14.87°C

Cielo Claro

Chihuahua, Chihuahua



Lunes 13 de septiembre de 2010

Mujeres en el crimen organizado

Encabezan mujeres bandas de secuestradores y sicarios


Encabezan mujeres bandas de secuestradores y sicarios

Juárez.- Los dos automóviles en los que viajaban cinco adolescentes fueron interceptados a mitad del vecindario, cuando muchas personas estaban todavía en la calle. Por eso fue que vieron a cuatro sujetos descender, armados con fusiles y pistolas tipo escuadra, y dirigirse hacia el Nissan Altima color gris en donde iban sentadas dos quinceañeras junto con el piloto. Los tres murieron en el acto, pero el ataque en realidad iba dirigido a una de las menores, a quien desfiguraron el rostro a balazos. ¿El motivo? Algunos vecinos del lugar sostienen que ella encabezaba una célula criminal.

El triple asesinato, ocurrido la noche del jueves 17 de junio, fue un episodio conmovedor para una sociedad castigada por la violencia y el crimen. Con miles de asesinatos a cuestas y cientos de víctimas inocentes en apenas tres años, la idea de una nueva equivocación de sicarios ganó terreno, sobre todo en esa colonia, llamada Manuel Valdez, donde los enfrentamientos a tiros son cotidianos. Pero las versiones que pesan desde entonces sobre la menor fueron respaldadas por la misma familia. “Sabíamos que andaba metida con gente mala”, sintetiza una de las tías.

La autopsia reveló que los asesinos usaron rifles AK-47, R-15 y una pistola nueve milímetros. Si bien la investigación no ha concluido, la Procuraduría de Justicia del estado deduce que ése, igual que 90% de los 429 homicidios de mujeres ocurridos entre enero de 2008 y agosto de 2010, guarda relación con actividades de la delincuencia organizada. O, más específicamente, que las mataron por tener algún grado de colusión con actividades ilegales.

Tan sólo en Ciudad Juárez, este año fueron asesinadas 178 mujeres en ocho meses. La frecuencia con la que se registran los ataques ha ido en aumento a través del tiempo. De hecho, agosto es el mes con mayor cantidad de homicidios en la historia, con 40, cifra que rebasa al total de casos ocurridos en 2001, cuando se llegó a la cresta más elevada de víctimas mortales contabilizadas desde 1993.

“No sé si decir que este nivel de involucramiento de la mujer en actividades del crimen organizado es hasta cierto punto un proceso natural, pero es un hecho que buena parte de la sociedad está implicada en el crimen y esto finalmente es parte del fenómeno que envuelve también a los adolescentes. La evidencia es abrumadora: el homicidio de mujeres por esta causa ha crecido en términos absolutos, tal y como lo muestran las estadísticas”, observa Hugo Almada, investigador de temas sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).

Encabezan bandas

El asesinato de mujeres con arma de fuego creció proporcionalmente los últimos tres años, cuando inició aquí la embestida federal contra las estructuras del narcotráfico. En 2008 representaron alrededor de 5% del total de homicidios; en 2009 alcanzaron 6%, y hasta agosto de este año son 9% del total, de acuerdo con cifras oficiales.

El grado de intervención de las mujeres no se constriñe al negocio de la droga. Por lo menos desde 2009 han caído presas, además, por integrar o comandar bandas de asaltantes, secuestradores, extorsionadores y sicarios, señalan registros de la Procuraduría local. Adicionalmente, la vocería de la Operación Conjunta Chihuahua informó que el año pasado fueron detenidas 5 mil 152 personas, de las cuales 360 fueron mujeres.

Las indagatorias sugieren que muchas de ellas vendían droga en sus casas o centros laborales. La inducción más común, precisan, sucedió a través de sus parejas. Con ellas se iniciaron en el negocio o bien lo heredaron tras su asesinato o aprehensión.

“Muchas de estas mujeres se ven presionadas de distinta manera para entrar a esos círculos criminales, sobre todo cuando quedan solas como consecuencia del asesinato o desaparición de sus maridos. Económicamente quedan sin ayuda y con los enlaces del marido. Hablamos de mujeres jóvenes, con 20 o 25 años y con tres o más hijos, a las que realmente no les queda otra opción”, señala Irma Casas, directora del centro de crisis para la mujer Casa Amiga Esther Chávez Cano.

La participación de mujeres en algún eslabón delictivo no es novedad. Desde comienzos de la década, autoridades y diversos organismos de la sociedad civil advirtieron su masificación sobre todo después de los atentados contra las Torres Gemelas, cuyos efectos negativos padeció la frontera mexicana de forma inmediata. La crisis provocada por el colapso de la maquila, en 2002, acrecentó también la prostitución y la venta y acarreo de drogas. Sin embargo, los asesinatos han vuelto notable lo que ocurrió a través de la década.

