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Viernes 19 de septiembre de 2008

Liébano Saénz y las reglas

“estoy afiliado al PRI y no tengo ninguna razón para retirarme”


“estoy afiliado al PRI y no tengo ninguna razón para retirarme”

En días pasados tuve el gusto de entrevistar Liébano Sáenz minutos antes de que impartiera una conferencia titulada “¡Y las reglas cambiaron!” misma que impartió a un nutrido auditorio en el Colegio de Consultores en Imagen Pública que se encuentra en la colonia Roma de la Ciudad de México.

Chihuahuense de origen, específicamente de Casas Grandes, la tierra de Paquimé. Liébano Sáenz, para quienes el nombre no suene familiar, fue el hombre fuerte del extinto candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio y el secretario particular y gran operador del presidente Ernesto Zedillo. Hoy en día Líebano ha iniciado una nueva faceta de su vida: los sondeos de opinión y estrategias de comunicación, a través de la empresa que preside y que empieza a ganar terreno, Gabinete de Comunicación Estratégica.

“La política no lo abandona a uno así que aunque uno quisiera abandonarla, sigue ahí”, dice un Liébano apasionado al mismo tiempo que explica que muchos partidos no han entendido que México es un país de jóvenes ya que, según cifras que él proporciona, la mitad de la población de nuestro país tiene 24.8 años o menos. Ydice ser un convencido absoluto de que son tiempos de los jóvenes, que de no darles las oportunidades ahora, la renovación de la política será imposible.

Sonríe mucho al hablar de política. Le apasiona el tema, por eso se compara con esos caballos del hipódromo, quienes están listos para salir en cuanto suena la trompeta de salida, “yo la oigo y también salgo corriendo aunque no esté en la pista”, dice Liébano lleno de pasión mientras que afirma que no es un militante de la política pero que le gusta estar cerca de ella.

Al cuestionarle sobre sus preferencias políticas, Liébano es directo, “estoy afiliado al PRI y no tengo ninguna razón para retirarme” y explica que él es uno de esos casos que primero estudió todas las opciones políticas y se acercó al partido por decisión propia, “nadie me puso una pistola y nadie tomó la decisión por mi”, remata.

Liébano describe al PRI más que como un partido, “como un movimiento social que ha creado muchas instituciones” y afirma que también ha tenido muchos errores en el camino y que los tantos años sin competencia le hicieron daño. Se considera un militante al cual la esencia del partido, su ideología le es más que agradable, le gusta. Confiesa ser un militante que entendió lo que pasó y que cuando discrepa lo dice, lo escribe, lo firma y lo publica.

De los jóvenes en el PRI, Liébano asegura que el otrora partidazo invencible, dejó de ser hace muchos años una opción para los jóvenes y agrega, “lo digo con mucha candidez…mis hijas no son militantes del PRI, no son militantes de ningún partido, pero han sido mis criticas más duras a través de los años. Y fueron ellas, con argumentos sólidos, quienes me hicieron darme cuenta muchas veces que estaba equivocando la estrategia. Que estaba abandonando a un México que venía pujante y que ya está aquí, ya llegó”.

Parte de este juego electoral de reformas que comenzó en 1996, con la reforma electoral zedillista y la cual Liébano conoce a la perfección, se une la realizada el año pasado donde se acortaron tiempos de campañas y se regulan las precampañas. En ella se busca hacer más barata la democracia mexicana, ¿será posible?

Las reglas han cambiado no solo por las reformas hechas en tiempos recientes o en antaño. Liébano asegura que el PRI-Gobierno, tras la crisis de la elección de 1988, se dio cuenta que era importante hacer imagen pública. El electorado era cada vez más pensante, más joven. Sin embargo poco a poco, el PRI se alejó y alejó a los jóvenes de su quehacer político, prefiriendo los cacicazgos locales. “Yo sigo escuchando los mismos nombres ocupando las posiciones de poder desde hace más de 30 años en Durango, en Zacatecas, Coahuila o Chihuahua, en todo el país siguen siendo los mismos nombres sin importar el partido, no se está oxigenando a la política, no se está renovando”.

Nuestro sistema político ha ahuyentado a los jóvenes. Las reglas han cambiado incluso para hacer campaña y atraer de nuevo, a los millones de jóvenes desencantados de la política. Para no solo obtener su voto, sino involucrarlos. Pero por lo visto no han cambiado lo suficiente.

