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Domingo 10 de julio de 2011

Seguimos PRI…sioneros

Antes del año 2000 el clamor generalizado de nuestra sociedad era un reclamo en contra los abusos de un sistema político


Antes del año 2000 el clamor generalizado de nuestra sociedad era un reclamo en contra los abusos de un sistema político

Al ver un ser vivo expuesto a cualquier forma de sufrimiento, el instinto nos reclama una actitud de compasión para procurarle consuelo, buscamos la forma de evitarle la prolongación de su dolencia, reconocernos también vulnerables nos provoca una respuesta de empatía, se sensibiliza nuestra atención al movernos en su auxilio, esta es la más elemental forma de solidaridad que poseemos, procurarle protección al desvalido realiza nuestro propio instinto de conservación toda vez que intuimos una interdependencia con el resto de la creación

Ser testigos del sufrimiento ajeno nos coloca en una posición que nos permite tomar decisiones y realizar acciones de rescate con una mayor capacidad de maniobra, libertad y decisión que la víctima misma pues esta, por efecto de su condición de circunstancial minusvalía ve mermadas las capacidades que normalmente posee, el dolor y el miedo son condiciones que paralizan la voluntad y obnubilan la inteligencia, al aflorar los instintos básicos se opaca la capacidad de razonamiento y no es raro ver como un herido se resiste irracionalmente a ser curado aunque su inteligencia debería permitirle comprender que un poco más de dolor es necesario para eliminar su padecimiento.

Quienes practican la medicina frecuentemente experimentan la resistencia de sus pacientes que en muchos casos pretenden convertirse en directores de su propio tratamiento aún sin poseer los conocimientos para tomar decisiones adecuadas, incluyendo al sufrimiento moral esto se observa en las demás formas en las que alguien pueda resultar lastimado, este comportamiento provoca discrepancias entre quien requiere ayuda y quien pretende proporcionarla. Caso típico es el de esa enfermera que es agredida por su paciente o por sus familiares cuando le realiza una dolorosa curación, lo mismo sucede a los terapeutas, ministros religiosos, maestros, consejeros o padres de hijos adolescentes, en fin a todos aquellos que cumplen una función asistencial.

No quedan exentos de estos avatares los líderes sociales a quienes se les encomiendan los asuntos en el terreno de la política, cuando menos así les pasa a quienes pretenden cumplir con las obligaciones derivadas de su función, otros - bien lo sabemos - son tan indolentes en el desempeño como indiferentes a la crítica y en abono a la verdad debemos admitir que en nuestro país no estábamos acostumbrados a ver esa actitud en nuestros gobernantes, antes bien nuestra percepción había sido la de estar abandonados por las autoridades, más siendo esa la principal obligación del estado, quien no se esfuerce por cumplirla no puede justificar su permanencia en el poder

Debemos recordar que por ahí antes del año 2000 el clamor generalizado de nuestra sociedad era un reclamo en contra los abusos de un sistema político encabezado por el PRI, recordemos que la principal exigencia de la ciudadanía fue que el proyecto de gobierno que resultara triunfante en aquellas elecciones, asumiera su responsabilidad de combatir la impunidad en la que campeaba la delincuencia, así pues resulta que las acciones promovidas por el actual gobierno federal no son producto de una ocurrencia o de un capricho, ¡ASÍ LO VENIMOS EXIGIENDO! los ciudadanos ya hartos de ser impotentes víctimas de aquellos gobiernos penetrados por las élites delictivas, que aunque habiéndose vistos desbancados por aquel histórico rechazo electoral, no alcanzaron a ser nulificados del todo y desde enclaves de poder político, económico y mediático, hoy sabotean, desacreditan y entorpecen la labor gubernamental.

Con el doble lenguaje que los caracteriza, aquellos mismos dirigentes priístas hoy siguen jugando su taimado papel en el drama de la cruzada contra la delincuencia que valientemente sostiene el Presidente Calderón, aquellos aparecen ante los medios declarando preocupación por el sufrimiento inflingido a la población en medio de esta lucha, pero luego juegan a “tirar la piedra y esconder la mano” al patrocinar movimientos de reclamo contra ese gobierno que dicen apoyar pero que atacan en forma subrepticia a través de liderazgos dizque surgidos del pueblo para entorpecer la tenaz lucha contra esa delincuencia con la que - OJO - muchos miembros connotados del PRI y sus aliados conservan oscuros pero reales nexos en los que apoyan las finanzas de las ostentosas campañas electorales con las que construyen su regreso al poder.

En este contexto de ambivalencias, hace unos días asistimos a la discusión de un vecino de nuestra ciudad con un padre que al igual que muchos acusa a este gobierno de haber provocado la muerte de su hijo, ese resentido padre alegaba que si el gobierno dejara en paz a los narcos estos no andarían matando gente en las calles, que su hijo no andaba metido en ese “negocio”, que estaba platicando “nomás” con otros que si se dedicaban a eso…Lo primero que nos viene a la mente es lo absurdo de esta consideración pues entendemos que las mafias no van a resolver sus pugnas enviándose recaditos y flores, aunque ahora el gobierno dejara de intervenir, ellos ya desde antes traen su implacable dinámica de violencia.

El otro hombre le dijo al adolorido padre; “mire vecino, disculpe que se lo diga, pero el gobierno no tiene la culpa, la culpa la tiene usted que falló como padre, ¿Por qué no cuidó con quien andaba juntándose su muchacho?, ¿A poco usted no los conocía?, sabe perfectamente que los malandros no llegan preguntando si alguien se las debe ¡Esos agarran parejo!”… El llanto desconsolado en el que estalló aquel pobre hombre me dio a entender que la cruda afirmación le había pegado justamente en el complejo de culpa que no se atrevía a enfrentar y todo esto me dejó pensando acerca de los motivos que puedan tener quienes muestran tan poca comprensión hacia quienes nos están defendiendo del crimen.

Cuando sabemos que tal o cual vecino maneja ilícitos negocios y no lo denunciamos, cuando confraternizamos con la piratería que lava los dineros de los delincuentes, cuando votamos irresponsablemente por políticos de inconfesables filiaciones o peor aún, cuando no votamos por nadie y así les abaratamos sus estrategias de compra de votos a esos mismos narco-políticos ¿Cuánta culpa tenemos de lo que luego nos pasa?

En este escenario de hipocresías y dobles jugadas se da la comprensible pero inaceptable postura de Javier Sicilia y otros desconcertados ciudadanos quienes reclaman al Presidente Calderón haber provocado las muertes de sus familiares, es fácil entender que el dolor enajene su objetividad, la frustración de no poder vengarse de quienes los han herido los lanza contra quien si les da la cara. Que duro tener que decirles que estos asuntos no se arreglan con el estupor de sentimientos lastimados sino con decididas acciones razonadas, más duro aún tener la sospecha de que estos inconformes estén manipulados políticamente - peor aún - que alguien los obligue bajo amenaza o quizá simplemente acobardados por dolor y miedo prefirieran que las cosas sigan como antes para que otros sigamos siendo las víctimas, los que por no estar aliados con delincuentes y narco-políticos seguimos cautivos en esa ecuación, donde unos atracan a este país y otros somos sus PRI…sioneros. Aurelio Antonio Tiscareño