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Sábado 18 de abril de 2015

La Vida Compensa

Ella, era un alma cándida en medio de un mar de tiburones que pueblan la ciudad fronteriza.


Ella, era un alma cándida en medio de un mar de tiburones que pueblan la ciudad fronteriza.

Estela era una joven bonita, de tez blanca, cabello largo hasta la cintura, buena figura y educados modales. Trabajaba en una de las tantas empresas maquiladoras avecindadas en ciudad Juárez. Su origen semi rural -era de un seccional cercano a ciudad Delicias Chih.- la convertían por su inocencia, en presa fácil de la maledicencia de sus compañeras de trabajo. Quienes a manera de burla la llamaban "Topacio" por su parecido a la estrella venezolana, Grecia Colmenares, protagonista de la telenovela del mismo nombre -Topacio-, popular en aquellos años -mediados los 80’s-.

Estela, hija mayor de una numerosa familia, hubo de emigrar a la siempre peligrosa frontera para ayudar a sus padres en la manutención de sus muchos hermanos. Por lo que más de la mitad de su sueldo lo enviaba a la casa de sus padres, quedándose en ocasiones con menos de lo indispensable para sobrevivir. Ella, era un alma cándida en medio de un mar de tiburones que pueblan la ciudad fronteriza.

Otro motivo no menos importante por el que dejó su casa paterna, fue la presión que ejerció su madre para casarla a los 17 años con un hombre de 48 años, que la pretendía aprovechándose de la urgente necesidad económica de la familia de la muchacha. El cuarto miserable que rentaba Estela en la periferia de la ciudad, no contaba con regadera -baño, ducha-, por lo que diariamente hacía uso de las instalaciones en su lugar de trabajo para tal efecto, ocasionando más burlas de sus "Compañeras". Porque hay que hacer notar que era una joven limpia de alma y cuerpo.

A un supervisor de un departamento cercano al suyo, le gustaba mucho oírla cantar, por lo que le pedía que cantara para él, Valdemar era su nombre, y al igual que ella era un ser débil y acosado por sus compañeros, incluso su nombre era parafraseado y en lugar de Valdemar, le decían "Valemadre". La sociedad suele ser muy cruel con los indefensos.

Estela era un ser sensible y romántico, sus muchas carencias materiales y afectivas, influyeron en su carácter para volverla enamoradiza, de esa manera su alma ingenua mostraba abiertamente su complacencia por cualquier varón que le diera un poco de atención. de esa manera llegó Felipe a su vida, ella, tan ávida de amor se deslumbró con él, que aunque era un buen muchacho, simplemente no la quería. Felipe era un galancete de cuarta, y su diversión era enamorar al mayor número de incautas que se ilusionaban con él.

Estela se entregó sin reservas, su romance fue tórrido, sólo que de un solo lado, el de ella. Al fin después de mucha desilusiones por las constantes infidelidades de Felipe, Estela comprendió y decide dejarlo. Contando ella con 24 años, conoce a Melchor un jovencito de 20 años, el que recién llegado de un estado del centro del país, se encuentra en una precaria situación económica. El resultado de ese encuentro no podía ser más previsible, juntaron sus soledades, sus penurias y empezaron a hacer vida en común.

Inmediatamente a cabo de los nueve meses reglamentarios, llegó Manuelito y como si fuera carrera de velocidad, la pequeña Estela un año después. Las penurias económicas aumentaron y toda clase de problemas asolaban a la familia, enfermedades, escasez de alimentos y la novedad, Melchor se empezó a aficionar al alcohol. A sus 23 años sentía que era muy pesada la carga, total que un buen día se largó con una joven de 16 años, dejando a Estela en la más profunda depresión.

Como la necesidad es la madre de todas las iniciativas, Estela empezó un pequeño negocio consistente en la elaboración casera de tortillas de harina y las repartía en los comercios cercanos a su humilde vivienda, tenía el sazón privilegiado herencia de la abuela paterna en su lugar de origen. Aún joven -28 años- de amor no quería saber nada, toda su atención era para su familia y el creciente negocio.

Cuando Estela contaba con 35 años, ya había consolidado un patrimonio para ella y sus hijos ahora de 9 y 10 años respectivamente. Es cuando conoce a Mike, militar retirado del ejército de los EUA, viudo de 57 años y dueño de una generosa pensión debido a su alto grado militar -Mayor-. Mike no le habló de amor, le dijo lo conveniente que le resultaría a ella, casarse con él y disfrutar de una vida estable en Dallas Tx. su lugar de residencia.

Estela decide aceptar la propuesta, los desengaños amorosos antes sufridos y el futuro promisorio para sus hijos acabaron por convencerla. Hoy a sus 50 años de edad, disfruta una vida sosegada y feliz al lado de Mike, el antes pequeño Manuelito, hoy es un ingeniero en aeronáutica con altos ingresos y un porvenir brillante, Estela su hermana, recién acaba de terminar su carrera de medicina y está próxima a contraer nupcias con Ron su prometido.

Estela, ve hacia el pasado y una sonrisa amarga se dibuja en su rostro, se pregunta, ¿qué habrá sido de Felipe y de Melchor? Que Dios los bendiga, lo que es a mi, ¡me ha colmado de bendiciones!

Autor: José Cruz Pérez Rucobo