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Domingo 12 de julio de 2009

Peregrin...ando

He tenido el honor de besar su mano delicada, cruzar su mirada con la mía y decirle unas palabras


Ofrecí escribir de esta peregrinación de varios lugares donde se asienta gran parte de la historia de la cristiandad. AQUÍ SE REMUEVE EL ADN CRISTIANO. Acompaño algunas fotos para que este diario escoja las que considere. Haré lo imposible. Resumir en unas cuántas palabras e impresiones la experiencia de estos dos primeros días intensísimos.

No he dejado de pensar en mi país. Me siento un poco como aquel personaje interpretado por Tom Hanks, en la película “La Terminal” que vió a su nación en tv que estaba en guerra y aquella expresión del actor de amor y de tristeza cuando veía como se destruía su patria. En México no estamos en guerra pero lo que acaba de ocurrir conjura, dicho esto con humor y algo de metáfora, a los diferentes demonios, que como la pandemia de la influenza andan todavía por ahí.

La democracia es el camino de la civilización moderna. ¡Lo creo y seguiré luchando por ella! Pero también es el espejo de nuestras propias miserias.

Soy un peregrino que lleva en su alforja las preocupaciones, las pocas batallas porque para nadie serán suficientes, el testimonio de los mártires que he conocido, un mapa de guerra, un cúmulo de alegrías y penas y sueños, una fé y una esperanza que solo Dios sabe de su consistencia o inconsistencia. Las aviento al suelo del aula Paulo VI, en el Vaticano, frente a la sonrisa eterna de Benedicto XVI a unos diez metros. Veía él a la concurrencia y saludaba. Y por momentos clavaba la mirada en los que estábamos en primera fila. Yo no dejaba de observar a aquel viejo luchador que en los únicos tres libros de su autoría que he leído: Informe sobre la Fé, antes de ser Papa, en el reciente de Jesús de Nazareth, obra maestra y bellísima, y en uno que siempre está en mi cabecera, no sé si escrito por él, que se titula “Yo me llamo José”, y donde trasmite lo que es la propia doctrina de la Iglesia pero también su estilo literario y su capacidad para entrar en el alma de los seres humanos. En esa frágil figura de mirada avispada se sostiene la promesa de Cristo: Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos…

He tenido el honor de besar su mano delicada, cruzar su mirada con la mía y decirle unas palabras.

Su mensaje en ese evento fue sobre la encíclica que sacó hace unos días CARIDAD ES VERDAD. Con esas tres palabras está dicho todo para quienes luchamos por un mundo mejor. Es un mensaje para todos porque el exámen principal en el día de nuestro juicio final será sobre EL AMOR. Ni los libros, obras de arte, ni la vida entregada a las mejores transformaciones del mundo, ni los mundos financieros, artísticos, literarios, políticos… tendrán sentido si en su tiempo no lo hicimos con amor e inspirados por el amor de Cristo. SE VALE DECIR que con todas nuestras miserias, defectos, mezquindades, CON TODO NUESTRO BARRO, A VECES INFERNAL, UNA COSA DEBIMOS, TENEMOS Y DEBEREMOS TENER BIEN CLARO, AL REINO NO SE ENTRA SINO LO EMPEZAMOS A CONSTRUIR EN SUS PRIMERAS PIEDRAS EN NUESTRO PROPIO CORAZÓN.

Salimos del Vaticano. Me entero del asesinato de un valiente cormón chihuahuense a manos del crimen organizado. Rezamos por él. Que se haga justicia….El calor era abrasador pero un pequeño restaurante con un mesero protagónico y amable, que gustaba de México, en frases cortas nos hacía reir sobre Pancho Villa, Benito Juárez y demás. No sabía que entre nosotros iba un historiador de verdad, “José Luis, mi hijo” quien se motiva inmediatamente por los comentarios y lanza los propios. Un momento realmente agradable, un oasis de calor humano, de agua fresca y ensaladas, que paradójicamente, nos vuelve el alma al cuerpo que ya salía por la desvelada anterior, el cambio de horario, el sol quemante, la caminata extenuante…

Aquí vamos pues señor este grupo de peregrinos que somos un mosaico como la vida misma. Se equivoca quien piense que el mundo y la vida nos ha privilegiado. Nos has privilegiado Tú, Señor. Y aquí caminan contigo una madre de setenta y tres años que en cada momento de alegría evoca con nostalgia al gran amor de su vida, mi padre. Ella, la abuela extrema, como ya le decimos en familia por sus capacidades deportivas y alegría de vivir siempre es una aliada y la única que sigue el ritmo vital de mi esposa Tere. Dos amantes de la vida al extremo.

