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Lunes 14 de julio de 2008

Enfermedad o pecado

Los valores mas envidiados son el amor, el prestigio, el éxito, el dinero y las posesiones materiales


Triste estoy… por todo lo que posees, por quien eres y porque yo no soy como tú…

Así piensan los envidiosos.

Afortunadamente el mundo esta lleno de personas maravillosas, llenas de luz y buenos sentimientos, pero como todo, existen también, muchos “ángeles caídos”.

La envidia es uno de los siete pecados capitales y en su momento, San Agustín, la calificó como “el pecado diabólico por excelencia”. ¡Y no se equivocó!, este sentimiento tan destructivo ha llevado a muchos exitosos al rotundo fracaso sin que ellos hayan provocado su caída.

Cuando la envidia llega a niveles exorbitantes donde el deseo por la destrucción del prójimo es grave, se le considera como un pecado mortal.

Pobres de las almas que se alimentan de la envidia, ¿Qué cuentas rendirán al cielo cuando les llegue la hora del juicio?... La envidia es un pecado que obstaculiza el camino del amor hacia Dios.

La envidia sitúa a la persona en un gran malestar emocional… los psicólogos podrán decir que se trata de un cuadro depresivo originado por causas endógenas o traumáticas pero la realidad es que considerada sólo como enfermedad, no existe medicamento que la cure.

Este sentimiento, es un mal que interfiere, bloquea y desvía del camino correcto tanto al envidioso como a la victima.

Los valores mas envidiados son el amor, el prestigio, el éxito, el dinero y las posesiones materiales… la belleza física sin duda, se encuentra incluida en esta lista.

Existen historias dignas de protagonizar una película de terror donde el villano es capaz de ejecutar las más viles acciones, tan solo por “envidia”.

Se ha preguntado alguna vez… ¿Por qué no termine ese proyecto que parecía ser extraordinario? ¿Por qué algunas personas se alejaron de mi vida sin ninguna explicación? ¿Por qué mi matrimonio fracasó? ¿Por qué perdí mi empleo? ¿Por qué mi vida antes era buena y hoy me encuentro en un abismo? Tantos cuestionamientos pueden tener la misma respuesta…. Quizá cerca de usted se encuentra una persona envidiosa que fingiendo una amistad se ha dedicado a estropearle la vida.

Cuando se pasa del deseo a la acción deja de ser mera intención de daño para convertirse en una realidad destructiva y esto, puede hablarnos de un desorden mental severo y muy grave. El envidioso goza con la desgracia ajena y en ocasiones puede llevar a cabo todo un plan perfectamente estructurado de “venganza” que no finaliza hasta ver derrotada por completo a la persona que se “atrevió” a ser mejor que él.

Sócrates, dedicó mucho tiempo al estudio de este tema y concluye lo siguiente: “es envidia la que provoca placer por la desgracia de los amigos”.

Quizá fue Platón el primero en detectar la presencia de la envidia como una afección del alma en la literatura pero existen evidencias de que grandes personajes, a través de la historia, la han estudiado a profundidad.

El envidioso siempre es dueño de una mirada torcida, turbia y llena de odio. Los sentimientos de estas personas son mezquinos y revoltosos, pudiendo en ocasiones causar daños irreversibles en la vida de la persona envidiada.

Muchas veces, esta emoción tan nefasta, muestra una faz oculta, en otras, es totalmente descarada, pero secreta o no, sigue siendo un mal que por desgracia aquejará al mundo ¡siempre!

Al envidioso, el bien ajeno, le parece injusto… el triunfo, la salud, la riqueza, las virtudes y todo aquello que posea el envidiado, es algo que debería pertenecerle a él ¡tan solo porque si!... y esto, puede parecernos absurdo pero lamentablemente es real.