“Algunos grupos de mujeres siempre han sido partícipes activas de la delincuencia organizada, pero no suelen ser las que toman las decisiones, las que ostentan el poder. En todo caso, son los brazos ejecutores del poder. ¿Hay chicas involucradas? Claro, pero la red es increíblemente compleja, porque no se trata sólo de narcotráfico y sólo de necesidades. Detrás existe una historia de violencia del poder público y una violencia cultural, y por eso mismo es grave estigmatizar nuevamente a la mujer, en términos generales”, advierte Clara Rojas, doctora en Retórica y Comunicación de la UACJ.

En los hechos, no se trata de señalar automáticamente el rol de la mujer en cuestiones de delincuencia organizada, sino de comprender el nuevo episodio de violencia que vive la región y entonces tratar de hallarle solución, dice Óscar Maynes, criminólogo que asesoró hasta 2004 las investigaciones sobre los homicidios de mujeres emprendidas por la Procuraduría. “No debe sorprendernos lo que pasa. El hecho de ver jovencitas metidas en negocios criminales era hasta cierto punto obvio: el Estado tiene bloqueadas las salidas para el desarrollo de estos jóvenes y la sociedad tampoco ha dado herramientas a los padres de familia para enfrentar un fenómeno de tal magnitud. Si hablamos de equidad de género, esta frontera sirve para comprender también que esa equidad se extiende a todos los rubros, incluido el crimen”, explica.

Juárez es el municipio que concentra la mayor cantidad de asesinatos de mujeres bajo el mismo patrón del acribillamiento. Sin embargo, las autoridades ubicaron en la ciudad de Chihuahua el primero de los imperios criminales comandados por una mujer.

“La Doña”

La casa que habitó Elizabeth Rodríguez Griego, de 39 años, se localiza sobre la calle Mina, en la colonia Cerro de la Cruz. Es una residencia de dos plantas, con garaje cerrado y techos de teja en doble caída, pintada totalmente de blanco. Hasta ella arribó un grupo armado una noche de enero de 2009 para prenderle fuego. En el frente dejaron un tambo con piernas humanas y una manta impresa por profesionales, con la fotografía de la mujer, a quien acusaban de asesina y traidora.

Rodríguez, conocida como La Doña, saltó a la luz pública desde entonces, pero fue hasta agosto de este año cuando la procuradora Patricia González la identificó como jefa de Gente Nueva en el centro y sur del estado.

Gente Nueva es como regionalmente se identifica a la estructura local comandada por Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Como cabeza de un par de células criminales, dijo la procuradora, La Doña ordenó al menos 12 homicidios y nueve secuestros, por los que cobró al menos medio millón de pesos.

La Doña fue asesinada junto con uno de sus hijos, de 17 años, dentro de una de las habitaciones del hotel Howard Johnson, en Parral. La autopsia reveló que tanto ella como el menor fueron sometidos a tortura. A los dos les fueron cercenados dedos de las manos. A la mujer la desfiguraron con 30 balazos de Kaláshnikov, y su hijo fue igualmente despedazado por el efecto de 29 disparos a corta distancia.

De acuerdo con informes de la procuraduría, Rodríguez ascendió en el mundo criminal a partir de sus parejas. Hasta 2006 estuvo casada con un ex agente federal llamado Roberto Matán, acribillado ese año en las inmediaciones de Tepito, en la ciudad de México. Posteriormente se ligó sentimentalmente con Luis Alfonso Sánchez Verín, a quien la autoridad identifica como el primero de los operadores de Gente Nueva en el centro y sur de Chihuahua. Sánchez fue asesinado a principios de 2009 y Rodríguez heredó el mando.

La mujer adquirió relevancia no sólo por ser cabecilla de dos células del crimen organizado, sino porque una de las últimas operaciones que ordenó costó la vida al empresario Mario Humberto Medina, sobrino del gobernador electo de ese estado, César Duarte.

Violencia extrema

Durante el tiempo que comandó La Doña, muchas otras mujeres, jóvenes la mayoría, fueron asesinadas con armas de fuego y algunas sometidas a largas sesiones de tortura.

