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Algo De Nubes

Chihuahua, Chihuahua



Lunes 26 de mayo de 2008

Ciudad Juárez, lacerada y triunfante

No escapa la altiva y franca tierra del Norte de la psicosis y el terror que buscan generar con sus crímenes los narcotraficantes


Este fin de semana estuve en Ciudad Juárez, y me tocó presenciar dos escenarios contrastantes de su difícil momento actual. Me estruja mi tierra, entrañable en todas las facetas de mi vida; me duele su rostro lacerado ante la Nación por la violencia criminal de las mafias del narcotráfico, siento su corazón dolorido en las angustias de mi gente.

No se escapa la altiva y franca tierra del Norte de la psicosis y el terror que buscan generar con sus crímenes los narcotraficantes que ferozmente se pelean el control de esa plaza clave, principal plataforma de exportación no sólo de componentes eléctricos que se maquilan en la frontera, sino de toneladas de marihuana y cocaína que se empaquetan ahí y también consume un vasto sector de la sociedad norteamericana.

El viernes y sábado pasados la ciudad fue presa del miedo, las calles se observaron desiertas, los comercios cerraron temprano – se registró un decremento histórico en las ventas -, varios lugares de diversión no abrieron, se suspendieron eventos, se pospusieron importantes reuniones de negocios, y entre los cárteles que se reclaman traiciones hubo una nueva dosis de crímenes a su estilo. El fin de semana estuvo precedido por una serie de envíos de correo electrónico que advertían de esa nueva ola de asesinatos, entre ellos, dos policías más. 360 muertes violentas en lo que va del año. Por supuesto la gente se quedó en su casa.

Luego, en menos de que cantara un gallo, y en contraste fabuloso de su doble paisaje histórico, miles de juarenses salieron con ánimo alegre – brazos abiertos, banderas ondeando -, a festejar que el equipo de futbol Indios de Juárez pasara a primera división, luego de vencer al León en su propia tierra, en el torneo final de este domingo 25 de mayo. El triunfo de un equipo que los juarenses han hecho propio, de un deporte que la migración trajo y la ciudad va haciendo suyo – en el norte somos más beisboleros -, ha podido sacar de sus casas a una población literalmente asustada; de las casas en las que quietos, expectantes y aterrados los quieren tener los capos del narcotráfico.

Lacerada, la ciudad quiere triunfar sobre el miedo, porque en las épicas gestas de sus luchas permanentes, sabe perfectamente que cuando eso sucede la libertad comienza. Es lección de vida, pero también una clara lección para los gobernantes: en el valor de sus decisiones para enfrentar a los narcos y en la profundidad de sus respuestas a los problemas sociales, estará el éxito del esfuerzo que combate al mal y la injusticia para edificar el bien común. No es cuestión sólo de policías y soldados custodiando la ciudad, patrullando sus calles, se requiere atender además a una ciudad que lleva décadas reclamando un mejor trato en la repartición del ingreso fiscal, más obras de infraestructura y servicios públicos dignos, entre ellos, el del transporte. Una ciudad a la que durante mucho tiempo se le han negado los goces espirituales de la cultura, de la intelectual y la física, regateándole apoyo a sus creadores, artistas y a los promotores deportivos. No sólo de la maldad innata que habita en el hombre toma la delincuencia sicarios para sus horrores, los “rescata” del ocio, los construye en la pobreza, en la marginación, en el abandono, la humillación, en el contraste de una ciudad que posee algunas de las residencias más lujosas del mundo, rodeada de los cinturones de miseria más inexplicables, colonias populares aún sin el servicio de agua potable.

Ciudad Juárez necesita una mirada más profunda, que vaya más allá de lo militar y lo policiaco. Y por supuesto ser escuchados; la tradicional lucha contra el centralismo que se acuñó en la poesía coral desde que éramos estudiantes de la escuela secundaria, bajo una motivación especial del Profesor Rodolfo Machado que adaptó a nuestra realidad fronteriza un enérgico llamado: “México escucha: en algún punto cardinal del mapa, aprisionado por la geografía, en la desolación de tus fronteras, a la intemperie de cincuenta grados de un calor que florece algodonales, cerca del bravo que le corta el agua, lejos de tu interés, de tus sobornos y de tu torre latinoamericana, hay un pueblo que lucha y que trabaja, y envía los impuestos de tus lujos, aún haciéndole falta a su agonía, el agua que te sobra de la lluvia”.

Otro profesor, juarense que aportó luces brillantes y esfuerzos generosos a la construcción de instituciones educativas y culturales en el México posrevolucionario, Don José U. Escobar – que también fue atleta, orador y pintor -, escribió en 1923: “México asoma su ensangrentado cuerpo entre luminosas vibraciones intelectuales. Es necesario intensificarlas, convertirlas en radiaciones potentes y llevar hasta los espíritus más pesimistas el conocimiento de la capacidad mental y del sentimiento artístico del pueblo de México. Campeones de la cultura física – cultores de la belleza – dejaríamos de cumplir nuestra misión si no proclamásemos y defendiésemos al mismo tiempo la energía física y la fuerza intelectual”.

“Así organizados, regeneraremos los organismos debilitados y seremos un punto de apoyo para la inteligencia”.