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Viernes 9 de abril de 2010

Esperanza, belleza oculta

¡Que la expresión de nuestras voluntades llene las urnas!


¡Que la expresión de nuestras voluntades llene las urnas!

La tendencia hacia el bien y hacia la belleza es cualidad intrínseca al ser humano y por ello no podemos sustraernos al influjo de esta estación del año que es en si misma una apología de la esperanza, más las bondades a veces no son tan evidentes, por ello afirmamos que no necesariamente tiene que ser torcido, ni perverso aquello que consideramos misterioso u oculto, hay muchas potencias positivas que subyacen en el ánimo de las personas y de las situaciones, fuerzas muy poderosas duermen a veces enmascaradas bajo disfraces insospechados y sólo esperan el momento propicio para manifestarse espléndidamente.
La naturaleza misma es un perfecto ejemplo de ello y el inexorable ciclo de las estaciones es un recordatorio permanente de que la renovación es posible además de necesaria; Así como el desolado paisaje invernal cede el paso al asombroso renacer de la vida en la primavera, la historia del hombre ha conocido épocas siniestras para luego acceder a etapas deslumbrantes de bienestar y progreso.

Nunca podremos acostumbrarnos lo suficiente a la grandiosidad de los fenómenos que transforman la faz de la tierra y aunque no podamos explicarnos a cabalidad los porqués de los repentinos y sorpresivos efectos del resurgimiento de la vida, ante tal despliegue de magnificencia podemos ser muy elementales en su apreciación y renunciando a mayor compromiso, dedicarnos simplemente a disfrutarlos y a calificarlos genéricamente como milagros, como si su existencia fuera el resultado de un capricho de las circunstancias, más, si ahondamos un poco en la reflexión, podemos aumentar nuestra capacidad de asombro al descubrir que en realidad es consecuencia de un sabio plan perfectamente trazado, pues no hay nada fortuito ni accidental en el universo. Todo obedece a un proceso lógico de causa y efecto.

La generalidad de los seres humanos frecuentemente olvidamos que estamos insertados en ese proyecto vital y somos muy inconscientes acerca de las fuerzas que rigen nuestra existencia, presumimos mucho de ser los entes más inteligentes sobre el planeta y sin embargo muchas de nuestras acciones parecen contradecir este pretencioso presupuesto. El origen de esa soberbia es fácil de encontrar porque siempre nos comparamos con las formas de vida que nos rodean a las que consideramos inferiores porque ni siquiera somos capaces de entenderlas por no valorarlas correctamente. La depredación que estamos haciendo en nuestro entorno es argumento inequívoco de esta afirmación. El atentado brutal que estamos haciendo contra el medio del que depende nuestra existencia no habla muy bien de nuestra supuesta capacidad intelectual.

Este razonamiento tiene implicaciones que trascienden lo ecológico y siendo el aspecto político uno de los que mayormente influyen en nuestra calidad de vida, es válido establecer un paralelismo que nos ayude a discernir que a pesar de que hay poderosos intereses a los que conviene que se prolongue el sueño invernal en el ánimo de la sociedad, que continúe enterrado el ánimo de la población, que no despierten las fuerzas renovadoras que demanden el progreso y la realización de todas las gestas de las que somos capaces.

Pero así como llegado el momento nada detiene a la vida contenida en la humilde y anónima semilla, que ha permanecido enterrada y adormecida durante el invierno, así mismo nada detendrá la manifestación decidida y transformadora de nuestra sociedad chihuahuense, que ha permanecido aparentemente quieta y expectante ante las actuaciones de ese grupo que se ha hecho poderoso desde la oscuridad a costa de reprimir y engañar a la sociedad.

Así como la semilla sometida a estímulos y presiones naturales, porque la tierra la oprime, el agua la hincha y el calor del sol la hace reventar, así nuestra sociedad tan oprimida por las ambiciones, henchida por la indignación y desgarrada por la violencia, está a punto de manifestarse con toda su fuerza en contra de la adversidad que la presiona, para terminar con los tiempos de oscuridad a los que la codicia de unos pocos, ha sometido durante largos sexenios al bienestar de las mayorías.