En noviembre de 2009, hombres armados privaron de su libertad a cuatro estudiantes de 20 años. Estaban reunidas en una vivienda de la colonia La Cantera, en la ciudad de Chihuahua. Los cadáveres de dos de ellas, Blanca Yazmín Durán Ángeles y Patricia Adriana Urquiza Núñez, fueron localizados al día siguiente, y 40 horas más tarde las otras dos, Sarahí Trujillo Anguiano y Marcy Yuridia Trujillo. Tenían la cara cubierta con cinta adhesiva, signos de golpes y el tiro de gracia.

Ese mismo fin de semana, en Ciudad Juárez, las autoridades hallaron los cuerpos sin vida de dos hermanas, María Guadalupe y Concepción Guardado Márquez, de 17 y 18 años. También se les sustrajo violentamente de su vivienda, en una colonia popular llamada Senderos de San Isidro. Ambas fueron golpeadas antes de dispararles a la cabeza. Las horas previas a su secuestro tuvieron fiesta en casa, como solían hacerlo, según los vecinos.

Un par de meses antes, el subprocurador para la zona norte, Alejandro Pariente, declaró a un diario local que nueve de cada 10 asesinatos de mujeres eran atribuibles a grupos de la delincuencia organizada, pero no ofreció pruebas ministeriales de ello.

Dijo, en cambio, que como instancia investigadora estaban enterados de que “algunas mujeres han estado presentes en reuniones con gente peligrosa”, y que desde 2008 “se había detectado que las mujeres estaban relacionadas sentimentalmente o tenían lazos familiares o de amistad con integrantes del crimen organizado”.

A finales de agosto, Vidal Díaz-Leal Ochoa, coordinador de la Policía Federal en Chihuahua, declaró a periodistas que las mujeres están siendo empleadas incluso como sicarias por las bandas delictivas. El funcionario dijo disponer de casos en los que se les ha detectado como carnada para atraer tanto a policías como a miembros de grupos rivales, o como simples acompañantes de asesinos al momento de operar.

La versión del jefe operativo ocurrió días después de que Rogelio Amaya Martínez, presunto sicario de La Línea —el grupo local de crimen organizado—, revelara durante un interrogatorio videograbado por la Policía Federal que su grupo solía reclutar mujeres jóvenes y atractivas para infiltrar y asesinar rivales. Pero de ello no existe mayor evidencia, dijo después el vocero de la dependencia, José Ramón Salinas.

Es la falta de evidencia contundente la que inquieta a las activistas que por años han luchado por reducir la violencia de género en la ciudad.

Cecilia Espinoza, de la red Mesa de Mujeres, dice que en su trabajo con víctimas han encontrado variables muy distintas a las de las autoridades.

“Encontramos, por ejemplo, un aumento en casos de violencia por cuestiones de género de más de un 40% respecto a 2009. Y el hecho de que cualquier asesinato de mujer lo enumeran como asesinato de la delincuencia organizada sin concluir ninguna investigación nos parece sumamente grave. Sabemos, claro, que muchas están involucradas con la delincuencia organizada, pero lo están en niveles básicos: son las que operan las tienditas en los barrios porque mataron al esposo o al hijo o porque han sido obligadas. Pero ello está siendo utilizado por la autoridad para invisibilizar la violencia que en general sufren las mujeres”.

Desenfreno

Muchos de los homicidios que se cometen guardan otro patrón, más allá del de las balas: la fiesta.

La tarde del 15 de agosto un grupo de mujeres menores de 20 años llevaba tres días de festejos dentro de una vivienda que recientemente habían rentado en la calle Los Ángeles, de la colonia Industrial, un enclave de clase obrera al poniente de la ciudad. De acuerdo con autoridades, las acompañaban cuatro sujetos igualmente jóvenes. Ellas estaban en traje de baño, en el patio trasero de la vivienda, cuando irrumpió el grupo armado para asesinarlas. Tres murieron en el acto y cuatro resultaron heridas de gravedad. De los muchachos, sólo uno murió en el tiroteo que, de acuerdo con la versión de testigos, se prolongó unos 20 minutos. Todo indica que el objetivo del atentado fueron las mujeres.

“Al menos a mí no me cabe duda. Ellas eran las que tenían la fiesta y fueron el blanco del ataque”, aseguró uno de los vecinos. “Esta realidad es preocupante, pero de ninguna manera sorprendente”, dice el criminólogo Óscar Maynes. “En Ciudad Juárez los niveles de consumo de droga y alcohol son equiparables entre hombres y mujeres menores de 25 años, y en el contexto que tenemos, los jóvenes comienzan a formar sociedades alternas y en ellas buscan un estatus. Por desgracia el estatus en esta sociedad es el de la violencia. Las mujeres suelen ser igual de violentas y activas que los hombres, y de eso hemos tenido varios ejemplos”.