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Jueves 12 de mayo de 2011

Venganza o justicia

La importancia de este “triunfo militar” hubiera merecido una mayor pulcritud en las formas


La importancia de este “triunfo militar” hubiera merecido una mayor pulcritud en las formas

La muerte de Osama Bin Laden es, en sí misma, un hecho de repercusiones mínimas por como parece que fueron los últimos días del hombre más buscado del mundo, en reclusión y soledad y sin grandes recursos operativos; pero es de la mayor relevancia por la forma en como se ha presentado a la sociedad mundial, el discurso del reelegible presidente Obama y las reacciones de la comunidad internacional respecto a lo que ha sido anunciado como el mayor logro militar de la Unión Americana en los últimos tiempos. Importa en la medida en que es importante en el discurso oficial y qué tanto será un argumento para la nueva estrategia de seguridad y con ella aparejada la electoral del residente de la Casa Blanca.

En la oleada de efectos colaterales, tan propios de las acometidas militares, hay dos asuntos que no podemos dejar de señalar, analizar y seguir en sus implicaciones a futuro: el vacío que deja la figura de Osama como enemigo número uno de Estados Unidos, y en ello el mensaje que Obama lanza al mundo que marca más un comienzo que un final, pues, léase de la forma en que se lea, es una declaración de guerra, de continuidad y no un manifiesto de paz que es lo que se hubiera esperado, o al menos deseado en el momento de ver caer la cabeza del multirrastreado villano. La belicosidad en el gobierno de Estados Unidos está presente, aun cuando tenga de trasfondo implicaciones electorales.

En segundo lugar, ese redireccionamiento del planteamiento militar estadounidense nos deja algunos puntos que nos implican directamente a los vecinos del sur: después de Bin Laden, en la lista de más buscados por los servicios de inteligencia estadounidenses, está El Chapo Guzmán, eso sería motivo suficiente en la lógica de una estrategia militar para que EU volteara sus ojos a nuestra frontera con renacidas fuerzas, sin embargo, todo parece indicar que se prefiere seguir invirtiendo esfuerzos en el concepto de los enemigos terroristas, aunque, de virar el timón, estaríamos viendo quizá una concentración de esfuerzos de este lado de la frontera para dar seguimiento al segundo objetivo militar en importancia. Esto indudablemente queda al tiempo, aunque vamos leyendo las señales.

Finalmente, y que es la sensación que en primer lugar nos ha despertado este asunto, y la dejamos aquí para la reflexión, es un asunto de formas que ha terminado por quizá ser el fondo de todo este asunto de la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo: aun en el esquema de belicosidad mayor, en el terreno de las guerras declaradas, existen reglas, códigos y paradigmas que no pueden ser dejados de lado, hay un principio fundamental de justicia, una sociedad democrática como se proclama la estadounidense comete un enorme contrasentido al salir a celebrar con bombo y platillo la muerte de un hombre, sea quién sea, su presunción de culpabilidad, o probada responsabilidad, debe pasar por los canales de la justicia y no llegar directamente y sin mediación a la muerte. Los mecanismos que, con la información que hasta el momento se ha dado, al parecer se usaron en su captura y ejecución dejan muchos vacíos que abren las puertas a la especulación.

La importancia de este “triunfo militar” hubiera merecido una mayor pulcritud en las formas, una absoluta claridad en cada uno de los datos y la máxima transparencia ante los ojos de una comunidad mundial que desde un principio ha colocado grandes expectativas en la administración de Barak Obama; sin embargo, tal parece que en el sistema mundial la justicia va teniendo cada vez un valor más bajo, las grandes batallas parecen tener un tinte más de la búsqueda de venganzas, de estigmatizar y odiar en lugar de juzgar y entender; de castigar bajo concepto de ley y no de acribillar sin el más mínimo derecho de audiencia. Y de esto en nuestro país vamos teniendo bastante, de llevar la justicia en las balas y no en los tribunales. ¿Quién lleva en el mapa político mundial ahora la bandera de la justicia? Esa es la pregunta que nos surge cuando vemos a quienes han decidido enarbolar a la venganza.

Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es ednafuerte@gmail.com para sus comentarios. Gracias.

Cd. Juárez, Chihuahua a 12 de Mayo de 2011

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con Edna Lorena Fuerte

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