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Lunes 17 de octubre de 2011

Vive Texas auge económico por narcotráfico

"Miles de personas en El Paso trabajan en el narco, no hay duda al respecto", afirma profesor de UTEP


"Miles de personas en El Paso trabajan en el narco, no hay duda al respecto", afirma profesor de UTEP

Distrito Federal─ Marin "Gordo" Herrera era, a primera vista, un próspero promotor inmobiliario del sur de Texas, inmune a la recesión económica y al creciente índice de embargos hipotecarios que afectan actualmente a Estados Unidos.

Sus compañías, New Millennium Developers y Herrera Property & Investments, habían adquirido 77 propiedades en el área de McAllen, Texas, en el corazón del Valle de Río Grande. Y había contabilizado al menos 4 millones de dólares en ingresos.

En realidad, su éxito derivaba de la economía clandestina del tráfico de drogas que ha prosperado a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, pero que no es incluida en los reportes oficiales sobre el PIB o los niveles de empleo. Herrera había comprado las propiedades con dinero del narco y utilizado sus compañías como fachada para lavar los 4 millones de dólares.

Antes de que un juez federal lo sentenciara a 20 años de cárcel a principios de este año, los fiscales establecieron que Herrera había actuado como conducto para introducir más de 300 kilos de cocaína del Cártel del Golfo a Estados Unidos entre el 2006 y el 2010, y que era un vínculo clave en una cadena de contrabando que distribuía drogas a Houston, Atlanta, Miami, Chicago y otras ciudades.

Para bien o para mal, Herrera le inyectó una buena cantidad de dinero a la economía texana, un hecho que ahora vuelve a llamar la atención debido a la campaña del Gobernador Rick Perry para obtener la nominación presidencial republicana y a su orgullosa declaración de que sus políticas de bajos impuestos y pocas regulaciones han permitido que Texas sortee los malos tiempos, o lo que ha sido llamado el "milagro de Texas".

Es evidente que circulaban drogas por la frontera texana con México desde mucho antes de que Perry fuera Gobernador, y probablemente continuarán haciéndolo mucho después de que él deje el puesto. Y las drogas no tienen el mismo nivel de impacto económico en Texas que el petróleo y el gas, la agricultura y la ganadería, y el comercio transfronterizo legítimo.

Sin embargo, expertos que han estudiado el impacto monetario del narco señalan que es indiscutible que en una economía difícil, el narcotráfico ha ayudado a estimular el crecimiento económico y el empleo en las regiones fronterizas de Texas, desde el Valle del Río Grande hasta Laredo y El Paso.

"De hecho juega un papel en la vida de mucha gente", señaló Jay García, sociólogo en la Universidad de Texas-Pan American, en Edinburg, quien creció en una familia de trabajadores agrícolas temporales en el Condado de Starr, al sur de Texas. El dinero del narco "permea hasta los choferes, las ’mulas’ y los cobradores, a gente en todos los niveles".

La magnitud económica del tráfico de drogas en Texas es casi imposible de medir. El Gobierno de Estados Unidos calcula el impacto negativo del consumo de drogas en términos de crimen, salud y tiempo laboral perdido, el cual ascendió a 193 mil millones de dólares tan sólo en el 2007.

Sin embargo, a Washington no le interesa demasiado calcular la inyección de dinero del narco en las economías locales.

Los narcotraficantes no pagan impuestos, no presentan documentos de sociedades anónimas ante el estado ni reportan balances en la Comisión de Valores de Estados Unidos.

Sin embargo, hay suficientes puntos de referencia como para argumentar convincentemente que las compras de lujo ayudan al sector minorista y de bienes raíces de la frontera, y que los salarios pagados a los operadores de bajo nivel marcan la diferencia entre la pobreza del salario mínimo y una prosperidad relativa. Toda esta actividad crea un efecto dominó en la economía, lo que genera o fortalece empleos en toda la región fronteriza, desde trabajos de construcción y venta de automóviles hasta contrataciones en centros comerciales.

Entre el 2006 y el 2010, el decomiso de propiedades en Texas debido a casos de drogas investigados por agencias del Departamento de Justicia, como la DEA y el FBI, sumaron 278.9 millones de dólares, el cuarto total estatal más alto del país después de California, Florida y Nueva York. Agentes federales incautaron casas, propiedades comerciales, vehículos deportivos utilitarios, lanchas, aviones y, en el caso de Herrera, todo un fraccionamiento residencial.

Los sociólogos Chad Richardson y Michael Pisani calculan que entre un 5 y un 10 por ciento del valor de la economía del Valle del Río Grande deriva de actividades ilegales, sobre todo del narcotráfico.

Para su próximo libro, "Over, Under, and Around: The Informal and Underground Economy of the South Texas Border" (Arriba, Abajo y Alrededor: La Economía Informal y Clandestina de la Frontera del Sur de Texas), encuestaron a 149 individuos involucrados en la "economía clandestina" -principalmente en el tráfico de estupefacientes- y encontraron que el 87 por ciento de ellos eran ciudadanos estadounidenses. El ingreso promedio de los involucrados en el contrabando de drogas era de 70 mil 596 dólares anuales, lo que después de sumarle salarios legítimos promedio de 16 mil 309 dólares elevaba sus ganancias totales a 82 mil 598 dólares, una suma exorbitante para la empobrecida región.

