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Lunes 21 de julio de 2008

Mecanismos de participación

Es aquí en dónde debe ser considerada la pertinencia de las consultas, empezando por su regulación orgánica


La llamada Consulta Energética concluirá en estos días y se espera que dé a conocer la opinión de la sociedad respecto al tema de la reforma energética, otorgando con ello validez o no a las diferentes propuestas que se encuentran en el debate legislativo. Resulta un paso fundamental de la democratización nacional el prever este tipo de mecanismos de participación, sin embargo, vale la pena analizar su suficiencia y pertinencia.

Una consulta, como se le ha dado a conocer oficialmente, supone un ejercicio que, mediante un método estandarizado, que básicamente consiste en un sencillo cuestionario, busca recabar la tendencia de la opinión de los ciudadanos sobre temas concretos, y con ello "guiar" o de alguna manera incidir en la toma de decisiones gubernamentales.

El valor informativo de este ejercicio es similar al de una encuesta, aunque metodológicamente inferior pues no depende de un muestreo estratificado representativo, sino de la voluntad de participación que mucho puede tener que ver con las filias y fobias políticas respecto a los convocantes, de modo que los resultados que arroje tendrán un necesario sesgo.

La inclusión de este tipo de ejercicios supone un crecimiento de las virtudes democráticas de un gobierno, pero debe ser entendido como un hecho incluyente y, además, sucedáneo de las opciones de participación previstas por nuestra Constitución y que, en primera instancia, son la parte medular de la construcción de nuestra República: la representación legislativa es el método de participación por antonomasia, los diputados y senadores responden a un determinado sector de la sociedad y debe estar encargados de llevar su voz a las tribunas de la toma de decisiones.

A veces se pretende que, al nacer el concepto de sociedad civil organizada, de muy reciente uso, se les eximió a los representantes legislativos de esa función, y se les ve como algo bastante ajeno a los ciudadanos, cuando el perfeccionamiento del sistema electoral, gran orgullo de nuestra consolidación democrática, se debe precisamente a que los representantes populares electos por voto directo y secreto deben llegar a sus curules y escaños con la mayor claridad y transparencia para que nadie ponga en duda su representatividad.

Entonces qué sentido tiene crear mecanismos de participación ciudadana que recaben la voz de la sociedad, si, al menos idealmente, es una parte sustancia de la formación republicana. Evidentemente el sentido está en que la democracia debe ser incluyente y no excluyente, que debe estar abierta a la modificación de la sociedad y ser propositiva para poder consolidar sus valores, como lo es la representatividad. Pero parte también de las consideraciones democráticas debe ser la construcción de un sistema de perfeccionamiento continuo, dispuesto al análisis de sus mecanismos.

Es aquí en dónde debe ser considerada la pertinencia de las consultas, empezando por su regulación orgánica (quién las hace, cómo se pagan, quién las avala y evalúa, etc.), hasta llegar al análisis del instrumento en sí; y a partir de este análisis considerar qué tan significativo es su uso y qué aportaciones reales tiene en la consolidación de nuestra democracia.

El caso de la reforma energética en este sentido es paradigmático: se trata de un tema se sumo cuidado, que merece ser analizado con todo el cuidado y profundidad posible, y por supuesto, que requiere de la inclusión de la opinión de la sociedad. En este sentido, la idea de una consulta se queda muy en la superficie de un tema tan complejo en el que, bien conducida, la voz de los ciudadanos podría tener aportaciones sustanciales, si se previeran mecanismos de participación más profundos que no sólo arrojen tendencia de opinión, sino la opinión concreta.

Conocer la opinión en un país tan diverso como el nuestro no es algo fácil, pero podríamos buscar aproximarnos más a la opinión de los ciudadanos, medir el impacto de un tema de manera más precisa, de modo que nos permita conocer, por ejemplo cuáles son las preocupaciones de los ciudadanos de la frontera norte respecto a la reforma energética, y cuáles son sus aportaciones al tema. Cómo podríamos los chihuahuenses tener una participación activa, si no se nos ofrecen los mecanismos adecuados, ni los que prevé la Constitución, ni los que se han ido creando.

Serviría mucho más, metodológica y democráticamente, que se realizaran foros ciudadanos de participación abierta e incluyente, en cada una de las entidades del país, o regionalizado por zonas estratégicas; o concursos abiertos de presentación de propuestas o investigaciones para que ciudadanos que tienen una especialización académica puedan dar su aportación al tema, considerando que quienes ganen el concursos, personas u organizaciones, participen en foros de discusión pública. Esto permitiría pasar de la metodología de la encuesta que sólo marca tendencias, al análisis de la opinión concretamente.

Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es ednafuerte@gmail.com para sus comentarios. Muchas gracias.