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Sábado 5 de febrero de 2011

Se les nota

La pasada jornada electoral que más que realizada fue “perpetrada” en Guerrero, no brindó muchas sorpresas


La pasada jornada electoral que más que realizada fue “perpetrada” en Guerrero, no brindó muchas sorpresas

La pasada jornada electoral que más que realizada fue “perpetrada” en el Estado de Guerrero, no brindó muchas sorpresas, ya se veía venir la sensible derrota del PRIcolor, porque esta era evidente para quienes a fuerza de padecerlos durante tantos lustros los hemos llegado a conocer y atentos por necesidad, como quien camina en senda plagada de serpientes, asistimos una vez más al espectáculo en el que queda en evidencia como los priístas (francos o encubiertos) utilizan una suerte de lenguaje de señas que pudiéramos calificar como ideado para permitirles una elemental comunicación a quienes como resultado de su crónico retraso democrático son por renuncia propia “discapacitados electorales” funcionales.

Pues solo así se les puede calificar, puesto que al interior y al exterior de su estructura partidista carecen de la libertad de expresar libre y llanamente sus preferencias y opiniones, por lo cual en vez de elegir libremente a sus candidatos, en cada proceso se ven atrapados sistemáticamente en un paranoico juego de “la interpretación de los signos de los tiempos” para saber cual es “el bueno” que les van a imponer, en medio de una “tenebra” que hace palidecer de envidia al más retorcido esotérico y nos obliga a los testigos presenciales a acuñar nuevos términos para poder describir sus enredos.

Visto está que para jugarse la aventura de derrotar a la complicada maquinaria electorera priísta solo puede aventarse al ruedo alguien que conozca las infinitas trampas de ese juego. Obvia es la procedencia partidista de los contendientes así como la categoría moral que ostentan y por ello a todos nos queda la pesarosa convicción de que en este duelo fratricida, la que menos gana es la democracia en este sojuzgado estado que ya solo en el nombre lleva lo aguerrido.

Pero sin ir tan lejos y remitiéndonos a circunstancias locales, también aquí tenemos muestras pequeñas pero inequívocas de como entienden los priístas el servicio público así como la concepción de los procesos antes y después de obtener esos cargos que debían ser y reflejar pluralidad. Baste con darse una vuelta al centro de la ciudad para ver como impelidos por un instinto muy elemental de marcar territorio muy al estilo de las manadas salvajes, cobijados por una inocencia en la que ni ellos creen, las nuevas administraciones en turno, se dedican sistemáticamente a embadurnar los edificios públicos, la ciudad y la entidad completa con los colores de su partido bajo el pretexto de que son los colores patrios para continuar con el bombardeo subliminal con el que intentan convencernos de que el PRI y México son lo mismo.

Así observamos como ya al palacio municipal le fueron sustituidos los colores de la iluminación nocturna que en las anteriores administraciones los panistas queriendo proyectar un mensaje de pluralidad y respeto a la intención del servicio público, en vez de aprovecharse para pintarrajear de azul y blanco la ciudad, en cambio rescataron los colores originales del escudo de la ciudad que son: el púrpura, el plata y el dorado para dar a entender que una administración debe gobernar para todos los ciudadanos sin distinciones partidistas.

Más, tarde se les hacía para iniciar con estas deleznables prácticas a los que hambrientos regresan al que debiera ser servicio público pero que ellos interpretan, asumen y usan simplemente como “poder”…, no importa que para ello acaben de arruinar la precaria estética de nuestro ya tan maltrecho centro histórico, por eso; que les va a importar el buen gusto, la armonía estética y mostrar delicadeza como servidores públicos expresando el debido respeto haciéndolo extensivo a toda la ciudadanía, que importa que se arruine el elegante trazo de esta ciudad que antes de caer bajo sus prejuiciados criterios, fuera conocida como “La pequeña París de América” y hoy hacen lucir como feria típica… ¡pero típica de pueblito!, si, porque aquí lo que importa es que se note quien ocupa la presidencia municipal… ¡y vaya que se les nota!.

Aurelio Antonio Tiscareño