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Lunes 28 de enero de 2008

Del Hielo al Bambú

Miles de personas patinaban sobre hielo en el zócalo defeño mientras se construía una imponente estructura de bambúes


Miles de personas patinaban sobre hielo en el zócalo defeño mientras se construía una imponente estructura de bambúes

En el lugar donde siempre han soplado vientos de temperatura moderada, desde el pasado mes de diciembre y hasta hace poco menos de un mes, soplaron vientos intensos y fríos que lograron convocar a miles de personas diariamente a ese famoso lugar de la Ciudad de México, el zócalo.

Los helados vientos eran producto de la pista de hielo más grande del mundo que fue construida en el zócalo capitalino con el afán de brindar entretenimiento invernal a miles de mexicanos que únicamente lo conocían por televisión. La pista fue inaugurada a inicios de diciembre con la presencia de patinadores expertos de otros países y la presencia de autoridades y empresarios que la hicieron posible.

La pista de hielo se convirtió en un éxito y más por una sencilla razón: el acceso gratuito. El único requisito era hacer la fila, recibir su boleto para canjearlo por un par de patines y a disfrutar.

La pista de hielo recibía a los visitantes por turnos de 45 minutos donde podían entrar hasta 1,200 personas al mismo tiempo y eran asesorados por casi un centenar de instructores. La pista duraba en funciones doce horas, de las 10 a las 22 horas. Por lo que diario, la visitaban un promedio de 12,000 personas aproximadamente durante 43 días.

El zócalo capitalino se llenó de un invierno desconocido para muchos de sus habitantes y pudieron disfrutarlo a pesar de la criticas de los opositores al gobierno del Distrito Federal.

Y mientras miles de personas patinaban sobre el hielo que cubría gran parte del zócalo defeño, justo enseguida se construía una imponente estructura cuyo principal elemento, llamaba poderosamente la atención de los paseantes: gigantescos bambúes. Una pequeña lona, en ese entonces anunciaba el título “aquí se construye el Museo Nómada”.

Poco más de un mes después y para comenzar el 2008, una vez retirada la pista de hielo, se inauguró este singular museo con la presencia de Marcelo Ebrard Casaubón, su esposa Mariagna Pratts y Gregory Colbert. Este último responsable del contenido del Museo Nómada, cuya exposición fue titulada “Ashes and Snow” (Cenizas y Nieve).

La obra fotográfica que compone la muestra “Ashes and Snow” es el producto de un peregrinaje de 17 años por diversos países del mundo y es visualmente cautivadora. Lugares tan distantes y exóticos como Sri Lanka, Egipto, Etiopía, Namibia, Tibet, Nepal, Kenia o Birmania son algunos lugares en donde Colbert retrató sublimes momentos que dejan al espectador absolutamente impresionado, boquiabierto y por instantes aislados del bullicio de los miles de visitantes que intentan entrar o por las campanadas de la Catedral Metropolitana o por los cientos de autos que pasan por el zócalo. Las fotografías no solo logran congelar un momento, logran que el espectador interactúe en una armonía desconocida, en un equilibrio desconocido por nuestra lejanía, no con los países donde se tomaron las fotografías, sino con la naturaleza, con ese hábitat natural que nos empeñamos por destruir.

Los asistentes son abrazados por una convivencia increíble entre seres humanos y animales en su hábitat natural, sin presiones, sin amenazas, pura amistad que genera un lazo de confianza que permite una cercanía que sorprende al más incrédulo.

Ante la abrumadora respuesta que la exposición ha tenido desde su inicio hace poco más de una semana, Colbert declaró a los medios de comunicación que el público mexicano, “ha sido como un anoréxico que no se da cuenta de que no tiene hambre hasta que le ponen la comida enfrente, sólo que ésta (su obra) es para alimentar el espíritu humano”.

Colbert agregó, así como se ha preservado una pintura de Frida Kahlo o un escrito de Octavio Paz, la gente tiene que darse cuenta de que se debe cuidar la naturaleza y califica el lenguaje de su obre como universal, a pesar de sea hindú o egipcio, afirma que se entiende en todos lados porque, lo califica como amor y transformación espiritual.

Para entrar al Museo Nómada, por lo general se hacen de dos a tres horas de fila, salvo en fin de semana cuando la fila puede durar hasta cuatro horas de espera y darle una vuelta y media al zócalo. Hay gente que viene de estados vecinos y llega desde las cinco de la mañana para hacer fila y esperar entrar al museo lo más temprano posible.

El fotógrafo está más que complacido por la respuesta de su mensaje, su gran obra que por 17 años ha trabajado y le ha permitido conocer cientos de personas, animales y lugares. Colbert, durante este 2008, comenzará a trabajar en un proyecto donde viajará desde las Bajas Californias hasta Yucatán, con el afán de retratar la diversidad en nuestro país.

Así, el zócalo de la Ciudad de México, vuelve a atraer a miles de personas que entran y están hasta 45 minutos admirando la obra de Colbert, en el museo hecho de bambú, que en cada tanda soporta en su interior hasta 1,300 personas para que admiren las gigantescas fotografías en sepia y los fabulosos audiovisuales.

Así, sin ninguna crítica de por medio esta vez, el zócalo del Distrito Federal pasó del hielo al bambú.

Si visita la capital del país, aproveche un día para visitar “Ashes and Snow” dentro del Museo Nómada que estará hasta el 27 de abril y recuerde que la entrada es gratuita.

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