conservadores brasileños. Su primera derrota le dolió mucho, pero como pocos hombres de causas que quedan, siguió adelante. Tres años después como parte importante del movimiento “Cara Pintada”, logran que quien lo derrotó renuncie a la presidencia por públicos escándalos de corrupción.

En 1994 compite de nuevo por la presidencia y es derrotado por el candidato de la centro-izquierda, el famoso y preparado Fernando Enrique Cardoso. Quien lo vuelve a derrotar cuatro años más tarde para convertirse en el primer presidente brasileño en reelegirse en primera vuelta. Con una espera de 8 años, Lula decide que en 2002 es su definitiva ocasión para alcanzar la presidencia…y por fin lo logra. El cuarto intento fue el bueno.

Desde su asunción al poder Lula asombró con sus lágrimas, con la emoción con la que asumió el cargo, al referirse a todos los ataques en su contra por no tener un título universitario y declarar, muy emocionado, que su primer diploma era de ser presidente de Brasil. Desde 2003 la declaró la guerra al hambre y ha sabido conjuntar un ambicioso programa social con una economía responsable que se traduzca en oportunidades personales para cada brasileño. Ha reducido la pobreza extrema en su país de manera considerable y se ha colocado como el indiscutible líder latinoamericano del siglo XXI, posición que otrora ocupara nuestro país.

En estos últimos siete años, el ritmo del crecimiento económico también ha aumentado. Entre 1984 y 2003, el gigante sudamericano había mantenido un crecimiento promedio de 2.7%. Entre 2004 y 2008 fue de 4.6%. En plena crisis económica Brasil brilla y México se opaca. Mientras al inicio de este siglo Brasil ya nos pisaba los talones, nuestro país dejó de hacer su tarea y se ha quedado rezagado gracias a un presidente con un gabinete sobre estudiado en el extranjero que no ha sabido qué hacer para que México recupere su brillo.

Esta semana, el Brasil de Lula se coronó. El mundo entero celebró la imagen de los dos reyes brasileños cubiertos en lágrimas: Pelé y Lula celebrando que los juegos olímpicos de 2016 serán en Río de Janeiro. Aunado al mundial de fútbol que se realizará en Brasil en 2014.

Lula derrotó a Obama en la lucha por la sede olímpica. Lula ha demostrado a los brasileños que está muy lejos de ser el peligro que sus enemigos advirtieron. Ha sido un hábil estadista, gestor y político que ha sabido aprovechar las condiciones de su país para hacerlo brillar y ser, no solo el gigante de América del Sur, sino de la América Latina.

Mientras Brasil se corona en América Latina, México se opaca, se hace más chico, quizás por tamaño de sus disminuidos miembros del gabinete y de un presidente incapaz. La lección brasileña debe calar hondo en el orgullo de nuestro país y en especial de Calderón y su equipo: el brillo que nos opaca es el de un obrero sin estudios electo dos veces presidente.

ULTIMALETRA

Triste la actitud de los diputados del PAN, en especial la de Rosy Baray, quien demuestra su inexperiencia, necedad y desprecio por los chihuahuenses, es una lástima que desaproveche su posición para hacer algo útil por el estado.