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Lunes 20 de junio de 2011

¿Y tú?

Un interesante cuento geométrico habla de un país en el que todo era plano y los habitantes vivían simplemente


Un interesante cuento geométrico habla de un país en el que todo era plano y los habitantes vivían simplemente

Un interesante cuento geométrico habla de un país en el que todo era plano y los habitantes vivían simplemente en dos dimensiones, el largo y el ancho; algunos reducidos a su mínima expresión de existencia, eran simplemente puntos marcados sobre una superficie, otros se habían logrado desarrollar en forma lineal y gozaban de tanto espacio como pudieran cubrir con su dimensión de longitud, por lo que siempre procuraban ser tan “largos” como pudieran y finalmente estaban otros que habían desarrollado una característica adicional pues además de ser “largos” se habían vuelto “anchos” por lo que conseguían apoderarse de mayor o menor extensión dentro de la dimensión que habitaban.

Siguiendo la ley natural del crecimiento, tanto los “largos” como los “anchos” estaban ocupadísimos en desarrollarse individualmente para acaparar así cuanta superficie pudieran de su plano planeta, aunque ello significara ir mermándoles espacio a los insignificantes puntos los cuáles se veían cada vez más arrinconados en las esquinas más alejadas de aquella inequitativa sociedad.

Más sucedió, como en todo paradigma evolutivo ocurre, entró en juego el factor de lo imprevisto, ese salto cuántico que dan de pronto las circunstancias – algunos lo llamamos “Mano de Dios” - y que reserva enormes sorpresas para los que piensan que las cosas serán siempre iguales y que paradójicamente son quienes con la rigidez de sus acciones, terminan por provocar el cambio que tanto temen. Así pasó en el planeta plano, pues como resultado de la desconsiderada expansión sin límite de los “largos” y de los “anchos”, al no quedar ya espacio para ellos, los “ínfimos” terminaron aventados unos encima de otros, amontonados e incómodos, aborreciéndose al darse cuenta de su insignificancia y renegando de la incomodidad de su hacinamiento.

Entonces ocurrió que presionados desde afuera por los acaparadores, tuvieron que apretarse y acomodarse tanto unos sobre otros que al hacerlo se vieron obligados a romper con las reglas planas de su mundo plano. Al cohesionarse en el reducido espacio que les quedaba, involuntariamente inauguraron un factor que los elevó por encima del horizonte conocido, al hacerse montón… adquirieron volumen y aunque perdieron su individualismo insignificante, adquirieron la configuración de un nuevo ente colectivo lo cual les facultó a tener una visión más elevada al percibirse unos en función otros.
Eso les permitió revisar viejos eventos desde una nueva perspectiva; por la cual asistieron, pero ahora desde una posición privilegiada, a un fenómeno poco común en su planeta plano.

Muy de vez en cuando sucedía que en la superficie de su mundo aparecía alguien que desconcertaba a todos porque hacía acto de presencia manifestándose primero como un simple punto pero luego se distendía en forma atípica, no lineal, pero expansiva, llamando la atención en forma poderosa y significativa en cuanto era manifestación de una forma diferente de existencia, pero luego, tan inopinadamente como alcanzaba su máxima expansión, empezaba a contraerse hasta el punto de volver a convertirse en un insignificante punto justo antes de desaparecer y dejar en todos los testigos, la inquietante sensación de que no todo es lo que parece ser.

Volvió a ocurrir un evento así, pero a diferencia de otras ocasiones, a algunos de los insignificantes les tocó presenciarlo desde cierta altura y desde ahí pudieron entonces constatar que uno de esos seres atípicos que ahora aparecía en la superficie de su mundo, no difería mucho de la nueva configuración que los “ínfimos” habían adquirido, pudieron identificar que al igual que ellos ahora, ese ser tenía volumen y que al emerger en la superficie, primero irrumpía en ella en un punto específico por lo que a los que permanecían planos les causaba la impresión de ser solo un simple punto. Más al continuar emergiendo sobre la planicie del horizonte, su volumen iba abarcando alguna superficie por lo que a los demás habitantes planos, les parecía verlo crecer en extensión, y al continuar moviéndose para ir más allá de los límites de ese mundo, les daba la impresión de irse encogiendo hasta desaparecer y justo en el momento en el que ya no podían percibirlo no era porque hubiera dejado de existir, era que simplemente había logrado trascender para elevarse libremente más allá de esa realidad.

Los “ínfimos” convertidos circunstancialmente en involuntarios testigos de aquella proeza, quedaron estupefactos ante ese inusual espectáculo y cuando vieron al ser trascendente elevarse cada vez más alto hasta perdérseles de vista, empezaron a preguntarse si acaso por haber sido incidentalmente arrojados a un nuevo estado de existencia, pudieran aspirar a completar un nuevo destino, podrían quizá tomar alguna decisión respecto a como seguir existiendo, elegir una de las tres opciones obvias que se presentaban a su toma de conciencia, a saber:

Sepultarse en una inútil y regresiva búsqueda de los orígenes, yendo a contraflujo de la evolución manifiesta en la emergente vida, que nunca reenvía su sabia a las raíces, sino a las esperanzadoras hojas que luchan por alcanzar la luz que las ilumina.

O bien, ceder a la tentación de utilizar el peso bruto dado a esa masa por su colectividad, instalarse en los parámetros ya dados para, empezar a disputar espacios en un mundo plano que no ve valores ni justicia más allá de los que practican los “largos” y los “anchos”. Ambas opciones implicarían traicionar el anhelo de trascendencia los límites que marca esa existencia apegada al tener todo lo que se pueda tener subordinándolo todo a la consecución de ese único fin.

Les quedaría sin embargo, una última y hasta ahora inexplorada posibilidad, que de hecho fue la que los hizo plantearse una necesidad de elección, El ejemplo de un “alguien” que entiende que primero se tiene que “ser”, como requerimiento indispensable de un legítimo llegar a “tener” cuando se quiera tener.

Para quienes hayan sido parias en un mundo acaparado por los “largos” y por los “anchos” no es válido jugar con las mismas reglas de las cuales se han quejado, si han sufrido en carne propia las desventajas de la exclusión, no les sería justificable entrar en la misma jugada, porque entonces no se daría una verdadera evolución del sistema ni con ello se contribuye a mejorar este mundo, simplemente se suplantaría el papel de los que antes ellos mismos criticaron y volviéndose con ello tan criticables como los primeros.

En nuestro mundo existen los “ínfimos”, los “largos”, los “anchos” y también de vez en cuando pasan “algunos” que son trascendentes y es como si hoy la vida nos preguntara a todos y a cada uno… ¿Y TU?
Aurelio Antonio Tiscareño