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Miércoles 9 de enero de 2008

Los Beatles y el Zar

La revista Time nombró como personaje del año al presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin


La revista Time nombró como personaje del año al presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin

Siempre hablar del bagaje histórico de una nación y su futuro, es muy complicado. Aún más si lo hacemos sobre un país que no es el nuestro, teniendo cuidado de conocer de lo que hablamos y de decirlo de la mejor manera, sin que se censuren verdades o hechos. La polémica sobre la opinión relativa de cada opinante siempre estará presente. Así es como para terminar el 2007 y comenzar este 2008 la prestigiada revista estadounidense Time, nombra como su personaje del año al aún presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin.

Time Magazine aclara cada año que dicho título no es un honor ni un homenaje, es reconocer quien tuvo el mayor grado de influencia en el mundo durante 365 días.

El nombramiento es polémico en sí, en un año donde la gran estrella fue el excandidato presidencial demócrata y ex vicepresidente, Al Gore abanderando la causa para acabar con el calentamiento global, lo que lo llevó a ganar el Oscar y el premio Nobel de la Paz.

Pero Putin, tuvo mucho más impacto que el mediático. Su impacto fue grande en el interior como en el exterior durante su último año como presidente de Rusia, en el cual la economía se ha recuperado mucho, Rusia se reinsertó como parte importante en el contexto internacional y ha logrado un paso importante para recuperar el título de “la gran Rusia”, todo esto en menos de una década, bajo la mano dura de Putin.

Ser el segundo presidente de la era post-soviética, no ha sido fácil. Después del rompimiento del antiguo sistema gracias a la Perestroika de Gorbachev y el turbulento periodo de Boris Yeltsin, donde se buscó conformar a la Rusia post-soviética, la tarea de Putin en estos 8 años ha sido de consolidar a Rusia en el contexto internacional y en el interno, dejando atrás las épocas económicas difíciles y, siendo sobre todo, un estadista que entiende que el acuerdo, el consenso entre naciones es definitivo para el éxito global.

Sin embargo es conocido por su mano dura. Al llegar al poder en 1999, el conflicto con Chechenia, forzó a una reacción firme y dura en contra de los rebeldes separatistas de aquel territorio ruso. El gobierno de Putin apoyó a un presidente afín a la causa de Moscú y los rusos estuvieron felices de mantener Chechenia, aunque fuera bombardeada. Desde el Kremlin se teme que de separarse Chechenia, otros territorios lo hagan generando una inusitada crisis política y quizás militar. También, la mano dura de Putin es conocida en materia política, manejando un régimen que busca, ante todo, estabilidad antes que cualquier otra cosa y, para lograrlo, Putin sacrificará lo que sea necesario. Los Estados Unidos critican que no hay elecciones libres, según el artículo publicado en Time Magazine, donde el astro del ajedrez mundial Garry Kasparov fue encarcelado y a lo que Putin comenta, “¿por qué al ser arrestado el Sr. Kasparaov habló en inglés y no en ruso? Cuando un político trabaja con gente de otros países mejor que con la de su pueblo, pues, te dice algo.”

Los detractores de Putin lo califican como Stalin moderno y sus fans lo califican como el nuevo Zar, el primero del siglo XXI, coincidiendo con el calificativo Time Magazine, argumentando que su estilo de gobernar es igual que el de los legendarios Zares, absolutista y concentrado en una sola persona.

Pero mucho más allá de saber sobre qué piensa sobre las relaciones bilaterales entre Rusia y EUA, el papel de la OTAN y sobre el presidente Bush, la entrevista que aparece la edición correspondiente al 31 de diciembre al 7 de enero de Time Magazine, nos muestra aspectos muy reveladores de la vida de Vladimir Putin.

Aparte de su pasado, donde se desempeñó en la extinta central de inteligencia rusa KGB, Putin mostrándose nada afectivo, resalta importantes aspectos de su vida como el rol que juega la fe en su liderazgo, “primero que nada, debemos de ser gobernados por el sentido común”, dice Putin y continúa, “pero el sentido común debe basarse en valores morales y no es posible, hoy en día, tener valores morales separados de valores religiosos”.

Un exagente de la KGB, devoto de la iglesia ortodoxa, criado en la Unión Soviética, ¿viene a creer en el libre mercado que pregona el capitalismo? Increíble, ¿cierto? Hasta hace algunos años esto sonaba imposible, pero esta es una parte del perfil del hombre que gobierna Rusia y que no tiene un pasado ligado a grandes figuras políticas, ni grandes redes de poder, Putin tuvo una vida sencilla y que fue construyendo en base al trabajo y no al abolengo político, del que siempre ha carecido. Acaso el único antecedente es que su abuelo fue cocinero de Stalin y Lenin.

El gran avance, para Putin, ha sido en materia económica. El PIB ruso ha crecido un 7% anual promedio desde hace siete u ocho años, la deuda se ha pagado y el poder adquisitivo de la población ha crecido en un 12%. Algunos atribuyen que este avance es gracias a los altos precios del petróleo y consideran que es una “gran suerte” para Rusia, a lo que Putin responde, “los tontos son suertudos. Nosotros (los rusos), trabajamos duro día y noche.”

El avión presidencial del Kremlin, desde 1999, tiene un accesorio que nunca había estado abordo, una Biblia. Misma que confiesa Putin, que lee y que no puede faltar en la aeronave. Como un estadista del siglo XXI, Putin no usa correo electrónico, ni tiene un blog, ¡ni usa celular!

Pero tiene una relación muy estrecha con Pedro el Grande, la figura de la historia rusa a quien más admira y con los Beatles. Por increíble que parezca que éstas dos figuras se unen en Vladimir Putin, así es. La diferencia radica en que lo que admira de los Beatles es la canción grabada en 1965 para el álbum “Help!” titulada Yesterday.

Y como la letra de dicha canción, dicen algunos, checa muy bien con el aún líder ruso, quien gobierna con visión abierta, moderna, con fuerza y métodos utilizados en el pasado, en el ayer.

ULTIMALETRA

¿Qué pasa con los líderes empresariales en Chihuahua?

Andan con el síndrome de Britney Spears, ese que busca que las personas aparezcan en los medios a como de lugar, sin importar lo que se haga para ello. Pues los líderes empresariales, Enrique Terrazas y Maurilio Ochoa así como el empleado de Terrazas, Alejandro de la Rocha, se la pasan peleándose públicamente y con una fina verborrea. El espectáculo que dan los tres es denigrante, vergonzoso y triste. Si van a estar en ese plan político-partidista, los tres deben de dejar sus cargos, por el bien de los ciudadanos, ya que nos dan mucha vergüenza a los ciudadanos, pero más a sus representados.