Sorprendentes habrán de ser los resultados de los próximos comicios, cuando la semilla del voto sembrada en la tierra fértil de las urnas de la esperanza, germine en un robusto tronco de participación ciudadana, florezca en un maravilloso conjunto de cambios de las condiciones que nos rigen y dé, -cómo deseados frutos - la paz y el progreso de todos los chihuahuenses.

Habrá – eso si – que remover a las malas hierbas que sembró PRImero en nuestro estado ese grupo de enemigos sin patria ni sentido común, quienes mimetizados como si en verdad fueran parte de nosotros, se han aprovechado de la generosidad y paciencia de este pueblo, para hacer su mala labor sembrando discordias entre nosotros, cultivando corrupción entre ellos y evadiendo responsabilidades, dejándonos sus malos frutos ahora que se cosechan tempestades.

Se pone a prueba nuestra capacidad de respuesta, tendremos que ejercer nuestro derecho a una vida mejor y aunque existen propuestas negativas llenas de un pesimismo derrotista, que insisten en que nada puede cambiar, habremos de demostrar con hechos la validez de nuestra esperanza, más nuestra necesidad no encontrará solución si la expresamos con una rabieta infantil al descalificar a todo y a todos, no confundamos entonces las urnas electorales con botes de basura donde ir a desechar irresponsablemente nuestro único recurso válido para lograr el cambio que a nuestro estado le urge.

Enterremos si, los cadáveres de esas viejas administraciones que huelen a podredumbre y corrupción, ventilemos nuestro espacio con la frescura de nuevas formas de gobernar, dejemos de ser PRIsioneros de un viejo sistema que ya demostró suficientemente su incapacidad de responder a nuestras expectativas; y así como demandamos para nosotros mismos la oportunidad de demostrar lo que nos sabemos capaces de hacer, toca a otros que no nos hayan defraudado como lo han hecho estos de los que nos urge librarnos, la oportunidad de demostrar que pueden generar mejores condiciones de vida, pero para todos, no como hasta ahora para los que se ocupan PRImero y siempre de sus particulares intereses.

Porque no todo es muerte y destrucción en nuestra sociedad, los verdaderos chihuahuenses somos gente que sabe sobreponerse a la adversidad, ha llegado la hora de hacer surgir lo mejor de nosotros mismos, ante nosotros tenemos la oportunidad de la resurrección y sabemos positivamente esta no se dará por si sola, el milagro colectivo del resurgimiento de Chihuahua necesariamente será el producto de la suma de nuestras actitudes positivas y estas son nuestra responsabilidad individual. La gran pregunta es: ¿Tendremos suficiente dósis de ESPERANZA para comunicársela a los jóvenes? los hijos de todos nosotros quienes a fin de cuentas nos observan y más que palabras y argumentos, ELLOS NECESITAN TENER ESPERANZA, de hecho ya esperan que nuestros actos sean el ejemplo positivo que les enseñe a superar las adversidades cuando a ellos les toque enfrentarlas.

Tal como están las cosas, sólo cada seis años se nos presenta la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestro destino… La tomamos o la dejamos. Hay muchas personas que fervientemente votarán por el cambio, incluyendo la posibilidad de cambiar las condiciones que limitan los tiempos en los que podemos participar con nuestra capacidad de tomar decisiones, pero para eso se necesita sumar la mayoría de las voluntades, unos cuantos no pueden decidir lo que es de la incumbencia de todos. ¡NO DEJEMOS SOLOS ESOS VOTOS! ¡Que la expresión de nuestras voluntades llene las urnas!, porque tan abundante como sea la siembra, será la cosecha, para bien… o para mal, ESO DEPENDERÁ DE NUESTRA ELECCIÓN.