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Sábado 12 de diciembre de 2009

Miren qué mano es la que tira la piedra

Hay un viejo dicho de la gente del campo, que dice: “Perro que come huevo, aunque después le quemen el hocico…”


Hay un viejo dicho de la gente del campo, que dice: “Perro que come huevo, aunque después le quemen el hocico…”

Revestidos de poses heróicas los figurones públicos más conocidos del priísmo elevan airadas voces en contra de lo que ellos señalan como “actos anticipados de campaña” de parte de sus adversarios políticos ahora que el ambiente pre-electoral empieza a caldearse. en nuestra entidad. Y sobra decir que inmediatamente obtienen el incondicional eco de la prensa mercenaria, pero no fortuita ni espontáneamente, porque hasta los menos enterados sabemos que todo es una estrategia largamente pensada y calculada.

Quien sin conocerlos, los viera tan indignados en sus protestas, imaginaría que tal actitud les proviniera de una prístina pureza de ideales soportada por rectas conductas y honestos desempeños; Que cual arcángeles vengadores emisarios del todopoderoso pueblo, no pudieran soportar la idea de que alguien en nuestra patria trasgrediera las normas electorales y armados con toda autoridad moral, con flamígera espada justiciera se lanzaran en defensa de los derechos de la población.

Pero como en cambio los que bien los conocemos y día con día, paso a paso, observamos sus acciones, simplemente exclamamos, “A ver… ¿Pues a estos quién los entiende, con toda esta alharaca están señalando los actos de los contrarios o nos están platicando de lo que ellos mismos andan haciendo? y es que a fuerza de vernos tan indolentes, se han creído a pie juntillas aquello de que “en el país de los ciegos el tuerto es rey” y por supuesto al reconocerse tuertos ellos, en automático nos asignan a todo el resto el triste papel de ciegos. A veces lo pareciera, pero no es ceguera la nuestra, en todo caso y siguiendo una antigua tradición mexicana de indiferencia resultada de la impotencia y mientras no nos afecte en forma muy cercana, la mayor parte del tiempo los mexicanos “nos hacemos como que no vemos” por grave que pueda ser el asunto.

Así se trate de imposiciones de candidatos o hasta la comisión de homicidios para ese mismo propósito; a ver por ejemplo: ¿ahorita quién se acuerda de Etzel Maldonado a quien se despacharon porque no se alineó con “alguien” y del infortunado agente de la Procuraduría de Justicia del Estado al que se le había encomendado el caso y que pagó con su vida el haberse aproximado a descubrir lo que no convenía a ese mismo “alguien.”- Así somos mexicanos, primero los dejamos hacer lo que les da su gana y luego nomás nos quejamos de cómo nos tratan -

Pareciera que habláramos de cosas inconexas, pero a fin de cuentas todo acaba por relacionarse, cada asunto es sólo un hilo de la enmarañada trama de la política, al menos de esta idiosincrática y priísta forma de hacer política, que lejos de mantener su esfera de competencia (que tanto defiende desde adentro) en cambio hacia fuera se proyecta, se esparce y contamina todos los ámbitos de la vida nacional – incluyendo el religioso- ¡aunque usted no lo crea!. El mismísimo Benito Juárez los mandaría fusilar y sepultar en tierra bruta, si viera el grado de intromisión de los que tanto y tan hipócritamente lo defienden, claro que sus enjuagues no los realizan con la feligresía sino con algunas cúpulas de terrenos religiosos, o si no que le pidan informes al ex – obispo de la dióscesis de Chihuahua quien en ningún momento mostró escrúpulo de su estrecha y tolerante relación con el gobernador del estado. Tanto, que casi, casi se le pudiera señalar de colaboracionista, causa – según dicen- de que tanto la feligresía como gran parte de la curia, presionaron hasta que monseñor Fernández Arteaga fue removido de su cargo para que el Benemérito de las Américas pueda descansar en paz porque el quiso bien lejos del poder político a los poderes religiosos y viceversa, cosa que aquí, por cierto no se estaba dando.

Válido es pues este ejemplo de cómo la mala política nos invade a todos y en todo, por todo esto, es patético el hecho que al hablar de política, en la mente de las personas la imagen que más se asocie a este concepto es la del cáncer. Porque – niéguelo usted – basta con que se mencionen estos asuntos para que nos invada un escozor y un prurito que ni la tan temida influenza logra hacernos sentir.

Y es que así como un carcinoma sin control potencialmente se extiende y se ramifica afectando a todos los órganos de un cuerpo, así esta degenerada actividad política penetra y corroe hasta el último rincón de nuestra vida nacional.

Aunque pareciera que nos gusta complicarnos la existencia, este ejercicio de análisis de nuestros ¿“porqués”? es deliberado, porque no quermos pecar de ese simplismo y ese inmediatismo del que adolescemos como nación y que como a las mulas de la recua, sólo nos permite ver lo que nos quieren poner enfrente mientras a nuestras espaldas ellos hacen lo inconfesable, al considerar todos estos ángulos de la compleja realidad, pretendemos que nuestro pobre y limitado intelecto alcance a comprender los que ante nuestra atónita mirada parecieran casos absurdos. Como por ejemplo: El pueblo de México, ¿votando otra vez por el PRI?, ¡Quién lo dijera!, pero desmenuzando el dato escueto, empezamos a distinguir que no es a secas “el pueblo”, porque a este se pueden encontrar particularidades, porque sin dejar de ser un comglomerado, no es homogéneo, ya que está formado por personas viejas, maduras y jóvenes, que viven desde una forma muy diferente su actual momento político y esto lo saben muy bien aquellos que se dedican continuamente a manipular los datos de la realidad para influir tendencias en los votantes.

