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Lunes 31 de octubre de 2011

Elba Esther, la abeja reina del panal mexicano

Los primeros estudios que la ciencia política realizó sobre los partidos subrayaron altos grados de dificultad para penetrar a sus entrañas


Los primeros estudios que la ciencia política realizó sobre los partidos subrayaron altos grados de dificultad para penetrar a sus entrañas

“Con amor te busqué un colmenar

te llevé de la mano

no dormí fabricando la miel

que te alimentara

con el polen mas fino del mundo

construí tu cama

trabajaba panal por panal

mientras descansabas”

–King Clave, cantado por el grupo Pesado, Desde la Cantina

Siempre había una barrera de misterios que velaba ya la elección de sus dirigentes, ya la elaboración de sus programas y, sobre todo, las reglas del poder interno y quiénes podían acceder a él. Se habló de la Ley de Bronce de las organizaciones. Si bien esto es del pasado, hay que decir que entre más atrasado sea el país dichos enfoques siguen siendo vigentes. El Partido Nueva Alianza –el famoso Panal– es un buen ejemplo y cuando uno lo aborda tiene obstáculos que nos explicaría muy bien el herramental teórico del politólogo Raymond Aron, pero sobre todo el grupo Pesado y la Arrolladora Banda Limón cuando cantan Abeja reina, del compositor argentino King Clave. En serio.

Haré un viaje por nuestras disposiciones constitucionales que tocan los derechos de la ciudadanía y norman las pautas para constituir partidos políticos en México. Nuestro código básico concede la prerrogativa ciudadana para asociarse individual y libremente para tomar parte en los asuntos políticos del país. A su vez, dispone que sólo los ciudadanos podrán afiliarse libre e individualmente a los partidos políticos y detalla (artículo 41.I): “...por tanto, quedan prohibidas la intervención de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos y cualquier forma de afiliación corporativa”. Ambos preceptos, teórica y formalmente, son una valla infranqueable para el corporativismo distorsionador de la democracia política de raigambre liberal. Y entiéndase bien: no es que vaya en contra de la agrupación colectiva de obreros, campesinos y otros estratos de la sociedad, a los que también se les concede un estatus de prerrogativas para que cumplan sus fines.

Si la anterior fuera la premisa mayor del Estado de Derecho en materia de partidos políticos, el Panal de Elba Esther Gordillo no existiría. En él se traslapan, simultáneamente, el poderoso sindicato magisterial de todos los sistemas educativos, el clientelismo más atroz, el inequívoco funcionamiento de una corporación fuertemente vinculada al Estado y las relaciones de autoritarismo verticalista más acendradas de que se tenga registro en la historia política nacional. Recientemente, y en referencia a esto último, se conoce la declaración de Elba Esther Gordillo que no deja duda alguna: “A mí me toca llevar las negociaciones de orden político, ¡y a nadie más!”. Pero las cosas no paran ahí. Hay algo todavía que le da gravedad al asunto: la corporación SNTE, presidida por la inefable maestra, depende presupuestalmente del Estado y vive al amparo de sus recursos, a través de mecanismos directos e indirectos, legales unos y corruptos los más. El Panal, más que un partido político, es un grupo de presión, un poder fáctico, perturbador en grado extremo del proceso mismo de consolidación democrática al que se le han puesto obstáculo tras obstáculo. Tanto es así que el lema de la discípula de Carlos Jongitud Barrios –el gángster que capitaneó Vanguardia Revolucionaria hasta que Salinas quiso y sustituyó por la chiapaneca– riñe con ventaja al lenguaje de los bandidos y capos. Ante la posibilidad de pactar con el PAN o con el PRI en el camino a la presidencia de la república, ha dicho: “Quien quiera con nosotros, tiene que garantizarnos, en el más puro pragmatismo... las posiciones políticas a las que aspiramos”. Lo dijo sin tapujos, sin rubor, porque para ella “poder es poder” y que de este país y de la educación pública se apiade el cielo, porque ya no hay Estado que los sostenga.

No quiero pasar por alto que habiéndose formado el Panal luego de una escisión de Elba Esther con el PRI –su primera colmena–, ya pasó por varias elecciones que refrendarían el suficiente número de votos para garantizarle su discurso. ¡Cómo no, con semejante aparato! Puedo reconocer que ha validado su existencia, más nunca su legitimidad, su afincamiento en la Constitución. Una serie de preguntas disiparían la duda por la obvia respuesta si en alguien existiera cierto nivel de seriedad escéptica. ¿Existiría el Panal si la afiliación al mismo hubiese sido individual y libre? ¿Los que se afiliaron, siendo maestros, lo hicieron libre e individualmente? ¿No acaso hubo toda una compulsión en la que tanto a la casta de engreídos dirigentes, como al simple docente de escuela se les advirtió del peligro que corrían en un caso sus privilegios y en los otros sus más elementales derechos profesionales? ¿No acaso se consolidó la elección de Calderón, del PAN –su segunda colmena–, con el favor de la maestra y evidenció, como pocas veces en la historia, lo que es pastorear un rebaño férreamente corporativizado? ¿Existiría este partido sin la nómina de todo un ejército de comisionados y aviadores con cargo a los presupuestos de los estados y la federación? ¿Qué sería del Panal sin los altos y bajos cargos que disfruta? Tengo para mí que todo esto sería imposible.

