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Miércoles 10 de octubre de 2012

"Una vez que matas ya no duermes": Toker

“Entré a la pandilla por necesidad, nadie me daba trabajo por mis tatuajes, andaba batallando por el empleo y tuve la necesidad"


“Entré a la pandilla por necesidad, nadie me daba trabajo por mis tatuajes, andaba batallando por el empleo y tuve la necesidad"

Luis Alberto “N” lo dice así: “Entré a la pandilla por necesidad, nadie me daba trabajo por mis tatuajes, andaba batallando por el empleo y tuve la necesidad, para poder mantenerme”.

Conocido como El Toker, es un asesino a sueldo de Los Aztecas, una peligrosa banda nacida en las cárceles de Estados Unidos, que con el paso de los años se convirtió en un violento ejército de distribuidores de droga, vendedores de armas y homicidas al servicio de cárteles del narcotráfico en ambos lados de la frontera.

Sostiene que no es sicario, que ha matado a 10 personas pero esa no era su “asignación” en la organización criminal. “Yo no le voy a decir que era así, un sicario. Yo no era de esos, señor, ese no era mi trabajo. Yo nomás así de repente que me hablaban para un trabajo (homicidio). Yo me dedico a vender drogas y halconear”.

También identificado por las autoridades como El Mexican, fue detenido en un autoservicio cuando escoltaba a un jefe de asesinos de Los Aztecas y su esposa. Ahora, tras las rejas, accedió a platicar con EL UNIVERSAL.

“Tengo miedo”, reconoce. Sabe que en la prisión tiene enemigos, familiares de sus víctimas y miembros de otros grupos criminales con los que tiene cuentas pendientes.

Sus “trofeos”

Nació en California, su acento lo delata de inmediato. Allá estuvo en la cárcel en varias ocasiones y fue así que conoció a la mafia. En prisión adquirió el gusto por los tatuajes, sus trofeos ganados por “servicios a la pandilla”. Imágenes de varios tipos cubren buena parte de su cuerpo, todas en tono azul borrado.

En el pecho lleva a la Virgen María; en los brazos, guerreros azteca; en la espalda, arte maya; cerca de sus ojos dos lágrimas, en recuerdo de su hijo y hermano, asesinados en riñas por bandas rivales, dice.

El estómago muestra su identidad: “Verdugo”, se lee en medio círculo con letra gótica, “esa fue mi primer pandilla en Los Ángeles, yo era del West Side Verdugo”, recuerda.

El primer muerto

Luis Alberto no sólo estuvo involucrado en los 10 homicidios en los que él directamente fue autor material, también participó en muchos otros en los que actuó como chofer o vigilando los perímetros. Aunque hay una muerte que mantiene en su cabeza: “El primero que maté fue aquí en Chihuahua. Era un chavo que andaba vendiendo heroína y estaba estorbando en el área, fui y lo balacíe [sic]”.

Prosigue: “La verdad no le voy a decir que me sentía muy bien. La verdad tuve mucho miedo de que me fueran a ‘torcer’ por eso, era lo que más sentía: miedo”, relata.

El salario y el miedo

De mirada perdida, rostro poco expresivo con un aire de tristeza, El Toker se mantiene tranquilo; sabe que no volverá a pisar la calle. “Una vez que matas ya no duermes, señor, te la pasas nomás pensando en eso, que así como tú lo hiciste, también eso te puede pasar a ti”.

Sin embargo, sus temores no lo alejaron del crimen, cuando hacía las veces de puchador tenía un sueldo de 300 pesos por día trabajado. Luego se contradice y reconoce que en temporadas sí se ha dedicado de tiempo completo a matar personas, por órdenes de la pandilla: ganaba 2 mil 500 pesos a la semana, tuviera que asesinar o no, además de poder recibir las drogas que quisiera.

A diferencia de otros pandilleros, Luis Alberto nunca vio a Los Aztecas como una familia, al contrario, siente que nunca fue un miembro completo del grupo criminal.

“La verdad no me sentía muy protegido porque yo nomás lo hacía por necesidad. No era algo en lo que estaba al ciento por ciento. Cuando me hallaba necesitado, me acercaba a ellos y me daban trabajo para poder agarrar algo de dinero. No siempre estaba con ellos”.

El Toker asegura que sabe que actuó mal, que tomó malas decisiones en la vida, y dice estar arrepentido de haber hecho a su familia, en especial a sus dos hijos, sufrir. “Pero ya lo hice y no puedo volver pa’atrás”, explica.

Fue detenido en 2010 por masacre en Salvárcar

Luis Alberto Camacho Ramos, ya había sido detenido en el 2010, luego de que se le vinculara con la masacre ocurrida en Villas de Salvárcar en Ciudad Juárez, en donde murió más de una decena de menores.

Junto con “El Toker”, también fueron presentados Heriberto Martínez, presunto integrante de la banda La Línea; al igual que Jesús Bustos Rentería, quienes fueron detenidos por la Procuraduría General de Justicia del Estado, ahora Fiscalía General a principios del mes de marzo del 2010.

Los detenidos fueron ubicados en diferentes lugares y circunstancias. Esas personas refieren pertenecer a un grupo criminal denominado La Línea o el cártel de Juárez. Cabe indicar unos meses después, Luis Alberto fue puesto en libertad y se desconocen las causas que facilitaron su liberación.

Asimismo, en la segunda detención de referido presunto multiasesino, refirió que fue sometido a tortura por parte de elementos de la Sedena, para que declarara que había participado en referida masacre.