Liébano Sáenz como secretario particular de la presidencia zedillista, fue pieza clave en muchas negociaciones, se enteraba de muchos acontecimientos antes de que salieran a la luz pública, sabía de muchas decisiones antes que los involucrados. ¿Cómo se dio cuenta Liébano Sáenz de que habían pasado seis años y ya no estaba inmerso en la toma de decisiones, de que ya no era el secretario particular del presidente?

“Al menos yo creía que compaginaba mi vida personal con el trabajo de una manera aceptable. Intenté no mezclar a mi familia con la vida de los políticos, con ese ritmo, me di cuenta que el único que no había hecho su vida normal era yo. Al estar en casa me volví como un elemento de ornato. Estaba pero no estaba, casi como dijo el Papa (Juan Pablo II) me voy pero no me voy. Ahí me di cuenta que en casa, y lo digo con tristeza, no estuve. En cuanto a estar fuera del servicio público, el día que verdaderamente me di cuenta que ya no estaba fue cuando me enteré de una noticia por la televisión, ese día me di cuenta que ya no estaba…”

Sobre Ernesto Zedillo, Liébano dice que cualquier cosa que diga de él, lleva sesgo. Argumenta que Zedillo no era su amigo. Dice lo conoció tres meses antes de la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio, donde Liébano fue el vocero y Zedillo fue nombrado coordinador general de la fallida campaña. “Creo que no fuimos amigos los seis años de la presidencia, pero si construimos una relación de mutuo respeto y le estoy muy agradecido porque me dio una oportunidad única, irrepetible como es estar en el cuarto de mando de un proyecto tan hermoso como es México”.

Liébano aclara que la figura de un “chief of staff” o jefe de gabinete, uno de los tantos roles del secretario particular de la presidencia, lo debe ocupar alguien que tenga una añeja relación con el presidente. “Eso es lo admirable, Zedillo reconoció en mi capacidad, y conociéndome poco, tomó el riesgo de darme una posición que al principio no me gustaba, pero de la forma en que se dieron las cosas, intuí que era lo que Dios quería y me propuse hacerlo de la mejor manera”.

Asegura que al salir de la presidencia, la satisfacción que le quedó fue la de que se hizo un buen papel y de que el presidente Zedillo , “se quedaba contento por la manera en que hicimos las cosas. Cumplimos, hicimos bien las cosas y esa es la satisfacción que me queda. Le estoy muy agradecido (a Zedillo) por haberme dado la oportunidad”.

Previo a su arribo a Los Pinos, Liébano Sáenz pasó uno de los tragos más amargos de su vida: anunciar públicamente la muerte de su gran amigo y entonces candidato a la presidencia por el PRI, Luis Donaldo Colosio. Algunos testigos de la época recuerdan que ante el hermetismo y la especulación sobre lo sucedido a Colosio aquel 23 de marzo de 1994, en el hospital donde le atendían, los medios de comunicación esperaban una respuesta, una declaración, algo que hiciera desaparecer la incertidumbre. Cuentan que Liébano, tomó una silla y un escritorio para dar una improvisada y fatídica rueda de prensa donde anunció que a pesar de todo el esfuerzo médico por salvar al candidato Colosio, a su amigo Donaldo, él había fallecido. “Fue muy doloroso, éramos muy amigos, fue muy difícil. Fue un momento en el que el país cambió de rumbo. Creo que los mexicanos todavía no nos recuperamos de ver caer, a quien iba a ser presidente, ante la maldad”, recuerda con gesto serio y voz melancólica.

Liébano asegura que él llegó hasta donde quería llegar. Desde chico se propuso entrar al servicio público y, con algunos cambios en los planes, lo logró. Y recuerda su experiencia en donde hubo de todo: momentos dolorosos, turbulentos, felices, alegres, intensos, ríspidos, ligeros, gratos. Fue parte de un México de transición. Del México convulsionado económicamente en los 80’s a la bonanza salinista, la apertura de México hacia el mundo y la primer derrota del PRI en una elección presidencial.

Lo que Liébano Saénz no olvida la tierra que lo vio nacer. “Ahí están los ecos de mi infancia pero nunca me ido de ahí. Cada vez que requiero retomar fuerza, regreso a mi tierra, ahí están mis raíces.”

Hoy en día, con la nueva encomienda, Liébano Saénz busca conocer mejor lo que pensamos los más de 100 millones de mexicanos en cuanto a política, valores, comportamientos de consumo, entre otros, a través de su empresa Gabinete de Comunicación Estratégica la cual nace dada la oportunidad que desde los 90’s existe en nuestro sistema político por conocer la percepción ciudadana y generar estrategias para incidir en la misma. Esto no sería posible para Liébano, gracias a las reglas que cambiaron en beneficio de nuestra democracia.

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