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Nubes Dispersas

Chihuahua, Chihuahua



Martes 27 de mayo de 2008

Una oración por la paz

La psicosis inevitablemente se apodera de la ciudadanía quienes poco a poco extienden la alerta


Nunca como ahora, esta tierra se había convulsionado con tanto dolor, tanta angustia y tanta inseguridad. Voces de alarma se dejan escuchar por doquier y Chihuahua ha dejado de ser un lugar tranquilo.

Correos de advertencia circulan a cada segundo en la red y las noticias de nuevas ejecuciones son esperadas. Las narcolonas hacen su aparición en la capital del estado y esto es señal de que nada ha terminado aun.

Leyendas a favor de la paz se pueden observar en algunos vehículos y calles semidesiertas son el panorama de hoy.

Que daríamos por quedar fuera del conflicto y sentir que existe un poco de paz. La psicosis inevitablemente se apodera de la ciudadanía quienes poco a poco extienden la alerta más allá del sábado 24 de mayo.

Un día, San Ignacio de Loyola dijo: “hay que trabajar como si todo dependiera de la acción y hay que orar como si todo dependiera de la oración”.

Ante esta inevitable situación por la que actualmente pasamos, debemos trabajar por conservar la tranquilidad de nuestros hogares y tomar las debidas precauciones para evitar “por error” estar en el lugar equivocado.

No esta de más orar como si todo dependiera de ello, ya que, el poder de una oración es infinito y ciertamente desconocido.

«Cuenta un relato que una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba derrota, entró a una tienda. La mujer se acerco al dueño de la tienda y de la manera mas humilde le solicitó crédito.

Con voz suave le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar; tenían siete niños y necesitaban comida.

El dueño le gritó y le pidió que abandonara su tienda.

De pie y cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchó la conversación y le dijo al dueño que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia.

El dueño, de una manera muy tosca, preguntó a la mujer: “¿tiene usted una lista de compras?” ella dijo: “si, señor”. “Está bien –añadió el dueño-, ponga su lista en la balanza y lo que pese, yo se lo daré en comestibles”.

La mujer titubeó por un momento, cabizbaja buscó en su cartera un pedazo de papel y escribió algo en él. Puso el pedazo de papel, cabizbaja aún, en la balanza.
Los ojos del dueño y el cliente se llenaron de asombro cuando la balanza se fue hasta lo más bajo y se quedó así.

Finalmente, el dueño de la tienda, agarró el pedazo de papel y lo miró con mucho más asombro... no era una lista de compras, era una oración que decía: “Querido Señor, tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos”. El dueño de la tienda le dio los comestibles que había reunido y se quedó allí en silencio.

La mujer le agradeció y abandonó su tienda. El cliente le entregó un billete al dueño, y le dijo: “Lo que sucedió, ha valido cada centavo de este billete”.
Solo Dios sabe cuanto pesa una oración.

Autor desconocido…»

Hoy mas que nunca, tengo la certeza de que una oración puede hacer posible lo imposible y mas fácil lo que resulta difícil. La perseverancia y la fe son elementos importantes para una buena oración.

Lamentablemente, estamos viviendo tiempos difíciles y cada segundo que pasa se torna frío y cruel…. Por tal motivo, no encuentro una razón de peso para ignorar el poder de una oración.

Oremos todos porque esta tan marcada ola de violencia finalice pronto y no toque almas inocentes.