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Chihuahua, Chihuahua



Domingo 10 de julio de 2011

El mago

Érase que se era un país en el que las cosas marchaban al revés


Érase que se era un país en el que las cosas marchaban al revés

Érase que se era un país en el que las cosas marchaban al revés y en el que la gente hacía exactamente lo contrario de lo que decía, en el que se presumía de democracia y se sufría de dictadura, donde las mayorías votaban y las minorías gobernaban, donde se encarcelaba a los inocentes y se liberaba a los culpables, era un país lleno de riquezas pero sus habitantes eran pobres pues los dineros públicos se usaban para negocios particulares.

A ese país llamado Xicomé llegó una vez un mago, quien no pudo menos que preocuparse cuando vio que ahí le resultaría muy difícil ejercer su profesión, porque si la ocupación de los magos es trastocar la realidad y sorprendernos con cosas imposibles, a los Xicomanos, tan acostumbrados a convivir con el absurdo, ¿Cómo y con qué artificio llegar a impresionarlos?

Sus primeros tiempos los dedicó a evaluar posibilidades, afortunadamente para él traía aún la visión fresca de quien no hubiera nacido en ese país, porque si hubiera nacido en Xicomé donde al contrario de otros países en los que los niños abren los ojos en el mismo instante de nacer y lloran reclamando su derecho a tener un buen futuro, acá la usanza es que los Xicomanos nazcan con los ojos cerrados y luego desde pequeños los metan a escuelas en las que en vez de ayudarles a abrirlos, les enseñan a mantenerlos cerrados y los entretienen viendo hacia el pasado para que no avancen en la vida.

A este preocupado mago le sorprendió mucho constatar que en este país los que abren muy tarde los ojos son los ancianos y ya solo lo hacen para llorar como niños desamparados, porque dentro de la lógica torcida que aquí se maneja, en esta tierra no se le reconocen méritos ni se atiende a quienes hayan dedicado toda su vida a servir a la sociedad, antes bien se rinde toda clase de honores y se brinda toda clase de PRIvilegios a quien es en vez de ser servidores de la comunidad se han dedicado a servirse de sus cargos para beneficiarse a sí mismos.

Nuestro mago quiso conocer más a fondo la curiosa forma de vida que aquí se estila y vio que en esta nación en vez de seguir el proceso normal de todos los pueblos que proviniendo de un pasado lleno de limitaciones e ignorancias para luego mediante una evolución natural ir encaminándose hacia el progreso, entendido este como la construcción de una cultura más desarrollada. Observó como los Xicomanos en cambio aunque presumen de tener mucha cultura ancestral, se les olvida que unos que los conquistaron se la cambiaron por espejitos patrioteros sin valor en los que no son capaces de ver más allá de si mismos para convivir civilizadamente pues una vez que han perdido su visión colectiva no se han ocupado en recuperar el verdadero acerbo cultural que sus antepasados les heredaron.

Siguiendo esa dinámica arrevesada de dar valor a lo que no lo tiene, es comprensible como los paisanos de este pueblo que vive suspirando por las glorias pasadas, todavía hoy siguen aceptando las baratijas que los astutos les canjean por lo verdaderamente valioso que todo ser humano tiene, que no es el pasado que ya no está al alcance, pero en cambio se le quita el derecho natural a decidir que tipo de presente se quiere vivir y que tipo de futuro se quiere construir.

Por cierto, digamos aquí que el protagonista de esta historia lleva un nombre muy común en esta profesión del ilusionismo, nombre que les ha sido dado por quienes han resultado embaucados por sus artificios, pues cuando estos logran reaccionar a los engaños, las víctimas de su poder de sugestión empiezan a referirse a ellos diciendo que son unos auténticos “Hijos de Can”; así pues, El Mago Canijo – que así lo llamaremos en adelante - empezó a entender que para poder realizar su vocación en este trastocado país debería escoger entre algunas limitadas modalidades que le garantizaran el éxito.

Ahora que las cosas están volteadas y para ser cantante es requisito poseer una voz horrible y ser insoportablemente desafinado, consideró que podría dedicarse a cantar mal las rancheras, así que exploró la posibilidad de dedicarse a cantar narco-corridos, esa curiosa forma de manifestación de la anti-cultura prevaleciente en estas latitudes, que proporciona fama instantánea y gran éxito económico a los que en lugar de enaltecer y loar a quienes practican las heroicas virtudes, en cambio se dedican a convertir en sujetos de la admiración popular a quienes más se empeñen en quebrantar la ley, en contravenir el respeto al derecho ajeno para destruir la paz mandando al diablo las instituciones que sustentan la convivencia… más tuvo que reconsiderarlo porque el asunto se puso peligroso ahora que las bandas rivales asesinan a los cantantes que les echan flores a sus rivales.

Su segunda opción fue la de convertirse en uno de esos empresario monopolistas protegidos por los subsidios gubernamentales, explotadores de los trabajadores y evasores de impuestos, a los que tanto consiente el sistema para coraje y sentimiento de los pocos verdaderos empresarios que luchan contra la corriente para subsistir en medio de las crisis, pero como también a estos magnates se les empieza a complicar el panorama pues las inmensas fortunas que ostentan despiertan la codicia de los delincuentes y aunque se gastan grandes cantidades en seguridad terminan por ser secuestrados y esquilmados en el mejor de los casos o están pasando a engrosar las estadísticas de los desaparecidos.

Pensó dedicarse al periodismo, porque aún permanece el mito de que es una jugosa profesión si se sabe utilizarla convenientemente para convertirse en el departamento de alabanzas incondicionales de alguna administración de gobierno en turno, pero primero tuvo que entender que en este país “el cultivo del chayote” no se refiere a ninguna especialidad agroindustrial sino a otro de esos torcidos conceptos en los que lo que debiera estar al servicio del derecho a la información del pueblo se vende al servicio del poder y ya andando en ese medio, entonces desde ahí como por contagio, Canijo visualizó la opción más conveniente.

Se dijo; soy prestidigitador, tengo la capacidad histriónica para engañar, egocentrismo suficiente para sustentar mi ambición, fácilmente elaboro discursos absurdos, soy indiferente a la crítica, estoy convencido de tener un destino manifiesto por encima de los otros mortales y así… finalmente Canijo al ver su imagen reflejada en el PRImer espejo que encontró, con una sonrisa que en otro país pudo haber sido simple autocomplacencia más en este se le convirtió en una mueca de cinismo, Canijo Porkirio - su nombre completo es ese – al fin asumió su verdadera identidad en el suelo de Xicomé. No, no hace falta ser mago ni adivino para entender que su historia no ha terminado, ahora se dedica a la política, porque al fin mago puede transformarse en cualquier candidato, quizás tú ¿lo identificas?... ¿o ya votaste por él?
Aurelio Antonio Tiscareño