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Viernes 1ro de junio de 2012

El sexenio de las victimas

Nunca tantos habían sufrido tanto por las decisiones de tan pocos


Nunca tantos habían sufrido tanto por las decisiones de tan pocos

Por: Víctor M. Quintana S.

Podrán criticarse varios aspectos del diálogo entre el Movimiento porla Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por Javier Sicilia, y loscandidatos y candidata a la Presidencia de la República, pero no puedeevadirse, negarse, una verdad troncal que ahí quedó bien clara: el quetermina ha sido el sexenio de las víctimas.

Nunca tantos habían sufrido tanto por las decisiones de tan pocos.

Porque el sufrimiento humano de las víctimas de las violencias y delas víctimas de la necesidad es el resultado de decisiones políticastomadas por unos cuantos: por quienes decidieron la estrategia decombate al crimen organizado.

Y por quienes decidieron –prácticamentelos mismos- continuar con la misma estrategia económica impuesta desdehace 30 años.

Víctimas de las violencias, en primer lugar. Háblese de las más de 60mil muertes violentas, disparadas desde que, aunque ahora lo niegue,Felipe Calderón declaró la “guerra al narcotráfico”. Uno de cadacuatro de esos homicidios, acaecido en Chihuahua, por la impericia,negligencia o corrupción de los gobiernos estatales.

Háblese de losdiez mil huérfanos, tan sólo en Ciudad Juárez, de las 2 mil 600desapariciones forzadas en el país; de las decenas de periodistasasesinados o asesinadas, de los miles de atropellos a los derechoshumanos por parte de los cuerpos policíacos y del Ejército, de lospueblos incendiados, de las casas abandonadas, de los 230 mildesplazados de sus hogares o lugares de origen…

Todo esto no se soluciona ni con un “perdonen” ni con lainvisibilización del dolor diciendo que se van a atacar sus causassociales, lo que está bien, pero sin proponer políticas específicaspara atender y en la medida de lo posible, resarcir a tanta víctima detanta violencia. Víctimas de la política macroeconómica, en segundo lugar.

Y aquí eldaño, sin ser tan profundo, tan en el corazón de la gente, es másmasivo, más cotidiano. Son las decenas de millones de personassacrificadas en el altar de la macroeconomía.

Nos dicen quienes apoyanla continuidad –y que sólo ellos saben dónde diablos encontrar “ladiferencia”- que el país va bien porque las finanzas públicas estánsanas, porque la inflación está bajo control, porque el tipo de cambiose había mantenido –hasta que el golpe de realidad lo disparó a casiquince pesos- porque disminuye la deuda per cápita, porque “nosrecuperamos” más rápido que los Estados Unidos de la crisis financierade 2008…

Sería bueno que aliviaran con esos datos, la angustia de quien ya nopudo pagar su abono del INFONAVIT porque perdió el empleo y ahora va aperder su casa.

En Juárez hay 110 mil hogares en esa situación. Que aquienes se quejan de que ahora necesitan ocho días de salario mínimopara llenar el tanque de su auto compacto, les espetaran que aquí lagasolina es más barata que en los Estados Unidos.

Que les hablaran de“equilibrios macroeconómicos” a quienes, a principios de sexenio,podían comprar ocho kilos y medio de frijol con un salario mínimo yahora no pueden comprar ni dos kilos y medio.

Que les volvieran ahablar de presidencias o gubernaturas del empleo a los cien mil nuevosdesempleados y desempleadas tan sólo en Ciudad Juárez. Ni continuidad en la política económica, ni continuidad en la guerraque los Estados Unidos quieren que peleemos por ellos.

En el centro dela política pública para el próximo sexenio deben estar todas lasvíctimas: las del terrorismo de Estado, como lo acaba de calificar elTribunal Permanente de los Pueblos, reunido en Ciudad Juárez, y las delas políticas económicas concentradoras de la riqueza y excluyentesdel bienestar de las mayorías.

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