En esencia, al darle cabida al Panal como partido político, lo que se ha puesto de manifiesto es que la clase política gobernante no aplica la Constitución, y en particular no lo hace ni el Instituto Federal Electoral ni el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. En todas estas esferas se sabe que este corporativismo está proscrito por nuestras leyes básicas, pero atienden más al poder fáctico, a la componenda, a la alianza electorera que al proceso mismo, insisto, de consolidación del sistema democrático arreglado conforme a la Constitución. Ni siquiera es un partido que maneje coherentemente sus intereses porque presto lo vemos cerrando filas con el PAN, en franco desdén de la herencia intelectual de Gómez Morín, que apoyando cínicamente al PRI, su partido de origen donde aprendió el peso corporativo, el manejo clientelar y mantenerse al amparo del patrimonio público.

Siempre será un problema la proscripción de un partido político en un Estado que se asuma democrático. Históricamente hay casos reveladores: a la hora de la fundación de la República Federal Alemana en 1949, el constituyente germano de ese país que en menos de medio siglo había pasado por dos guerras mundiales y las atrocidades del nazismo, no dudó en establecer la pérdida de derechos fundamentales en materia de libertad de expresión, prensa, enseñanza, a quienes combatieran el nuevo régimen de libertad y democracia. Igual se estableció la prohibición de las asociaciones empeñadas en romper el orden constitucional o que contravinieran la idea misma del entendimiento entre los pueblos. No dejando duda de que los nuevos partidos en la era de la desnazificación serían producto de la participación de la voluntad política del pueblo libre, siempre atendiendo a principios democráticos y con reglas de transparencia patrimonial inocultables. La constitución alemana dispuso la anticonstitucionalidad de los partidos cuando se propusieran menoscabar o eliminar el orden básico demoliberal que pusiera en peligro la existencia misma de la república. Claro está que estas normas se entienden al calor de la tragedia humana que acababa de concluir: no se quería un renacimiento del nazismo hitleriano, del racismo, de los campos de exterminio, de la guerra, de la dictadura. Por esta vía muy pronto se le cerró el paso al Partido Comunista, adversario cierto de la democracia, del parlamentarismo y del Estado de Derecho, y agente de un poder totalitario que sobrevivió hasta entrada la década de los noventa del siglo pasado y cuyo centro estaba en Moscú, en la URSS de espíritu stalinista.

Sería un error pretender hacer un paralelismo con el Panal de Elba Esther. Pero de todas maneras no está de más decir que la fundación de un partido en México tiene que ser a partir de los ciudadanos, no de las corporaciones, y que además se rija por el interés público de mantener el orden constitucional para fortalecer el entendimiento entre los mexicanos. El corporativismo es el nutriente esencial que alimenta la antidemocracia. Decir Panal es decir corporación, y decir corporación es decir riña con la Constitución, ciudadanía y libertad. Decir Panal es decir clientelismo, y decir clientelismo es distorsionar la voluntad libre de los ciudadanos. Decir Panal es afirmar, devorar el patrimonio público de manera cínica y tolerada a ciencia y paciencia de prácticamente todos los gobiernos.

Hoy la abeja reina del Panal coquetea con el PRI y con el PAN en un juego perverso de poder, en el que estar al mejor postor es lo esencial. Hay elementos suficientes que llevan a concluir que Elba Esther peinará el copete de Peña Nieto, que regresará a su vieja casa como ya lo hizo en el Chihuahua de Duarte. Hoy la abeja reina disfruta las mieles y el polen de aquellos que, solícitos y desmedidos, le han trabajado panal por panal. Este juego mantiene a México en el atraso y le ha causado un daño descomunal, golpeando severamente la educación que ha sufrido un retroceso del que tardaremos décadas en recuperar. Mantener el esquema de partidos con la intervención del poder fáctico del Panal es condenar a nuestro país al atraso, convertir la política en un ejercicio del más puro cinismo.

No presagia nada bueno para la república que el escenario hacia el que avanzamos es aquel que nos describió el francés Aron de esta manera: “En política, muchas veces, no se trata de elegir entre el bien y el mal, sino entre lo preferible y lo detestable”. Para mí esto es fundamental, pero no pierdo de vista que nuestra deplorable realidad más la describe la Arrolladora Banda Limón o el grupo Pesado cuando nos cantan: “Me equivoqué, me equivocaba / mientras te amaba poquito a poco / me aniquilabas”. En serio.

27 de octubre de 2011

Visita: jaimegarciachavez.mx

Ver video especial sobre Elba Esther Gordillo: www.youtube.com/user/jaimegarciachavez