12.46°C

Cielo Claro

Chihuahua, Chihuahua



Sábado 5 de febrero de 2011

Ninfas espiritosas

Hay mujeres que nacen con una belleza física tal, como si fueran concebidas por capricho artístico


Hay mujeres que nacen con una belleza física tal, como si fueran concebidas por capricho artístico

Hay mujeres que nacen con una belleza física tal, como si fueran concebidas por capricho artístico de la naturaleza. Aturden a cualquiera que las contemple. Obras de arte vivas.

Algunos padres, encandilados con lo que engendraron, en vez de cuidarlas, son quienes les tienden las trampas, dirigen todos sus esfuerzos a la explotación de sus atributos, que sean más gráciles, encantadoras. Se consagran a vivir de ellas.

Las acomodan en diferentes escaparates, desde niñas, su ambición les hace ciegos a los riesgos y descuidan su estructura moral. Enseñándoles a usar su belleza, como principal o único recurso, para materializar cualquier deseo.

Ellas, se acostumbran muy pronto a que un simple guiño suyo, surte cualquier efecto. No cultivan sus virtudes, instigadas por sus padres lenones. Se conducen como estrellas de cine. Eso es lo que pretenden ser. Mejores, más famosas y acaudaladas, que la que más haya sido.

Van acumulando premios, con lo que nutren el engreimiento de sus padres, de su familia y de ellas mismas. Hasta que llega el gran certamen, que les da fama y la posibilidad de pertenecer al mundo de la gente bonita, como de película.

Lo mejor para ellas, lujos todos, a tono, con su porte. Ambientes en los que solo ellas faltaban, para rematar la armonía perceptible. Es el instante en que deciden soltarse de los padres, o agradecidas por tanto apoyo, se inclinan por mantenerlos en definitiva. En realidad lo han hecho desde el primer contrato.

Aparece el príncipe, ese hombre capaz de fabricarles los sueños que ellas diseñen. Les piden reducir una talla más. Lo logran con el alimento diario de la adulación, quedan majestuosas. Los diamantes acentúan su imagen. El mar combina con sus ojos y el sol sobre sus pieles perfectas, es una caricia envidiable por cualquier mujer y deseo de cualquier hombre.

Ya llegaron. Pueden llegar más lejos, más alto, “Hasta donde nadie haya podido llegar”, Son ya el centro del mundo, del suyo. Todo es fiesta, sesiones fotográficas, recepciones, presentaciones, mantenimiento físico. Agotador, pero mantienen su meta firme. En ese ritmo, tienen un breve lapso, para lograr un mejor contrato y el estrellato, porque tratándose de belleza, el tiempo es apremiante.

Contemplando las estrellas desde cualquier Penthouse, absolutamente todo es pequeñito. Empiezan a volar, una o dos veces diarias, después del mejor champagne. Se bañan en champagne, cuantas veces les plazca. O, en cualquier océano, en el yate con su nombre pintado con letras de oro.

Ya casi están listas, su príncipe ya hace los preparativos, para presentarlas con los mejores directores, para ordenarles que protagonicen su película. Una que les escriban a la medida. Ellas corresponden con su ser total ¿Cómo no corresponder a cambio de la gloria? ¿Quién podría negarse a ser co-propietarias del mundo?

Algunas lo logran. Otras, se confinan a una relación tortuosa y muy destructiva, con mucho éxito profesional. Las que no tienen tanta suerte, aparecen a ocho columnas, acompañando a sus príncipes, esposados, viendo como se evaporan sus sueños y su vida, en cada flashazo de periodista de nota roja.

Sara O. Durán