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Viernes 14 de septiembre de 2012

La carta de Javier Corral

La misiva, dura como es, constituye un arranque para la reflexión respecto de lo que ocurre al interior del PAN.


La misiva, dura como es, constituye un arranque para la reflexión respecto de lo que ocurre al interior del PAN.

Días atrás leí una carta dirigida al Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, suscrita -según se dice- por el Senador Javier Corral.

La misiva, dura como es, constituye un arranque para la reflexión respecto de lo que ocurre al interior del PAN; y un punto de inflexión entre dos tendencias: Los que enfrentan los hechos como una etapa previa para poner remedio a la crisis interna que vive ese Partido; y los que buscan a toda costa un supuesto “recomienzo” que no pase por lavar sus culpas.

Los primeros lo tienen difícil; deberán enfrentar no solo verdades dolorosas que pondrán incómodos a más de cuatro, sino además, tendrán que hacer frente a los compañeros de partido empeñados en meter la cabeza en un hoyo, como hacen las avestruces, o en tapar su suciedad, como hacen los perros. Los segundos, no lo tienen fácil tampoco, atentos a que se puede engañar a unos pocos todo el tiempo o se puede engatusar a todos por un rato, pero no se puede engañar a todos para siempre: Es hora que algunos de sus líderes, los corruptos, los mentirosos, los traicioneros, los incompetentes, enfrenten la dolorosa verdad de sus hechos.

El despertar de los panistas es necesario no para terminar con la vergonzante impunidad que los asedia -y ni siquiera para salvar al Partido-; es solo que México los necesita más fuertes, más enteros, más lúcidos y más valientes que nunca.

Del escrito del Senador Corral, solo puedo decir que muchos de los hechos que apunta me constan; entre ellos, su defensa infatigable de la administración Calderonista en tribuna y fuera de ella; su crítica constante -y fundada- a las políticas públicas federales en materia de medios, especialmente en telecomunicaciones, radio y televisión; así como el enfrentamiento, a cara descubierta, a dos presidentes de la República, de origen panista, quienes, por decir lo menos, intentaron regalar parte del patrimonio nacional a quienes, hoy por hoy, se han constituido en los sepultureros de la democracia en México: Televisa y TV Azteca.

Pero no escribo estos párrafos introductorios para dar cuenta de lo evidente; es solo que necesitaba señalar que se puede intentar decir muchas cosas del Senador Corral excepto una: Que sea un cobarde. La propia carta es prueba de ello y desbarata el infundio. Usted Juzgue:

“Escribo enterado de los calificativos que vertiste sobre mí en la reunión con senadores del PAN el pasado 28 de agosto. Me llamaste cobarde por no haber ido a la reunión.


Te equivocas: dentro de los muchos defectos que tengo no está la cobardía.

Desde joven cuando no tenía ni nombre ni puesto público me enfrente al PRI y milité en la resistencia civil contra el fraude electoral de 1986; me he opuesto a los abusos de las televisoras que la han emprendido contra mí y a pesar de ello no me han doblegado; con absoluta franqueza te he dicho lo que pienso, en tu cara, no como otros. Nunca te he tenido miedo.

La razón por la que no asistí a la reunión fue para evitar tus exposiciones interminables donde tú monologas, no dialogas, sobre las maravillas de tu Gobierno y lo bien que hiciste todo, donde culpas a la campaña y al partido de la derrota pasada.

Fuera totalmente de la realidad estás diciendo cosas muy delicadas y sigues insultando a tus críticos, deberías cuidar tu investidura.

No es difícil comprender que tu malestar contra mi proviene de que he sido crítico de tu política en telecomunicaciones, radio y televisión; la he criticado frente a ti en el Congreso Nacional del Partido en agosto de 2009, al igual que lo he hecho en los medios y en el propio partido. Si alguien te ha dado la cara he sido yo.

También he reconocido la estabilidad económica, la infraestructura creada durante tu sexenio, y haber mantenido los programas exitosos de la pasada administración. He defendido tu administración tanto en artículos periodísticos como en la tribuna parlamentaria. He censurado las provocaciones de Fernández Noroña. No olvides esto. Aunque sé que en el fondo quieres incondicionales.

Al llamarme cobarde ante los senadores y estando yo ausente, te has pasado de la raya. Pero podemos aprovechar tu desahogo discutiendo nuestras diferencias cuando quieras, en donde quieras y ante quien quieras.

Los resultados de tus políticas están a la vista. El duopolio televisivo es hoy más poderoso que hace seis años y Peña Nieto es el presidente electo. No podrás negar que esa candidatura fue construida por Televisa desde hace varios años.

El partido ha estado perdiendo elecciones y uno de los factores fue la presencia de Peña Nieto apoyando al PRI. Tu debilidad ante Televisa se ha visto desde que eras candidato. ¿No te acuerdas de la Ley Televisa? ¿Cuál fue tu papel en su aprobación y cuál fue el mío ante tal intento de despojo a la Nación?

Este primero de diciembre le vas a entregar en San Lázaro la banda presidencial a Peña Nieto. La misma que recibiste de Vicente Fox. Un retorno del PRI es una amenaza que todos percibimos. Lo sabes bien, ese momento condensará como ninguna crítica o análisis, tu fracaso.

Tirar la piedra y esconder la mano eso sí es cobardía. No tener valor para decir lo que se piensa eso sí es cobardía. No ser congruente con lo que siempre se ha pensado y luchado, eso sí es cobardía.

Innegable es tu forma de tratar a los panistas, perdiste todo sentido de civilidad política. La falta de respeto a varios compañeros y a tus propios colaboradores, una rudeza innecesaria a quienes disienten de tus opiniones. ¿Y qué has logrado?: renuncias de Secretarios de Estado, expulsiones del partido, miembros que hicieron campaña no contra el PAN sino en despecho de ti. Las peores críticas a tu carácter, por cierto, la he oído en voz baja, en murmullos, de gente muy cercana a ti. Esa es la verdad inocultable. Eso no requiere mayor trabajo sino sólo ver cómo está el partido y buscar a los causantes de las divisiones.

Espérate a que conozcas la condición humana a partir de que dejes el poder y entiendas que lo que más te ha perjudicado eres tú, tu carácter colérico al que le gana el coraje en cualquier momento.

He dicho que por el bien del partido éste deberá defender tus logros y aprovechar tus talentos en los años por venir. Tú debes permitirle al partido que retome su rumbo. Que diseñe su estrategia de lucha de acuerdo a su interés propio. Porque el partido es de todos. Actuar de otra manera es jugar al jefe Máximo y no se lo merece el Partido. Déjalo volar como un día te recomendó Carlos Castillo Peraza.

En cualquier caso, discutamos lo que te agravia: tú tienes la palabra”.