Pero ella, mi madre carga las penas y alegrías de sus hijos y llora en silencio, de vez en cuando. Aquí viaja, camina determinado, un guerrero de ochenta y ocho años, mi suegro, que cuidamos su corazón fisicamente para que siga prodigando amor. El, es de esos hombres incapaces de molestar o dañar a nadie con alguna palabra o mala actitud. Ama la vida profundamente. Y Dios le dará muchos años más. En su juventud llegó a tener tres empleos en un solo día, para sostener el gasto de su familia y a su edad todavía trabaja en la imprenta de su hijo, gana dinero y ayuda a los suyos. Cuidar en el kabuz de este gran tren cada uno de sus pasos me hace sentir honrado y motivado a ser algún día como él. Al frente va mi esposa, que aprende cualquier idioma en dos minutos. Reúne al grupo y saca de adentro reflexiones teológicas que nos maravillan, contesta difíciles interrogantes de adolescentes listos. Su gran motivación es el amor y la familia. Ella está un poco de luto por el resultado de las votaciones. Siempre piensa en la gente cercana que perdió las elecciones en México y en silencio desliza sus bendiciones y su esperanza. He ahí en esa mujer una fuerza y una determinación como la de María en la huída a Egipto para dar a luz al Mesías. En mis hijos, en mis bellas hijas, descubro una gran amistad, grandes carcajadas. José Luis idolatra a Héctor José, es su aliado, y en muchas ocasiones su escudero. Una gran inteligencia como la de José Luis necesita un guía y la fuerza de un hermano mayor que lo lleve en el mundo que no necesariamente es ingenuo. Mis hijas, en armonía, con buena actitud, ayudando en todo a la abuela, campeonas en subir escaleras y aguantar el sol. En Teresita hay una gran bondad, es reservada y de gran valentía como su madre. Gaby, es la expresión de la femineidad y la dulzura, también igual que su madre. Atrás en el kabuz de ese tren, de ese mosaico camino yo siempre en contacto físico con el abuelo, platicando de todo. Les digo a todos: llegando a Paris me les voy a perder con el abuelo y si tienen tele hay la ven. En ese lugar donde voy yo me motivan varias imágenes. Una de ellas saber que José, el esposo de María, protegió a la madre de Dios, siempre y con humildad hizo lo que tenía que hacer. Me motiva saber que tengo un cirineo en mi propia travesía. Héctor José, mi hijo, que a sus dieciséis años tiene la madurez de un adulto. Es travieso como chavos de su edad, pero ayuda a los abuelos, gira instrucciones, en ocasiones con gran autoridad, protege a sus hermanas. Mi labor, con él cargando el propio peso de mi cruz es alentador. Si alguien se pierde en la multitud ahí está Héctor José para encontrarlo corriendo y deslizándose con agilidad de pantera. Si alguien tiene problema para comunicarse con otro peregrino de otro país es un buen entendedor del idioma. Listo, fuerte, determinado, considerado, de gran sentido del honor es mi cirineo, que nunca deja la cruz para descansar.

En fin, aquí en este grupo familiar caminan preocupaciones familiares, problemas económicos, crisis adolescentes, persecuciones por causa de la justicia, problemas de salud, proyectos inacabados, penas ancestrales, alegrías serenas, solidaridades fuertes, incomprensiones recibidas, amor manifiesto a raudales. Carcajadas, suspiros, abrazos, besos, una que otra lágrima. Todo como en botica.

Aquí, gentes de todo el mundo, un universo relajado. Los Mexicanos y los Italianos somos tan semejantes. A éstos no se les sube lo europeo, o al menos eso parece, porque también hay cada eurofresa que ignoran QUE AMERICA es mejor, JA JA.

A las doce y media termino este relatito. La noche es bella, tranquila. Mi esposa duerme. Tomo uno de mis tres libros que me acompañan, Los Gajes del Oficio, que habla de la vida de muchos escritores Americanos y Europeos y convoco al sueño en esta noche de Roma. ¡ Bendito seas, Señor porque el mundo dá la oportunidad de conocer tantas cosas bellas!

Bendito seas porque los abuelos y los hijos recordarán esto toda su vida. Ojalá sean unos cuantos pasos, que has permitido tú, para llevarnos en tu estrategia divina, a la verdadera ciudad eterna, que no es ésta, donde tus humildes peregrinos, recorren parques, baldosas, calles y demás, dejando su sudor como ofrenda para ti.

Buenas Noches Roma. Te disfrutaremos en grande, después la ciudad de la Luz nos espera. Espero que no me asalten los demonios con la belleza de las parisinas. ¡¡¡No es verdad, no habrá problema con ello, porque no tengo mayor aspiración, Dios lo sabe, que tener el gozo de un perro parisino frente a un gran refrigerador de carnicería: Llorar frente a él pero disfrutar, valga la metáfora, frente a ese gran jardín!!! Solo milando como diría el Chinito.

Tercer día, todavía en Roma. La vida sale al encuentro en estas calles. ¡Vamos a recorrerlas!