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Jueves 29 de enero de 2009

Libre expresión y convivencia de derechos

Es claro que el impacto del derecho de réplica es fuerte y no debe ser reglamentado a la ligera


En el artículo 6º constitucional se consagra la libertad de expresión como uno de los principios básicos que sustentan nuestra República, pero aparejado a esta libertad está el derecho de réplica que asegura el equilibrio entre las libertades, los derechos y las responsabilidades que garantiza este artículo constitucional, en una visión integral de convivencia de derechos.

Sin embargo, no existe un aparato reglamentario que regule el ejercicio pleno de esta convivencia de derechos, si bien la Ley de Medios en lo electoral, la Ley de Imprenta de 1971, aun vigente, pero claramente rebasada, pretenden sustentar el ejercicio continuo de la libre expresión, han dejado fuera de su espectro reglamentario a la réplica como parte sustancial de este proceso.

En esta legislatura federal se presentaron esfuerzos importantes por subsanar ese vacío de nuestro marco jurídico y dar concreción al derecho de réplica tal como sucede en la mayoría de los países del continente; sin embargo, a meses de que termine su gestión como legisladores, estos esfuerzos no han pasado más allá de anteproyectos de acuerdo y no han alcanzado estatus para su discusión.

El ejercicio de la libertad de expresión es cada vez más complejo en una sociedad con las exigencias democráticas de la nuestra, cada vez más es necesario que las autoridades intervengan en la regulación de los derechos y obligaciones que se suscitan en el espacio mediático, producto de esto veremos en el proceso electoral que ya ha iniciado una injerencia muy distinta de los medio de comunicación en las campañas.

De aquí la importancia de considerar la libre expresión en toda su complejidad. La réplica es un derecho natural que busca preservar la dignidad y buen nombre de las personas dándoles la posibilidad de su defensa ante agravios que se hayan cometido ya sea por ofrecer información falsa, como por interpretaciones parciales y ventajosas; entonces el agraviado debe contar con la posibilidad de ofrecer su postura ante lo difundido.

Pareciera que el ejercicio puede tener una regulación automática, basada en la civilidad de las partes, pero en los hechos sabemos que el usufructo de este derecho, sin las condiciones de reglamentación necesarias, implicaría un costo muy fuerte para el orden de la comunicación masiva, puesto que se terminaría por obligar a los medios a entrar en discusiones de "dimes y diretes" con actores públicos que quizá sólo quieran capitalizar el recurso a su favor.

La ley debe preservar el equilibrio y la sensatez de todos los derechos que conviven en la concepción de una libertad, entonces si bien la réplica es fundamental, debemos de pensar con claridad en cuáles son las condiciones de su ejercicio y partir no sólo de la preservación de los derechos de todos, sino de las obligaciones generales y particulares de cada una de las partes.

Ofrecer un espacio de rectificación no debe convertirse en obligar a los medios a dar su espacio para promoción personal, que es precisamente lo que combate la actual Ley de medios en lo electoral. El requisito básico de la imparcialidad es que se muestren todas las partes de los hechos, que cada actor tenga posibilidad de una voz en la difusión de al información, y que no se haga uso tendencioso de sus declaraciones, evidentemente todos los fenómenos de lo público tiene beneficiados y perjudicados, promotores y detractores, de modo que los hechos en sí serán perjudiciales, pero darle a estos actores posibilidad de réplica ante algo que ha sido tratado con imparcialidad, sólo abre una brecha de descomposición y vicia los procesos de comunicación social.

Entonces debe ser estudiada con detenimiento la pertinencia del derecho de réplica, considerando también que los medios son empresas que deben asegurar su subsistencia, que mantienen a sus empleados, que pagan impuestos y sustentan con su trabajo diario uno de los fundamentos de la vida democrática, la libre expresión y el derecho a la información; sin dejar de lado que se trata de empresas con responsabilidad social, no se puede dinamitar su oferta al público.

Qué costo tendría, por ejemplo, una nota aclaratoria, o una entrevista a un personaje agraviado en TV, en los noticieros estelares, y cómo se subsanaría esa erogación en los haberes de la empresa. En los esquemas ideales, si hay una reglamentación, bajo la "amenaza" de tener que dar cabida a la réplica, los medios se abstendrían de manejar información parcial o perjudicial para personas o grupos; sin embargo, en la realidad, cualquier personaje público puede pretender llevar agua a su molino bajo el pretexto de este ejercicio.

Es claro que el impacto del derecho de réplica es fuerte y no debe ser reglamentado a la ligera, debe considerarse, en apego a la dinámica real, todo lo que implica el abrir un espacio dentro de los medios para que sea aprovechado por los ciudadanos, considerando el aprovechamiento tanto en lo positivo como en lo negativo. Qué pasaría si mañana todos los políticos inconformes con la forma en que se les presenta en los medios decidieran ejercer su réplica, nos llenaríamos de discursos parciales y oficiosos.

El equilibrio de sana convivencia de estos derechos no debe dejar de lado la naturaleza de todos los actores involucrados, los medios como ejecutantes de la libre expresión y promotores del derecho a la información, pero también como empresas con intereses y necesidades financieras muy claras; los personajes públicos como figuras de la polémica y como contendientes en una lucha de poder que no encuentra límites y busca llevar siempre la balanza a su favor; y la sociedad, como este gran organismo que somos todos y que merece claridad en la información que día a día recibe.

El ejercicio legislativo es una actividad de alta responsabilidad, en ella descansa el equilibrio de nuestro sistema social y se fundamenta su engrandecimiento. Garantizar una plena convivencia de derechos implica conocer los hechos reales sobre los que se está legislando y no sólo pretender trabajar en el universo de las ideas.

Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es ednafuerte@gmail.com para sus comentarios, gracias.