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Lunes 23 de agosto de 2010

Declaratoria de guerra

"Más recursos para inseguridad o más impuestos", fueron las temerarias palabras del presidente


"Más recursos para inseguridad o más impuestos", fueron las temerarias palabras del presidente

Por: Manuel Narváez Narváez
manuelnarvaezpan@gmail.com

"Más recursos para inseguridad o más impuestos", fueron las temerarias palabras del presidente a los legisladores federales. A punto de dar inicio a las discusiones del paquete económico 2011 y enmarcado en la recta final de su mandato, el titular del ejecutivo federal sentencia el último tramo de la administración que encabeza: Guerra o Impuestos.

El deseo de acabar con la calamidad del narcotráfico en México obligó al michoacano, enmedio de su trompicada toma de protesta y más con la quimica de la caja tóracica que con las neuronas, marcar su sexenio como la administración de la guerra contra la delincuencia organizada y el narcotráfico. A distancia de aquél inusual e histórico cambio de banda presidencial y más de 28 mil muertes despúes, el cierre de miles de negocios, el incremento de delitos graves como el secuestro y la extorsión, y la exposición pública de la corrosión policiaca en todos sus órdenes, la realidad es indeseablemente triste porque abre paso al dilema de si estábamos mejor antes que ahora.

Del deseo personal se transitó al YO rifo y controlo, desdeñando en el camino a las voces que oportunamente advertían equivocación en la estrategia y confusión entre los límites del sentimiento patriótico y la inteligencia militar. Ciertamente el debate lo centraron los herederos de la revolución en la inconveniencia de uttilizar a las fuerzas armadas en una guerra que consideran debe encarase con las fuerzas del orden público; sin embargo, la envergadura del problema y las atribuciones constittucionales, atribuyen la razón al comandante en jefe.

Pero la arrogancia presidencial no se detuvo sino hasta que los escenarios se extendieron de tres entidades en un principio a vastos territorios hoy en día. Ya no son Chihuahua, Sinaloa y Tamaulipas los campos de batalla, ahora el crimen organizado abarca con sus tentáculos los estados del centro como Morelos y Michoacán, del norte como Durango y Coahuila, y amplias extensiones de costas como el golfo de México y el pacifico. Sólo entonces fue que en los Pinos se acordaron de la existencia de núcleos representativos de la sociedad con la estatura política para legitimar la guerra, aunque al parecer ya es demasiado tarde porque el desdén y lo oidos sordos oficiales socavaron la tenue confianza entre los invitados de último momento.

Ni las muertes ni las explosiones alarmaron tanto al campo marte y el despacho presidencial como el reclamo de la clase empresarial y los dueños del capital, que hicieron entrar en razón al gobierno de la república. Los industriales pusieron sobre la mesa estadísticas donde se muestra que las únicas mermas en la estructura financiera se está dando en la empresas y el comercio legalmente establecidos y eso de que el 90% de las muertes corresponden al bando de los malos y los decomisos de drogas son abundantes, resultan insignificantes comparado con el daño colateral causado.

Convencido de que en esta guerra los aliados son muy pocos y porque la anodina clase política tiene puesta la mira en el 2012 así se hunda el país, la casa presidencial en un arranque de desesperación ataja que el ejército permanecerá en las calles hasta el último día de su mandato y amenaza con más impuestos si no se reorientan los recursos de programas sociales infructuosos sic, para mantener la guerra no declarada oficialmente.

Ya son 4 años de guerra que libra el presidente de la república, que no el Estado Mexicano por las razones expuestas, y los resultados son tan magros como incierto es el panorama en los próximos 2 años. Al parecer sólo le queda un camino al comandante en jefe de las fuerzas armadas: formalizar el estatus de sus acciones militares y presentar al Congreso de la Unión, conforme al art. 89, fracción VIII de la Constitución General de la República, la declaratoria de guerra a la delincuencia organizada, al narcotráfico y al narcoterrorismo.

P.D. A la Nación hay que dejarle muy en claro que se libra estamos librando una guerra contra la inseguridad, sólo así se podrá entender y comprender la situación y realidad actuales; sólo así conoceremos el nivel de involucramiento y amor por México de la clase política.