Bueno, bonito y balato

Estando en China me he dado cuenta de muchísimas situaciones. Ver a los orientales y convivir con ellos en el día me ha permitido darme cuenta de lo que la cultura define acerca de sus características de trabajo. Las horas hábiles comienzan a las 8:00 a.m. con un amplio correteo en las calles de la ciudad de Shangai: cualquiera que esta calle sea.

Dentro de los millones de chinos que corren y se mueven a lo largo y ancho de la ciudad, el día se va volando hasta las 11:30 de la mañana. A mediodía, el mundo de nuevo se integra a la calle para tomarse el tiempo indicado para la comida. En cada uno de los establecimientos en China se puede ver que es la hora de la comida porque desde el que vende celulares, hasta la oficina de boletos de avión tendrán a la dependienta con su plato de comida en una mano y cobrando con la otra.

Entonces viene la parte larga del día, que para los chinos podrá durar de las dos a las seis de la tarde o hasta la madrugada. A este preciso punto quería yo llegar acerca de la cultura de trabajo china: el horario de trabajo es una mera utopía. La cultura china desde que empezó con su crecimiento económico, se encuentra en un estado de competencia constante. Por el número de habitantes chinos, los productos y servicios tendrán muchos distribuidores y son extremadamente competitivos entre sí. Ganar un contrato para la confección de trajes ejecutivos o dar presupuesto para la venta de mucho producto, tendrá que ver con quien lo hace mejor, en el menor tiempo y al mejor precio.

Dentro de las experiencias de compra aquí en China, me he encontrado con el fenómeno de: si no le gusta el servicio, no lo pague; si no le sirve el producto, se lo cambio.

Raramente, la desconfianza es evidente al comprar productos en los mercados locales, pero siempre habrá esta política en que después de ser “peng you” (amigo) del vendedor, será importante hacerle ver a los clientes que son gente de fiar.

La perseverancia china para realizar todas sus actividades, se ve palpable al escoger cualquier mercado local para ir a regatear. Muchas personas cuando vienen de México y Latinoamérica, traerán consigo el miedo de ser timados por los chinos al cobrarles una playera, un juego de palillos chinos o una bolsa “fake”. Esta psicosis por no ser los que no hicieron un buen regateo, se volverá la lucha incansable en la experiencia de estar en China.

Lo curioso de todo es que ahí, donde se encuentra la gente que tiene mayores necesidades económicas y algunos de los cuales, venden ilegalmente copias de productos, son los que saben más idiomas y los negociadores más hábiles de toda China.

Desde “amigo, amigo”, “bonjour”, “finito price”, “no joking”, se comenzará el regateo que puede durar desde 2 minutos hasta 40. Los precios podrán bajar de 2300 RMB a 100 RMB que sería el precio a pagar por alguna bolsa copia de algún diseñador.

Pero, “¿cómo? ¿Cómo pretendes que le pague ese precio?” Me dijo en alguna ocasión una mexicana espantada de estafar a los pobrecitos chinos que viven de estas ventas.

¡Así de fácil! No ha existido aún alguien que te venda algo por el gusto de venderlo y no sacar ninguna utilidad. La perseverancia China para vender será la competencia directa de los millones de extranjeros que van al mercado a regatear la vida, para contar la experiencia en sus países de origen.

El “bueno, bonito y balato” será la persuasiva frase del Chino que después de darte precio de amigo, te venderá un lindo juego de té. La culminación de un buen regateo, o el reconocimiento de que aun siendo extranjero, sabes de precios locales, será ser premiado con la tarjeta de presentación del local y el vendedor en cuestión. Esto, porque no solo eres como un chino más que sabe precios y los defiende, sino porque les ayudas hablando de su mercado a los muchos extranjeros amigos tuyos.