Uno de los entrevistados, "Humberto" (un seudónimo), dijo: "Sabía que estaba mal, pero estaba harto de ver al resto de la gente con todas estas cosas caras mientras yo trabajaba en un supermercado y vivía con un salario mínimo. Apenas teníamos dinero para comer y pagar las cuentas".

Humberto reportó ganar 150 dólares por día al empaquetar mariguana en la casa de seguridad de un traficante. Fue ascendido por sus supervisores y comenzó a manejar vehículos cargados de drogas para pasar los puntos de revisión de la Patrulla Fronteriza que están a una hora al norte del cruce con México, con lo que ganaba entre 5 mil y 8 mil dólares por carga. "A los 18 años, tengo todas las cosas que siempre quise, y más".

Richardson, quien se jubiló como presidente del departamento de sociología de la Universidad de Texas- Pan American, dijo que los grupos del crimen organizado le pagan a los residentes de la localidad y a "gente de tipo educada y con familia" para que transporten drogas más allá de los puntos de revisión y regresen a la frontera con el efectivo.

"Todo esto tiene un fuerte impacto en la economía local", dijo.

Dos condados del Valle del Río Grande, Hidalgo y Cameron, se encuentran entre los cinco más pobres de Texas, de acuerdo a cifras del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. No obstante, juntos, reportaron un total combinado de 4.9 mil millones de dólares en ventas al menudeo para el primer trimestre del 2011, de acuerdo a la Oficina de la Contraloría de Texas.

McAllen, la ciudad más importante del Condado de Hidalgo, y Brownsville, la del Condado de Cameron, estuvieron entre las 10 ciudades con mayor crecimiento de empleos en el sondeo anual de la revista Forbes este año.

Aunque hay una larga tradición de mexicanos que viajan a ciudades fronterizas para realizar compras, parte de ese dinero gastado inevitablemente deriva de ganancias por el narcotráfico.

"¿Tienen dinero los mexicanos? Sí", dijo Víctor Rodríguez, jefe de la policía de McAllen. "¿Está limpio todo ese dinero? No lo sabemos".

El Valle del Río Grande, Laredo y El Paso son tres de las rutas principales para el tráfico de drogas de México a Estados Unidos, con Houston y San Antonio como puntos importantes de transbordo. Texas está muy por encima de otros estados fronterizos estadounidenses en términos de decomisos federales de mariguana y cocaína, de acuerdo a estadísticas de la DEA.

"Miles de personas en El Paso trabajan en el narco, no hay duda al respecto", afirmó Howard Campbell, profesor de sociología y antropología en la Universidad de Texas en El Paso y autor de "Drug War Zone" (Zona de Guerra Contra las Drogas), donde analiza la complicada estructura interna del mundo del narcotráfico.

En el libro, "Felipe" (también un seudónimo) relata cómo es que transportar drogas resulta en "grandes ganancias si no te matan". Desde El Paso, Felipe vendía droga a precios más bajos que los traficantes del Valle del Río Grande y ganaba 7 mil dólares por un cargamento de mariguana de 34 kilos.

Antes de su arresto, había comenzado a "desarrollar mi propio equipo", que se "conectaba como un tren" a Houston y otras ciudades. Felipe enviaba paquetes herméticamente sellados a Houston por correo terrestre, y una vez colocó 6 kilos de mariguana en el interior de asadores eléctricos para pavo que envió a Albuquerque, Nuevo México, por servicio de paquetería UPS.

Para los cárteles, tener socios confiables del lado estadounidense es "una parte crucial en toda la operación", indicó el autor.

García, de UT-PA, pudo ver en persona el cambio a un consumo llamativo en la empobrecida colonia donde creció, en el Condado de Starr, en el Valle del Río Grande. Con las ganancias por el tráfico de drogas, un vecino construyó una casa permanente con materiales resistentes encima de lo que había sido una casa rodante improvisada. Después, tras un poco más de éxito, el vecino reemplazó esa casa con una amplia vivienda suburbana.

Años de reforzar la impartición de justicia federal en la frontera han aumentado los riesgos para los narcotraficantes. Así que ahora, quienes buscan incursionar al mundo del contrabando de estupefacientes del lado estadounidense tienen que pagar "piso".

En vista de que las inspecciones fronterizas detalladas y los agentes antidrogas mejoran cada vez más sus estrategias, el narcotráfico está ahora "más corporativizado", señaló García. "Antes, conocías a todos, confiabas en la gente a la que conocías. Había muchos vaqueros, individuos que comenzaban como mulas al llevarle cargamentos a un primo en Dallas, que ganaban 10 mil dólares y compraban más.

"Ahora, hay que pagar ’piso’; se necesita capital para comenzar", explicó. "Antes, cuando lo hacían las familias, era capital social".