Porque no es lo mismo solicitar el voto a los que de alguna forma ya tienen un camino recorrido y han sido testigos del desempeño de tal o cual partido, tampoco es el mismo tratamiento el que se les puede dar a los adultos maduros, que presionados por las responsabilidades y las obligaciones de la búsqueda del sustento diario, poco o ningún interes le dedican a las cuestiones políticas y apremiados por la necesidad no quieren saber de ideologías ni principios sino de resultados inmediatos que les alivien las limitaciones económicas que padecen.

Por eso la apuesta del PRI se finca en el convencimiento de la parte más joven de nuestra población, la que de antemano saben que por característica de edad, es rebelde en contra de lo establecido y que sin mucho análisis de los antecedentes de este difícil momento por el que atravesamos, en forma impulsiva y casi automática se lanza en contra de los que están en el poder en este momento, que a toda conveniencia del PRI, hoy es el otro partido, pero no sólo eso, con toda dedicación que si fuera igualmente ética que intensa, sería loable.

El “nuevo” PRI, enfoca sus baterías a un acercamiento con los jóvenes en edad de votar, pero en vez de adoctrinarlos apelando a los más altos y nobles idealismos, simplemente les da por su lado organizandoles pachangas y francachelas EXACTAMENTE CON LA MISMA INTENCIÓN CON LA QUE UN TRAFICANTE DE DROGAS SE ACERCA AL PRINCIPIO PARA CON SU VÍCTIMA, es decir, fingiendo una amistad generosa para luego ya cuando lo tiene enganchado y enlodado, seguir exprimiéndole su culposa participación, perpetuando así el gran mal de nuestro sufrido México, con una generación más de victimas adictas al mal trato que les proporcionan sus secuestradores ideológicos. Un auténtico paradigma similar al “síndrome de Estocolmo” donde las víctimas crean lazos de apego insano para con sus victimarios.

Pero, acaso esos jovenes no tienen padres que los puedan advertir y proteger de esas asechanzas partidistas antiéticas, porque de sus maestros, con los que conviven la mayor parte del tiempo de seguro no obtendrán el apoyo y la orientación que necesitan, toda vez que la gran mayoría forma parte del mismo sistema de contubernios heredado de este nefastom partido y están más interesados en ver que forma de chantaje esgrimen para lograr mayores prebendas de parte del gobierno en turno. Deberíamos empezar a legislar ya para que estas prácticas de enajenamiento ideológico practicadas desde adentro de las instituciones educativas, sea considerada un delito grave, equiparable a esos otros con los que se daña tanto a nuestra juventud, como lo son la drogadicción y la trata de personas.

¿De quién será más conmovedora la “ingenuidad”? – por llamarle de alguna forma - si de la alta dirigencia del PRI, que apuestan sus esperanzas de triunfo a la amnesia colectiva de la ciudadanía votante adulta, formada en su mayoría por gente tradicionalmente apática y ahora además decepcionada, que por no haberle entendido nunca a la política, dejó siempre esos asuntos en manos del lobo o sea, de los políticos. ¿O funda el PRI sus expectativas de éxito en la ignorancia de la historia presente en las nuevas generaciones de mexicanos?, quizá un poco más politizadas sí, porque simplemente por no haber nacido en aquel entonces no conocieron al viejo PRI, autor de los grandes males que hoy aquejan a nuestro país.

Aquel PRI, ayer formado por políticos bestiales que fueron amos de la simulación que abanderados con la máscara de un supuesto origen democrático, parapetaban el ferreo control totalitario con el que fueron capaces de asesinar a quienes se les oponían, aunque estos opositores fueran nuestra mismísima juventud mexicana, aquellos estudiantes que en 1968 tuvieron una mentalidad más avispada que el resto de la población gracias a su preparación universitaria y que al elevar su legítimo reclamo de auténtica democracia fueron acallados brutalmente por ese sistema de gobierno que ya desde entonces no respondía a las demandas de la población, sino a los intereses creados por su estructura partidista piramidal y autoritaria, misma que se conserva sin cambios hasta la fecha por más que nos quieran vender la idea de que en el nuevo PRI están “totalmente renovados y limpios de toda culpa”.

Hay un viejo dicho de la gente del campo, que dice: “Perro que come huevo, aunque después le quemen el hocico…” , y que es una expresión usada para ejemplificar que así como un animalito de estos cuando ha probado lo rico y abundante de ese manjar prohibido para él, siempre buscará la forma de volver a hurtarlo; Cuando alguien adopta malas mañas que le brindan beneficios, es muy difícil, practicamente imposible, que se regenere de sus conductas viciosas por su propia iniciativa.

El pueblo de México le asestó un durísimo golpe correctivo a este partido, cuando en una histórica jornada de comicios, en el año 2000 sacó al PRI del mando y le concedió a otro partido la oportunidad de gobernar, pero a todas luces queda evidenciado que dentro de ese partido, como toda la mala hierba, los muchos políticos amañados que en el medran, son un mal difícil de erradicar. El correctivo no fue suficientemente fuerte, porque aunque se les arrebató el cargo presidencial, se les concedió en cambio una mayoría en el ámbito legislativo misma que en vez de utilizar para favorecer la transparencia y el desarrollo de nuestra patria, han estado utilizando para sabotear el desempeño del poder ejecutivo.

Le hace falta al pueblo de México dar otro golpe, esta vez más fuerte y definitivo, algo que verdaderamente le rompa el hocico al perro mañoso y que lo deje fuera de combate por buen tiempo, el suficiente al menos para que esta pobre y exahusta gallinita que es ahora nuestra patria, tome un respiro y pueda volver a tener… huevos.