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Miércoles 23 de enero de 2008

Tecnología y Estado

Sólo desde la ignorancia se puede afirmar que México cuenta con telefonía más barata que hace 18 años


Sólo desde la ignorancia se puede afirmar que México cuenta con telefonía más barata que hace 18 años

El lunes pasado, la Cámara Nacional de la Industria de la Televisión por Cable, publicó un desplegado en los principales diarios capitalinos, acusando las presiones que la empresa Teléfonos de México ejerce sobre el gobierno del Presidente Felipe Calderón, para que le sea modificado su título de concesión y se le elimine la prohibición que desde hace 18 años tiene para ofrecer por su red, el servicio de televisión.

Aquella prohibición fue plasmada como una condición sine qua non para llevar acabo el proceso de privatización de Telmex, y tuvo como principal propósito evitar que la nueva empresa privada que nació como dominante en el sector de las telecomunicaciones – puesto que heredó de manera total el antiguo monopolio estatal en la telefonía -, lo fuera también en el sector de la Radiodifusión, y con ello, se generara un fenómeno de alta concentración de recursos y posibilidades comunicacionales en manos de una sola compañía. No faltó entonces la presión para ello, de la empresa dominante en el mercado de la Televisión, Televisa. Y en dato paradójico de las vueltas históricas que da la abogacía, los mismos asesores jurídicos que entonces recomendaron la redacción para ese texto, hoy aconsejan suprimirlo.

No estuvo mal entonces la prohibición, ni ahora les faltan argumentos para eliminarla. De su lado está el desarrollo tecnológico que fincado en la digitalización, permite el llamado fenómeno de la convergencia de múltiples servicios en una misma red, eso que Raúl Trejo Delarbre ha llamado la “imbricación con la teledifusión de las comunicaciones, y que abre perspectivas históricas para el desarrollo cultural y la promoción del conocimiento en la sociedad mexicana”.

No hay obstáculo tecnológico alguno para aprovechar esa oportunidad; así lo plantea también la opinión de la Comisión Federal de Competencia que, en el 2006, recomendó impulsar la convergencia (también conocida como el triple play) en su sentido más amplio, en el que todos puedan dar de todo, y así también lo propuso el 7 de noviembre del año pasado la Asociación Mexicana de Derecho a la Información cuando concurrió al Senado de la República a presentar su propuesta integral para una nueva legislación de telecomunicaciones, radio y televisión. “La Convergencia digital ha de ser estimulada de la manera más intensa y extensa posible, siempre a partir de políticas que establezca la autoridad regulatoria y privilegiando, por encima de cualquier otro, el interés público”.

Y creo sinceramente, que el problema denunciado por los cableros, tampoco está en el concepto, ni en enfrentar una realidad tecnológica como lo es la convergencia. El asunto está en la operación de esas medidas por parte del gobierno, y en la impunidad con la que el antiguo monopolio estatal y hoy privado, se ha comportado en el cumplimiento de sus obligaciones asimétricas. Las diversas formas como elude y resiste ser declarado lo que es, un agente con poder substancial de mercado, un agente dominante en el sector de las Telecomunicaciones.

Ahí es donde se localiza el mayor problema: Hay una ausencia del Estado para reordenar a este y otros grupos de interés. No han existido políticas públicas suficientemente amplias y capaces de proporcionar a la mayoría de los mexicanos acceso franco, constante y de calidad lo mismo a tecnologías interactivas como Internet y la telefonía que a medios de difusión como la televisión y la radio. El interés monopólico han obstaculizado la diversificación de empresas que, junto con una auténtica y eficaz regulación estatal, podría mejorar la calidad y reducir los precios al consumidor de los servicios que prestan esas empresas.

Telmex ha sido hasta ahora el regulador de si mismo y del mercado; hasta ahora no conoce la acción del Estado para exigirle cumplir su titulo de concesión; por la vía de proveer recursos financieros se asoció sin disimulo alguno con el dominante de la televisión, y en la transversalidad de su poder económico y político ha sofocado leyes, ha impuesto funcionarios y vetado a otros posibles, repele y persigue cualquier intento de competencia con la fuerza de su inversión publicitaria, impone las tarifas, mantiene cerrada la interconexión de su red a quien lo gusta o delimita los alcances de ella, y cobra al consumidor varios de los precios más altos en el mundo.

Sólo desde la ignorancia sobre el sector de las telecomunicaciones o desde la premeditada acción de desinformar, se puede afirmar que hoy México cuenta con la telefonía más barata que hace 18 años. ¿Comparado con qué, con quienes?.

Cuando a nivel internacional ¡y por virtud de ese fenómeno tecnológico! las tarifas se han venido reduciendo, entre el mismísimo club de los países ricos (OCDE), México ocupa – además del glorioso primer lugar en la lista de los multimillonarios de Forbes -, el tercer lugar en las tarifas más altas de la telefonía residencial fija de bajo consumo, el segundo lugar en la Móvil de bajo consumo, el primer lugar en llamadas internacionales para negocios, y el segundo lugar en llamadas internacionales de uso residencial.

No es concebible que un gobierno con el talante como el que encabeza el Presidente Felipe Calderón le abra a Telmex su título para expandirse a otros negocios, sin abrir primero la competencia en las Telecomunicaciones. No me imagino el Triple play sin la posibilidad de un Estado que acabe con el asalto en despoblado que significan, tanto la tarifa como el redondeo en la telefonía celular. Estoy seguro que quienes lo asesoran en estos asuntos, actuarán con responsabilidad con el Presidente y con el país.