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Domingo 13 de enero de 2008

El Norte en elecciones

En México tenemos un año de nuevo gobierno, y en Estados Unidos pronto tendrán el respectivo cambio


En México tenemos un año de nuevo gobierno, y en Estados Unidos pronto tendrán el respectivo cambio

El proceso de sucesión presidencial estadounidense debe ser visto con detenimiento desde nuestro país por las implicaciones que tendrá para nuestra relación futura, que debe enfrentar los grandes rezagos en los temas bilaterales que hasta ahora no han podido resolverse.

La reforma migratoria sigue pendiente y cada día es más urgente que se replantee un esquema de relación entre ambos países, no sólo por la porosidad fronteriza, sino por las implicaciones que esta tiene para ambas naciones. Desde el sexenio foxista el tema se ha planteado como una de las prioridades de la agenda federal, pero eso no ha significado que se obtengan resultados tangibles.

Lo cierto es que las agendas bilaterales se resuelven con la voluntad de ambos países, logrando acuerdos de beneficio mayoritario; sin embargo, en el caso migratorio, los puntos de vista están muy encontrados, la divergencia de intereses y opiniones no ha permitido que se plantee una propuesta convincente para ambos, dando como resultado el agravamiento continuo de la situación migratoria.

En México tenemos un año de nuevo gobierno, y en Estados Unidos pronto tendrán el respectivo cambio, es un buen momento para volver a poner sobre la mesa este tema; en este sentido, el desarrollo de la contienda estadounidense irá marcando la pauta de la postura de cada uno de los candidatos respecto a nuestro país, y concretamente, a la reforma migratoria.

Demócratas y republicanos están valorando cada vez más el peso del voto migrante en su país, crean estrategias electorales para atraerlo, y los primeros han cultivado una simpatía expresa por este sector; sin embargo eso no implica mejorías reales, ni por ello se ha impulsado con mayor decisión los acuerdos para tratar el problema de la migración desde un punto de vista humanitario.

Es evidente que ambas naciones no han podido enfrentar exitosamente esta problemática, sea por las razones que sea, es fundamental que se propongan nuevos esquemas de solución, quizá empezando desde un nivel básico, regionalizando, se puedan conseguir soluciones parciales que abonen a una mejor convivencia migratoria. Si se crearan proyectos de relación de estado a estado, en donde, por ejemplo, Chihuahua hable con Texas y Nuevo México, California con Baja California, etc. quizá tendríamos posibilidades de solución que hasta ahora no hemos explorado.

Las ciudades fronterizas son puntos con dinámicas sociales muy concentradas en las que se pueden observar con claridad los conflictos entre ambas naciones, resulta lógico entonces que sean también los centros que impulsen soluciones, haciéndolas extensivas después a todo el país. Ciudad Juárez y El Paso, o Tijuana y San Diego, tienen la potencialidad de establecer relaciones propositivas.

Así, los estados de la frontera pueden comenzar a jugar un papel fundamental en el desarrollo de un acuerdo migratorio entre ambas naciones. En Chihuahua tenemos la posibilidad de ser la punta de lanza en esa actitud propositiva, como el estado con la frontera más amplia, localizada justo en el centro del mapa de la línea divisoria entre ambas naciones, tenemos la manera de contribuir, en la medida de nuestros atributos soberanos, para que el acuerdo migratorio nazca en las zonas en donde recibimos el mayor impacto del fenómeno. Es hora de empezar a hacer propuestas.

Soy Edna Lorena Fuerte, gracias por todos sus comentarios, sigan escribiendo por favor a ednafuerte@gmail.com