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Viernes 31 de agosto de 2012

Los mensajes del tribunal electoral

Hacen bien los jóvenes del #yo soy 132 en organizar el funeral de la democracia.


Hacen bien los jóvenes del #yo soy 132 en organizar el funeral de la democracia.

Los magistrados y la magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) no sólo desecharon los argumentos del Movimiento Progresista para invalidar la elección presidencial del 1 de julio, también arremetieron contra la coalición de izquierda calificando de la peor manera sus alegatos, sus pruebas, sus documentos notariados. Además, tal vez sin preocuparles demasiado, emitieron ominosos mensajes a la nación.

Con esto demuestran, en primer lugar, que son corruptos, en el sentido que Leonardo Boff, citando a San Agustín de a ese calificativo: “Cor ruptus” vendría a significar “corazón roto”, incapaz de sentir lo que la gente siente, de abrir su espíritu a los acontecimientos que se viven más allá de su búnker. Porque hasta las mentes menos sensibles se han dado cuenta que el proceso electoral que el presidente del IFE; Leonardo Valdez Zurita, quiere terminar a toda costa, ha estado plagado de irregularidades, de inequidad, de manipulaciones, de trampas.

Todo se podrá decir menos que no existieron las encuestas que “inflaron” la ventaja de Peña Nieto desde que empezaron a publicarse, hasta el último día que fue permitido revelar sus datos. Y que las encuestas que más “se equivocaron” fueron las que contrataron los medios más poderosos de este país, como la de GEA-ISA para Milenio, o la de Consulta Mitofsky para Televisa, o la de El Universal, o la de BCG Excelsior. Todas ellas “reprobadas” en un análisis de encuestas que hace en el más reciente número de la revista Nexos que lleva a cabo el nada izquierdista politólogo Leo Zuckermann.

Tampoco es posible negar que los medios con más penetración en este país o en este estado dieron una cobertura desproporcionadamente mayor a Peña Nieto y a los candidatos de su alianza, en forma de gacetillas encubiertas de noticias. Baste ver, por ejemplo, los excelentes servicios de Información Procesada de Chihuahua (INPRO) para constatar el número de notas y el espacio que se llevaron en los periódicos de la entidad el PRI y el PVEM, con sus propuestas, la mayoría de ellas anodinas y superficiales. No es posible que no se advierta no sólo la desproporción en lo cuantitativo sino el sesgo en lo cualitativo de los mensajes en contra del candidato de la izquierda.

Se necesita estar cegado por la complacencia de un sistema que muy bien lo retribuye a uno para no ver la profusión de espectaculares, los autobuses urbanos, uniformados de tricolor y todo el alarde visual priísta. Se requiere estar ciego, sordo y analfabeta en aritmética para no contar los enormes gastos del PRI y de sus gobiernos. Para no auditar las entregas mastodónticas de costales de papas, despensas, bicicletas, tarjetas, vales, dinero en efectivo. Para no advertir el sobre ejercicio de mil 757.6 millones de pesos del Gobierno del Estado de Chihuahua, precisamente en los tres meses que duró la campaña electoral: abril, mayo y junio de este año; el disparo hasta más de 200 millones de pesos de un presupuesto para comunicación social de los 96 millones que originalmente autorizado por el Congreso.

Pero la arrogancia, la unción de los magistrados al carro de la clase política fue tal que se atrevieron a emitir un juicio que ni los más avanzados estudios de impacto de los medios de comunicación se han atrevido a hacer: determinar que ni las encuestas manipuladas, ni la acción de los medios electrónicos lograron impactar la voluntad de los votantes.

Para ellos ni la prueba que exigió Santo Tomás es suficiente, porque ven pero no sólo no creen, pero ni siquiera sospechan, dudan. La única forma en que aceptarían dudar que el PRI ganara sería si quien cuestionara su triunfo fuera el PAN. Con la impermeabilidad de este tribunal a la duda, al cuestionamiento –que no sea a la izquierda- lo que está en duda, precisamente, es su calidad de juzgadores.

Así, quien manda al diablo a las instituciones no es quien las critica, sino quienes desde dentro de ellas las hacen inoperantes, interesadas, miopes, sesgadas, No son los dardos de López Obrador lo que más daña al IFE y al TEPJF, sino la negligencia de aquel en el vigilar, en el sancionar y la decisión de éste en validar unas elecciones que todo el mundo, menos ellos, vio cargadas de trampas, ilegalidades e inequidad. Nadie cree en unas instituciones que confunden la legalidad con la leguleyalidad y nunca se preocupan por la justicia auténtica.

Quienes integran al TEPJF deberían estar conscientes del efecto pedagógico de su resolutivo. A contrapelo de los millones y millones de pesos que los gobiernos de mala conciencia emplean en promover “la cultura de la legalidad” y los valores, lo que ellos le transmiten a la ciudadanía con su fallo es muy claro: lo malo no es robar, sino dejar pruebas de que robaste; la interpretación leguleya de la Constitución subordina a la interpretación justiciera de la misma; en este país se puede comprar todo, hasta la Presidencia, y de pasada, la ley.

Fallo por unanimidad. Unanimidad en conservar los privilegios de unos cuantos. Unanimidad en no desestabilizar el sistema que mantiene y reproduce dichos privilegios. Unanimidad en la falta de dignidad, ésta no cupo en una sola frase, en una sola abstención, ya no digamos voto en contra de la mayoría.

Hacen bien los jóvenes del #yo soy 132 en organizar el funeral de la democracia. Porque la oligarquía y sus aliados de toga persisten en matar en la cuna la democracia electoral.

Entonces, y otra vez el #yo soy 132 tiene razón, la democracia no habrá que buscarla en ifes, ni trifes, sino en las calles