15.67°C

Cielo Claro

Chihuahua, Chihuahua



Viernes 23 de julio de 2010

Haiga sido como haiga sido

La escalada de violencia es real como real es la posibilidad de que los criminales eleven el nivel del terror


La escalada de violencia es real como real es la posibilidad de que los criminales eleven el nivel del terror

Por: Manuel Narváez Narváez
manuelnarvaezpan@gmail.com

El bombazo perpetrado por el crimen organizado en contra de un convoy de la policía federal y por el que murieron 4 personas, tres agentes y un civil, ha desatado con furia el debate sobre si es o no terrorismo, mientras que los responsables se dan el lujo de ganar el posdebate.

Desde el primer momento que se conoció la noticia por los medios informativos de Ciudad Juárez, se supo según las gráficas, videos y testimonios de los presentes, que se trataba de un hecho inusual y con caraterísticas de terrorismo. No se necesita ser perito en la materia o experto en el manejo de la información oficial, para entender que lo sucedido aquella tarde en Juárez no era un hecho común.

Unos, incluidas autoridades castrenses y civiles, dijeron que se trataba de la detonación de un coche-bomba y que se había utilizado C-4, un explosivo plástico desarrollado en los años 60s por el ejército Britanico. Otros, los que dan la versión final oficial, atajaron la noticia que corría como reguero de pólvora, y dijeron que habían sido granadas las que se utilizaron en el atentado. Dos día más tarde, en Washington, el embajador mexicano José Sarukhan confirmaba que no se trataba ni de granadas ni de C-4, sino de Tovex, un explosivo utilizado en la minería, por cierto, se lo puede encontrar en empresas del sur del país.

Llama poderosamente la atención que la autoridad federal, por conducto de la PGR, quiso minimizar desde el principio el impacto de la noticia, asegurar que no se trataba de un acto terrorista y que la explosión fue provocada con granadas. En el contexto de las reacciones, los que quieren que al gobierno federal le vaya mal en esta cruenta guerra contra el crimen organizado, aprovecharon la ocasión y relanzaron las consignas contra el ejecutivo federal, entre otras, las más trilladas como: estado fallido, que renuncie si no puede, etc. Pero los fanáticos oficialistas trataron de hacer parecer el bombazo como un hecho aislado y producto de la reacción por la detención de un sicario de medio pelo.

Haiga sido como haiga sido, diría el presidente que dicen en su tierra, el crimen organizado usó por primera vez un explosivo que detonó a través de tecnología que usan los terroristas en medio oriente, en españa o en Iraq. El ataque fue dirigido a las fuerzas del orden, que también son personas y muchos de ellos héroes anónimos; el daño colateral lo pagó con su vida un médico que quiso ayudar, al que el secretario de salud, José Ángel Cordova, le brindó un reconocimiento. Que se haya utilizado otro explosivo en vez del más conocido y terrorifico, no hace diferencia del terror ocasionado ni en el daño sicológico a la población, como tampoco es aceptable que el gobierno mexicano enterara primero a las autoridades norteamericanas de los pormenores del atentado, antes de informar a las autoridades locales, al congreso de la unión y a los juarenses.

No obstante el impacto brutal ocasionado y del que todavía no salimos del asombro, el grupo criminal que se adjudica el atentado, tal como lo hace Al Qaeda o los grupos extremistas, enviaron un mensaje a las agencias federales de la DEA y el FBI de los Estados Unidos, pidiéndoles que investiguen y encarcelen a mandos de la policía federal que supuestamente trabajan para grupos criminales contrarios, y que si no lo hacen en determinado tiempo, harán estallar otro coche-bomba con 100 kilos de explosivos. La nacoguerra-sicológica en su máxima expresión para crear pánico entre las fuerzas del orden y psicosis entre la población en general.

La escalada de violencia es real como real es la posibilidad de que los criminales eleven el nivel del terror que pretenden. En nada ayuda que unos traten de minimizar los hechos y otros busquen sacarle raja política. Muchos de los que han muerto desde que Calderón emplazó a las fuerzas federales para combatir el narcotráfico eran ajenos a esta guerra. Por estas poderosas razones, es impostergable e imperativo que se hable con la verdad y se haga frente al desafio con la comprensión de todos los inquilinos de esta nación y el apoyo, por responsabilidad mutua, de la comunidad internacional, entiéndase agencias federales de los vecinos del norte.