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Lunes 6 de septiembre de 2010

Robo de ganado, nuevo negocio del crimen

Los caballos, las vacas, los borregos y los becerros son los principales animales robados


Los caballos, las vacas, los borregos y los becerros son los principales animales robados

¡Bájate o te mueres!”, le advirtieron; con un cuerno de chivo apuntándole a la cabeza, Carlos Camarena no tuvo otra opción que entregar las llaves de su camioneta, bajarse con los brazos en alto y dejar que se la llevaran los cuatro hombres que lo interceptaron a las 10:00 horas en la comunidad Téjaro, en el municipio de Tarímbaro, Michoacán.

Los delincuentes no pretendían robarse la traqueteada camioneta de redilas porque la abandonaron cinco kilómetros adelante. Querían la “mercancía” que iba en la parte trasera, cuyo valor fue estimado por su dueño en 70 mil pesos. Iban por los tres becerros y el borrego que su criador cuidó y engordó durante dos años y medio. Carlos es ganadero desde su adolescencia, cuando su abuelo le heredó el negocio familiar de cría y venta de becerros. “Pero ser ganadero ya no deja nada bueno. Uno la piensa porque ahora te cuesta la vida”.

Organizaciones ganaderas de al menos 11 estados de la República aseguran que el robo de ganado o abigeato —como se tipifica el delito— ha repuntado en los últimos dos años. Los caballos, las vacas, los borregos y los becerros son los principales animales robados, y las pérdidas para los criadores son contabilizadas en varios miles de pesos.

Un toro, por ejemplo, llega a costar entre 8 mil y 10 mil pesos; una vaca ,entre 10 mil y 12 mil pesos; una vaca lechera se vende hasta en 25 mil pesos; un caballo entre 15 mil y 30 mil pesos, y un becerro cuesta entre 10 y 20 mil pesos.

Ganaderos de Aguascalientes, el estado de México, Chiapas, Coahuila, Jalisco, Michoacán, Querétaro, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas y Zacatecas consideran que este delito ha crecido entre 30% y 50%, y lo atribuyen al crecimiento de la delincuencia organizada y a que los cárteles del narcotráfico han ampliado su campo de actividad. Pero también creen que en la mayoría de los casos se trata de delincuentes comunes y ocasionales que aprovechan el clima de inseguridad que hay en el país para cometer un ilícito.

Las sanciones para los delincuentes que cometen abigeato varían, según el Código Penal de cada estado de la República, entre los seis y 20 años de cárcel, pero pocos son los responsables procesados. “Denunciarlo, ni pensarlo, porque se pierden cuando menos cuatro horas y al final los sueltan. Mejor, para evitarse más problemas y las represalias, uno se queda callado por temor, para evitar que nos maten, nos secuestren o nos extorsionen porque sabemos que pues ya se trata de gente de aquí mismo de la comunidad, que ahora está metida en el narco”, dice Carlos Camarena.

Ninguna autoridad federal —incluida la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa)— lleva a cabo un registro de los robos de ganado que se cometen en el país y los ganaderos suelen apelar a la buena voluntad de las procuradurías estatales para que se realicen operativos e inspecciones en carreteras que contribuyan a disminuir el delito.

La mayoría de los ganaderos entrevistados coincide en que hasta hace unos cinco años, el abigeo se realizaba de noche y sin que los criadores se dieran cuenta. Ahora se ejecuta a plena luz del día, con armas de fuego, se amordaza a los dueños o cuidadores, y se les amenaza o mata si se oponen.

El producto de los robos se comercializa en rastros clandestinos, pero también en negocios legales.

Vicente Gómez, vicepresidente del sector pecuario del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) —asocia a grandes empresas como Bachoco, Alpura y Lala—, señala que el problema con el robo de ganado es la dificultad que tienen los compradores para saber de dónde proviene la carne, y si ésta es producto de un ilícito, pues por lo regular la comercialización la hacen intermediarios.