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Lunes 26 de junio de 2017

La influencia modernista en la arquitectura mexicana

Para la arquitectura mexicana, el modernismo significó la salida del estancamiento en el que se hallaba y un acercamiento hacia la vanguardia.


Para la arquitectura mexicana, el modernismo significó la salida del estancamiento en el que se hallaba y un acercamiento hacia la vanguardia.

Aunque el modernismo arquitectónico surge en Europa, tanto su concepto como sus formas fueron capaces de llegar a todos los rincones del mundo. El estilo modernista surge como un movimiento que pretende romper con el clasicismo anterior, introduciendo la línea curva, la asimetría y las formas vegetales como parte de la estructura. Los nuevos materiales descubiertos utilizados durante la revolución industrial, como el hierro y el cristal, van a emplearse como parte de los edificios y se usarán también como elementos decorativos.

Las formas ondulantes, el exceso de ornamentación y los motivos inspirados en la naturaleza fueron muy utilizados por arquitectos europeos como Victor Horta, Otto Wagner o Antoni Gaudí, y sus estilos sirvieron de inspiración para el modernismo mexicano. En la arquitectura de México se dan dos tipos distintos, el Art Nouveau o modernismo en general y el estilo geométrico, también identificado con el Art Déco. El primer tipo se da en menor medida, y se basa en las formas orgánicas y la ornamentación a través de materiales como el vidrio, el hierro o el hormigón.

Este estilo organicista empezó a utilizarse durante la dictadura de Porfirio Díaz, aunque no de forma limpia ya que muchas veces se mezclaba con otros estilos, dando lugar a lo que se conocería como arquitectura porfiriana. De esta forma, fachadas neoclásicas se decorarían con formas fitomórficas y contendrían hermosos interiores Art Nouveau. Uno de los edificios más importantes de este movimiento es el Gran Hotel de la Ciudad de México, obra de Daniel Garza y Gonzalo Garita, con exterior neoclásico pero con una impactante bóveda acristalada de media esfera en su interior realizada por Jackes Guber y una herrería llena de elementos vegetales.

Más común fue el estilo geométrico o Art Déco, este estilo, más lineal y sobrio, busca unir la funcionalidad con la belleza, lo que llevó al revestimiento de edificios con elementos decorativos de todo tipo. De cierta forma, México pretendía que esta tendencia sirviera para apartarse un poco de la estética porfiriana anterior. Su influencia se deja ver en el Monumento a la Revolución o aún más en el interior del Palacio de Bellas Artes, con un vestíbulo de mármol negro y rojo, y junto a las escaleras, dos fuentes y los mascarones de los dioses mayas Chaac y Tláloc realizados en hierro. En este último edificio se deja ver el aprovechamiento de los espacios para la decoración más absoluta, típica del modernismo. Hubo otros ejemplos como las casas habitación, decorados con grecas y águilas, influidos por el modernismo nacionalista pero también por el futurismo de la Escuela de Chicago.

Para la arquitectura mexicana, el modernismo significó la salida del estancamiento en el que se hallaba y un acercamiento hacia la vanguardia. No sólo fue un cambio en las artes sino que estuvo acompañado por un cambio social y cultural.