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Lunes 21 de abril de 2025

Francisco trabajó para hacer que la Iglesia católica fuera más inclusiva


Los cardenales que elegirán al sucesor del Papa Francisco se enfrentan a una decisión crítica: ¿seguirán su camino hacia una Iglesia más acogedora, global y colegial o restaurarán el enfoque más doctrinario y tradicional de sus predecesores?

Éste será tema de intenso debate entre los cardenales, y Francisco deja tras de sí un legado complicado sobre el que discutir.

Las esperanzas iniciales de que un “efecto Francisco” haría que los fieles volvieran a las iglesias en su mayoría no se materializaron, pues la asistencia a la iglesia siguió cayendo en el Occidente secularizado, mientras que crecía en el Sur global.

Aunque Francisco hizo avances considerables al abordar la crisis de abuso sexual en la Iglesia y abordó su turbia cultura financiera , el camino que puso a la Iglesia en el futuro será el tema más polémico.

Su disposición a debatir importantes cuestiones teológicas como el divorcio , la posibilidad de sacerdotes casados , la aceptación de parejas del mismo sexo y un mayor protagonismo de la mujer entusiasmaron a los católicos liberales tras más de tres décadas de papados conservadores. Sin embargo, muchos se quejaron de que Francisco solo puso en marcha un proceso que un sucesor menos reformista podría llevar a cabo, mientras que otros lo acusaron de diluir la doctrina de la Iglesia.

En muchos sentidos, Francisco aprovechó su mandato para cambiar el rumbo de sus predecesores, Benedicto XVI y Juan Pablo II. A pesar de haber sido canonizado por Francisco, Juan Pablo II fue duramente juzgado en un importante informe del Vaticano que demostraba su peligrosa ceguera ante el abuso sexual infantil en la Iglesia. Francisco buscó remediarlo y crear un espacio para el diálogo y la reflexión sobre ideas contradictorias en una Iglesia que durante décadas había silenciado la disidencia.

Eso no significaba que fuera un tipo fácil de vencer. Despidió o aisló a altos funcionarios conservadores, incluido el líder de la oficina de vigilancia doctrinal de la iglesia, por no adherirse a su programa.

Tras las declaraciones de Benedicto XVI que enfurecieron al mundo islámico , Francisco contactó a líderes musulmanes, a menudo en países donde su propia congregación corría peligro. Firmó importantes acuerdos con líderes espirituales musulmanes diseñados para reconocer los derechos de los demás y proteger a las minorías católicas vulnerables.

Pero todo el progreso que Francisco buscó en sus decenas de viajes al extranjero fue, en última instancia, menos trascendental que la formación de su propia iglesia. Nombró a miles de obispos y a más de la mitad del Colegio Cardenalicio, eligiendo a menudo a prelados que compartían sus prioridades de estar cerca de los pobres, acoger a los marginados y priorizar temas como el cambio climático.