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Jueves 21 de mayo de 2009

Guerra sucia y declive de la democracia

La denuncia es obligatoria cuando se exhibe la corrupción y se previene que haya mas daño


Para distinguir bien lo que es una guerra sucia de una denuncia útil y legitima, el candidato, el actor político, el funcionario, el periodista y el crítico, tienen que hacer uso de una buena conciencia personal, que les dirá si una acusación, denuncia pública, declaración, investigación o demás, lleva más la emoción de hacer daño al destinatario o presenta los suficientes elementos de información o de juicio que resultarán verdaderamente favorables para la comunidad. Eso lo sabemos muy bien los que tenemos el poder, grande o pequeño, de acusar o criticar a alguien por sus actos o palabras.

La denuncia es obligatoria cuando con ella se exhibe la corrupción y se previene que haya mas daño, cuando se denuncian los actos inmorales de alguien, que de no hacerlo, se perjudicará a quienes en el futuro sean sus víctimas. Permítaseme la comparación pero es tanto como un criminal del que nosotros sabemos que lo es y lo vemos día con día caminar por la calle, nos cuidamos de él para que no nos haga daño, pero nada hacemos ante la inminencia de que dañe a otros. Es muy grave no denunciar lo que es denunciable. Es una manera de comprobar que nuestra vocación democrática es mediocre.

La denuncia o la declaración pública que se realiza en tiempos electorales solo para denostar al contrario y obtener los votos de los electores, tiene a mi juicio, entre otras, las siguientes consecuencias: Primero y mas importante: Daña la médula de la democracia, que es rendición de cuentas, donde la premisa es la verdad. Y una declaración imprudente o mentirosa confunde a la opinión pública y además daña la honra del destinatario de la grilla. Segundo: Causa grave daño al sistema de partidos porque los aleja de la posibilidad de acuerdos convenientes para la comunidad. Nuestra democracia hoy no subsiste sin los partidos políticos, luego entonces hacer cosas que vulneren este sistema, por pequeño que sea lo que se haga, es grave. Tercero: La sociedad y la opinión pública no suben de nivel porque la mentira pasional sustituye a las ideas y a la discusión de proyectos necesarios para la vida política, económica, social, comunitaria, etc. Cuarto: Se le dá ejemplo a la sociedad de que todo se vale. La formamos en la mentalidad del individualismo, "el librepensadorismo", la falta de amor a la verdad y demás. Y cuando la queremos involucrar en proyectos de unidad sencillamente no nos cree porque está acostumbrada a la rencilla, a la calumnia, al enfrentamiento. "La hemos creado para que saque los ojos".

Veamos ejemplos internacionales de quién ha aprendido a dejar la mentira en su lugar y discutir de asuntos útiles para la sociedad. Den Xiao Ping, el otrora Presidente comunista de China, fue a recorrer los países asiáticos, cuyas economías emergían inspiradas en el pragmatismo, dijo a sus paisanos al volver de aquel viaje: NO IMPORTA SI EL GATO ES NEGRO O BLANCO CON TAL QUE CACE RATONES. En otra latitud internacional hay que ver lo que muchos políticos Chilenos que impulsaron una transición positiva para ese país han sostenido. Han dicho que no se permitieron guerras sucias para poder llegar a los acuerdos que hoy los presentan como una de los países mas desarrollados de América y en buen lugar en el mundo.

El que denuncia debe tener los pantalones para presentar su instrumento de acusación con las pruebas y los argumentos para sustentar su dicho. Eso deben entender bien los partidos políticos en este proceso electoral federal que está en marcha. Sobre todo también porque la sociedad espera candidatos que aligeren la inseguridad que ha provocado el crimen organizado, la influenza, la violencia, el desempleo, la vida diaria cada vez mas dura. Echar en el lomo del ciudadano mas peso que el que ya lleva es muy desconsiderado.

Desde hace mas de treinta años en que he escrito y publicado, siempre en los procesos electorales es la misma canción: Sacar medias verdades del contrario, usar la inteligencia y los medios para que parezca verdad y llenar de basura al contrario, sin saber que con ello se llena de lodo a la política, se le perjudica y se le inmoviliza para generar bienes públicos. Los políticos y la política no hemos subido nuestro nivel porque estamos como tercer mundistas, como corrientes habitantes de vecindario que nada mas nos inventamos injurias, calumnias y difamaciones para convencer al electorado. ¡ Como si ello diera resultado! , Pero hay quien hasta dice que se invente una mentira y que se repita muchas veces y será verdad, hay quien su máxima es divide y vencerás. El fin justifica los medios, dicen otros. Bueno, hay hasta quienes contratan a rumorólogos profesionales para darle en la torre al adversario.

En un libro sobre la democracia cristiana titulado CAMBIO Y REFORMA de Gutemberg Martínez, que estoy terminando de leer, y en otro que es una compilación de las experiencias latinoamericanas y mundiales sobre la transición, de alguna manera se sostiene que los partidos políticos son útiles para canalizar demandas, buscar el poder, denunciar actos de corrupción, pedir cuentas a las autoridades, concientizar y orientar politicamente a la sociedad, etc. Donde no hay partidos políticos hay fascismo, corporativismo, partidos únicos, dictaduras, militarismo, populismo, fundamentalismo.

Pues bien, quien promueve la guerra sucia, sea del partido que sea, promueve la debilidad de los partidos políticos e invita a reinar a cualquiera de los flagelos antes mencionados.

Los políticos estamos llamados a promover el humanismo en nuestras instituciones, en su vida interna, y la mejor prueba de que estamos haciendo bien la tarea es tener amigos, aliados para el bien, y un estado de felicidad por el deber cumplido. La prueba, por otro lado, de que nuestros partidos políticos están proponiendo los mejores candidatos, las mejores ideas y proyectos es ver que la sociedad confía en nosotros. El sufragio es el mayor rito de confianza ciudadana.

Por ello, ni guerra sucia, ni calumnia, ni mezquindad, ni individualismo, ni populismo, ni autoritarismo, ni egoísmo...todo ello vulnera a las instituciones, las debilita. Las aleja del humanismo y las hace incapaces de estadios de gran calidad en la transición. La guerra sucia es un declive de la democracia. Obra de mentes enfermas.