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Jueves 7 de agosto de 2008

De condones y pena de muerte

Hay que entrarle a los temas sin ánimos fascistas, puritanos, fanáticos, pero tampoco irresponsables


Estos temas, como el de los condones y la pena de muerte, que para algunos pueden parecer aislados de la vida social y política, no lo son en realidad. Ambos tienen su referencia a un principio. Es decir, quienes no están de acuerdo en una sanción punitiva contra el delincuente que lo prive de la vida y quienes opinan diferente. Y en el caso de los condones, quienes creen que es una medida efectiva contra el sida y quienes no lo creen así.

Lo importante es entrarle a los temas sin ánimos fascistas, puritanos, fanáticos, por un lado. Por el otro tampoco abordarlos con un liberalismo irresponsable.Hay que verlos con ponderación.

Veamos lo del condón, que aparentemente es un recurso inofensivo para evitar el embarazo, en alguno de los casos, y el contagio del sida, en otro. ¿Realmente es así?

En estos momentos circula por internet un correo que habla de que en Uganda se lanzó una campaña de fidelidad y abstinencia, a todo lo que dá, y los resultados han sido fabulosos para evitar el contagio del Sida en la población, y está comprobadito en datos de salud pública. (Ver Yoinfluyo).

La fidelidad y la abstinencia tienen su sustentación en información natural, para no adentrarnos en aspectos de doctrina. Es decir, comer con moderación y balanceadamente no provoca daños al cuerpo, beber y divertirse con moderación tampoco, por lo tanto practicar sexo con la pareja cuantas veces se quiera y como se quiera, es bastante reconfortante y reparador. Si alguien se inclina por mas lo hace bajo su propio riesgo. Todo exceso es malo. Alguien dirá: ¿Y qué pasa con los chavos y chavas y los que no están casados? No pasa nada.

Aunque parezca rudo y un argumento extraño, las sociedades deben promover una sana castidad y autocontrol, acompañada del deporte y de la promoción de valores mas importantes. Si la juventud se entrega a los demás en obras de servicio social y demás es mas fácil llevar una vida con equilibrio sexual. ¿Y el condón como recurso para tener sexo? Sobre este particular yo difiero de aquellos grupos radicales que se lanzan condenando a los que ofrecen esta alternativa, porque si bien no es la mas eficaz, existirá en nuestro medio ambiente mientras nuestra cultura no vaya encontrando las alternativas reales de excelencia, donde se combina la disciplina, la hombría verdadera, los valores, el servicio a los demás, el amor bien entendido, la integridad de la familia...

Hay un argumento sencillisimo para quienes pretenden pasarse de listos en su mentalidad liberal. ¿Están dispuestos a que su hija adolescente coja con quien desee y a la hora que sea, siempre y cuando su parejita use condón? ¿Están dispuestos a que su hijo varón se lance a copular con alguna lagartoncilla mas experimentada? Si contesta afirmativamente entonces creere en su convicción liberal pero estaré libremente en desacuerdo.

A mis hijos (as) yo les he dicho que tuve varias novias antes de conocer a su madre y es muy gratificante saber que hubo respeto a la sexualidad de ellas, pero sin duda, la viví, dicha sexualidad, dentro de los límites en los que creía. Cuando me tocó terminar con alguna de ellas siempre expliqué las razones, aunque no me las explicaran a mí cuando me mandaron al diablo algunas otras noviecillas.

Por lo tanto, yo creo que el condón nunca será aceptado por la iglesia católica ni como método de control natal, ni para prevenir el sida ni para nada, pero ahí está. Tolerar es mejor que promover. Promover otras alternativas es mejor que el inmovilismo en que se puede convertir la tolerancia.

¿Y la pena de muerte? También hoy es tema en la opinión pública por la ejecución reciente del ciudadano mexicano en EU y por los delitos de secuestro y narcotráfico.

Recuerdo que cuando fuí estudiante de derecho fuí un investigador de este tema. Sabía bien la argumentación filosófica de Santo Tomás sobre el particular. Mi tesis profesional para recibirme de abogado aborda también mucho este tema. Yo era un convencido de la pena de muerte para los delitos graves de homicidios, parricidios, traiciones a la patria y demás. Incluso, recuerdo que en un exámen de Derecho Procesal Penal, donde me examinarían los abogados penalistas Rodolfo Acosta Muñoz, El Negro Morales y Joaquín Olivas, estaban tan de buenas y en sana camaradería, que cuando entre al exámen no me pidieron sacar una ficha para exponerla sino que uno de ellos dijo: Ya llegó el que propone la pena de muerte, ¡ Déjese cai compañero con esa teoría! Expuse mi teoría y creo que les gustó. Me dieron buena calificación.

Sin embargo, tiempo después, la vida y la sencillez de un argumento planteada por alguien sabio, que ni era abogado ni siquiera muy culto me haría rectificar sobre la pena de muerte. Dijo aquel hombre: La cárcel es mejor para alguien que comete un grave delito, siempre que sea una buena cárcel, que ayude al arrepentimiento, al perdón de si mismo y al encuentro con el ser infinito. Hoy sigo creyendo que lo que se necesitan son buenos sistemas carcelarios, buenas prisiones, que no sean nidos de operaciones delictivas dentro y fuera de los penales, que tampoco sean lugares infernales donde se atenta contra la dignidad humana. En un buen sistema penitenciario se paga el delito y se le devuelve al reo, o se le puede devolver, su reconciliación con la sociedad y consigo mismo.

Alguna vez un sacerdote me dijo que la mejor manera de readaptar a un reo es el perdón que le otorga el sacramento de la confesión. ¿Será?

La pena de muerte en nuestro país sigue siendo un sofisma, porque nuestra imperfecta democracia no ha conseguido que jueces, ministerios públicos y personal que labora en estos medios judiciales, presuman de excelencia en la honradez y honestidad de su trabajo. Tendríamos muchos condenados a muerte a través de juicios espureos y fraudulentos. ¿Acaso no vivimos a diario casos de corrupción que nos dejan helados?

Creo yo, finalmente, que una sociedad fiel y tolerante, aunque buscadora de alternativas para mejorar la justicia, es lo que mas nos acerca a una mentalidad con perfil democrático.