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Martes 22 de enero de 2008

Herencia Maldita

Hoy con mucho orgullo podemos decir que el Presidente le está cumpliendo a los mexicanos


El Presidente Felipe Calderón Hinojosa echa toda la carne al asador para combatir al crimen organizado en todas sus modalidades, y el alcalde Borruel hace lo propio para evitar que la droga llegue a las escuelas.

El Lema de campaña “Mano firme” del entonces candidato presidencial y ahora mandatario de la Nación, cobra vigencia y no es para menos; más allá de los créditos que mediáticamente puedan redituarle, Calderón toma por los cuernos una herencia maldita que a través de los años fue incubándose en los gobiernos de los 70s, 80s y 90s.

Criticado ferozmente por la oposición marxista, el Presidente de México ha echado mano de todo el poder del Estado para combatir al narcotráfico y al crimen organizado, haciendo uso de las atribuciones constitucionales y del deber moral que tiene con los mexicanos, ha dispuesto que las agencias policiacas y las mismas fuerzas armadas enfrenten con todo rigor este flagelo. El saldo ha sido favorable, ciertamente ha costado muchas vidas de seres inocentes como de agentes y efectivos militares, pero eso ya lo sabíamos porque cuando Felipe Calderón asumió la primera magistratura del país dejó muy en claro que la lucha sería larga y costaría muchas vidas.

Hoy, con mucho orgullo y sin echar las campanas al vuelo como tampoco magnificar los hechos, podemos decir que el Presidente le está cumpliendo a los mexicanos.

Para muestra un botón, los hechos violentos que a diario consignan los medios informativos locales y nacionales no son más que producto de la batalla del Estado Mexicano contra las mafias del crimen y eso comienza a rendir frutos. Saltan a la vista los grandes decomisos de estupefacientes que por toneladas son incautadas por las agencias policiacas y el ejercito mexicano, como también el decomiso de miles de armas de grueso calibre que en otros tiempos eran exclusivos de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, de Rusia y de Israel, no se diga de los centenares de sicarios y capos de la drogas que han sido detenidos y puestos tras las rejas o extraditados, según sea el tamaño del hampón.

Por esta guerra contra el crimen a gran escala, el gobierno mexicano ha recibido el reconocimiento de otros gobiernos, aunque en nuestro país todavía hay quienes en vez de ayudar se la pasan demeritando tan mayúsculo esfuerzo.

Gracias al coraje y a la determinación de un mandatario que no le tiemblan las corvas para enfrentar esta guerra, el Senado norteamericano y su gobierno han dispuesto de apoyos de recursos en armamento, adiestramiento y en efectivo para colaborar con su vecino con el que comparte una frontera común de más de 2 mil kilómetros.

Poe estas razones, es indispensable que el Congreso mexicano, principalmente el Senado de la República, considere con objetividad la posibilidad de ampliar los tratados internacionales en materia de seguridad continental, de tal suerte que el ejecutivo federal cuente con atribuciones extraordinarias para suscribir acuerdos de defensa extraterritorial para proteger nuestros intereses de las amenazas terroristas y del crimen organizado.

Por su parte, el alcalde de esta capital, tal y como lo anunció en su campaña electoral, ha destinado más de 150 agentes de la policía municipal para resguardar las escuelas, con el objeto de inhibir que los puchadores se acerquen a los centros educativos para comercializar su veneno.

Este esfuerzo que Carlos Borruel ha emprendido en concordancia con el esfuerzo del gobierno federal, ha levantado ámpulas entre los sectores más hipócritas de la política local, que como extravagantes matraqueros con micrófonos propios critican absurdamente estas acciones de prevención por razones de seguridad y salud pública. Ojalá que así como lanzan tanta pirotecnia mediática fueran tan buenos para hacer reglamentos que beneficien a los chihuahuenses; que así como son tan buenos para la demagogia tuvieran la habilidad para expedir Leyes eficaces contra la delincuencia y no crear elefantes ineficientes que solo hacen más obesa la burocracia; que así como son tan buenos para “ganar licitaciones” públicas fueran solidarios con los bolsillos de los más fregados a quienes dicen defender pero que en la práctica son los reyes de la especulación de la canasta básica.

La guerra contra el crimen organizado será muy larga y costará mas vidas humanas; sin embargo, eso no desalienta al gobierno federal ni al gobierno municipal, lo que sí decepciona es la falta de honradez y solidaridad de los agoreros del fracaso, que sin temor a equivocarme, tarde o temprano recibirán una vez más la lección en las urnas.