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Lunes 7 de abril de 2008

Reclutan narcos a Maras como gatilleros

Pandilleros aliados con los narcos en la lucha de poderes que se vive en Chihuahua entre narcotraficantes


Pandilleros aliados con los narcos en la lucha de poderes que se vive en Chihuahua entre narcotraficantes

Son pandilleros con piel de códice. Usan tatuajes de pirámides aztecas y serpientes emplumadas para identificarse. Se unieron originalmente para defenderse adentro de las cárceles y en las calles. Pero ahora están metidos en el narcotráfico. Los nuevos traficantes, burreros y sicarios del narcotraficante Vicente Carrillo Fuentes son miembros de la pandilla de Los Aztecas, los Maras mexicanos.

Al menos 28 sicarios y narcotraficantes capturados por el Ejército mexicano en los últimos días resultaron ser pandilleros de Los Aztecas, una banda de presos en los penales y delincuentes del barrio que ahora apoyan en las calles al cártel de Juárez.

Son una organización bien estructurada. Nacieron en las cárceles de Texas para defenderse de las bandas de afroamericanos. Y ahora tienen el control de las prisiones de Chihuahua y poder en las cárceles de Texas. Tienen reglas y códigos de comportamiento. Son violentos y agresivos.

La mayoría de ellos son criminales, ladrones y asesinos, en su lucha por el dominio de los barrios, y ahora controlan los picaderos y “tienditas” de la droga, y con frecuencia se convierten en sicarios.

En Ciudad Juárez están al servicio del narcotraficante Luis Ledesma o Juan Pablo Ledesma, mejor conocido como El JL, lugarteniente de Vicente Carrillo.

Los Aztecas son el brazo armado de La Línea, como se le conoce en la calle a la organización de narcotráfico fundada por Rafael Aguilar Guajardo y dirigida en los 90 por el narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.

El pasado 16 de febrero, el Ejército mexicano capturó a 21 miembros de Los Aztecas que tenían un narcolaboratorio en Ciudad Juárez. Los pandilleros portaban diez ametralladoras AK-47, 13 mil 200 dosis de cocaína en piedra, dos kilogramos de coca, y un ladrillo con mariguana de 760 gramos. Los militares hallaron 803 cartuchos, 23 básculas graneras y 11 radios de comunicación.

Todos los sicarios detenidos tenían tatuajes de Los Aztecas. Uno de ellos tenía el dibujo en la espalda de dos guerreros aztecas con máscaras de jaguar. Otro mostró un tatuaje del calendario azteca y un indígena con penacho. Otro sicario tenía tatuajes de jeroglíficos, serpientes emplumadas y vasijas de barro. Ellos usaban ropa con iniciales de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y zapatos tipo militar.

Unos días después, el mismo Ejército capturó a otros siete miembros de la organización. Los pandilleros usaban ametralladoras y camionetas de lujo. Y también transportaban droga. Las autoridades afirman que Los Aztecas ponen el orden en el picadero de La Cima, uno de los puntos de distribución de droga al menudeo en la ciudad.

En la región hay miles de Aztecas. Aunque no todos están metidos en el narco. Tienen presencia en colonias como la Altavista, Bella Vista, Independencia y Guadalajara Izquierda, pero están en todas partes.

El 75 por ciento de los internos de la cárcel del Centro de Readaptación Social de Ciudad Juárez (Cereso) son de la banda de Los Aztecas, afirman funcionarios gubernamentales. El otro 25 por ciento son de otra banda llamada Los Mexicles, sus rivales.

“Son los nuevos sicarios de El JL”, dijo un funcionario.

Los tatuajes son importantes en la organización. Todos los miembros deben tener símbolos aztecas. De hecho, los jefes se identifican por los tatuajes y sólo los que tienen cierto nivel en la organización pueden tener tatuajes especiales. Algunos de ellos mezclan los dibujos con nombres de sus novias y sus madres, con números del barrio o con frases en inglés. Usan mujeres con penachos y aztecas en combate.

Utilizan poco imágenes religiosas, aunque no falta quien tenga un cristo o una Virgen de Guadalupe.