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Viernes 31 de diciembre de 2010

Usan caballos para trasiego de drogas

Roban equinos en México y los abandonan en el desierto


Roban equinos en México y los abandonan en el desierto

Phoenix— Tambaleándose solos en el desierto con las costillas notándoseles y la cabeza baja, los caballos desempeñan un poco valorado papel que les rompe la espalda en la multimillonaria industria del narcotráfico.

Los narcos mexicanos amarran pesados fardos de mariguana y otras drogas ilícitas en los lomos de los caballos y los conducen hacia el norte a través de estrechos montañosos y por accidentados terrenos desérticos. Con poca comida y agua, algunos se derrumban con sus pesadas cargas. Otros son dejados sueltos cuando el contrabando se interna en Arizona lo suficiente como para ser subido a vehículos con todavía más caballos de fuerza.

“Recogemos de 15 a 20 caballos al mes, y hay muchos más animales que se nos pasan”, dijo Brad Cowan, quien trabajó 28 años como agente de ganado para el Departamento de Agricultura de Arizona antes de jubilarse hace varios meses. “Les ponen equipo poco apropiado. Resulta obvio que no los cuidaban bien. Las sillas hechizas les hacen grandes heridas en la espalda”.

Aun cuando son rescatados, el futuro que tienen ante sí los caballos es incierto. Puesto que no son originarios de Estados Unidos, el estado de Arizona debe sacarles sangre y realizar pruebas para asegurarse de que no porten ninguna enfermedad que infecte al ganado local. Posteriormente los caballos son enviados a subastas, donde algunos son comprados y regresados a México para su sacrificio.

Otros tienen más suerte. Van a dar a centros de rescate equino, los cuales ayudan a colocarlos en hogares.

“Acaba de llegarnos un caballo, y es puro huesos, y las patas están terribles”, dijo July Glore, presidenta de Corazón de Tucson, el centro de rescate equipo que atiende caballos hasta que se recuperan. “Todo el tiempo nos reportan caballos abandonados. ¿Que cuántos tengo ahorita? Uno, dos, tres”.

Uno, cuyo nombre es Afortunado, casi tenía la lengua cortada en dos por el afilado bocado de alambre que le habían puesto en la boca.

“Me dijeron que era un caballo para pasar droga”, explicó Glore.

Más al norte, en la Organización de Rescate Equino de Arizona ubicado en New River, Soleil K. Dolce dijo que los caballos para la droga sólo eran parte del problema. Dolce atiende las llamadas policiacas sobre caballos que escaparon de rodeos ilegales y que andan corriendo por la calle. Los dueños que ya no los quieren también dejan a los caballos en rampas de carreteras o amarrados a cercas, agregó.

Rehabilitarlos sale caro y toma mucho tiempo, explicó Dolce, existiendo la posibilidad de que algunos ejemplares nunca sean adoptados.

“Ni siquiera puedo describir el sufrimiento que han aguantado estos caballos”, señaló Dolce, acariciando a uno que fue abandonado hace varios años en el Bosque Nacional Tonto, al oriente de Phoenix, y que aún tiene problemas en los cascos.

En ocasiones al momento de hallar un caballo no resulta claro exactamente cómo fue abandonado. Funcionarios estatales dicen que la crisis económica ha provocado que dueños que ya no pueden cuidarlos dejen sueltos a muchos más animales. Pero se supone que los caballos encontrados con marcas mexicanas eran dedicados al contrabando. Y a veces a las autoridades no les queda duda: se descubren manadas de caballos o burros in fraganti, con fardos de drogas en el lomo y sus guías humanos escondidos.

El año pasado, agentes de la Patrulla Fronteriza descubrieron siete caballos cargados con 971 libras de mariguana en la Sierra Patagonia localizada en el sur de Arizona. Los narcotraficantes humanos habían huido.

“Me enojo cuando veo las condiciones en que estaban estos caballos”, dijo Cowan. “Los traficantes los compran o los roban del lado mexicano y luego los hacen trabajar casi hasta que se mueren. Tienen llagas terribles que pueden tardar meses en curar”.

El ex funcionario recordó cierto caballo al cual se topó en el condado Pima, no muy lejos de la frontera mexicana, que tenía heridas profundas en la piel, claramente estaba desnutrido y se veía tan débil que estaba intentando sentarse en la grupa para quitar el peso de las patas.

Cowan y un compañero suyo tuvieron que cargar el caballo hasta un remolque.

Sin embargo, dijo, los caballos son resistentes.

“Se recuperan de muchas cosas”, indicó.

Algunos de los caballos maltratados terminan otra vez en la accidentada región fronteriza donde fueron hallados la primera ocasión, explicó Cowan. Pero en vez de pasar droga, en ocasiones las fuerzas del orden los emplean para perseguir a los traficantes que los maltrataron.