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Viernes 16 de julio de 2010

La autopsia del fénix

Los proyectos, como las personas, son manifestaciones de vida y por lo mismo son susceptibles de morir


Los proyectos, como las personas, son manifestaciones de vida y por lo mismo son susceptibles de morir

Los proyectos, como las personas, son manifestaciones de vida y por lo mismo son susceptibles de morir. La misma regla aplica a todo aquello que signifique concebir, sustentar y esperar ver nacer a una posibilidad, lo mismo puede tratarse de un bebé que de un sueño futbolístico y ¿porqué no? Hasta de un proyecto de gobierno como medio para realizar un ideal democrático.

En estos últimos días habrán logrado nacer o habrán muerto muchos bebés, en el mundial de futbol murieron muchas aspiraciones pero nació un nuevo campeón y en Chihuahua también tenemos un saldo de vencedores y vencidos como resultado de las lides políticas.
Los que albergan la esperanza de verse beneficiados con una pieza en el reparto de la nueva osamenta administrativa, han concentrado su atención en el proyecto de gobierno que se ostenta ganador y en cambio nadie se presenta a reclamar el cuerpo inerte del vencido.

Pues de la misma forma el la que solo sus anónimas madres recuerdan la pérdida del hijo que no alcanzó a nacer y así como la convenenciera afición ha perdido el interés en la selección nacional que se quedó – según costumbre – en el “ya merito” que parece haberse convertido en el lema por antonomasia de nuestro país. Así mismo sobre la plancha de la indiferencia popular, yace el inmóvil proyecto vencido, pero además de este, hay otro deceso que está pasando totalmente inadvertido, porque los “gurús” de mesa de cafetería están más ocupados en encontrar el “contacto” más proclive a brindarles acceso al “nirvana” sexenal de la administración en ciernes y por eso dejan su tradicional función agorera para que los pocos verdaderamente serios analistas políticos se den a la triste tarea de revisar la rutina de las causas que impidieron que llegara a ver la luz el fallido intento opositor.

Si para ellos valiera la humilde opinión de quienes hayamos sido testigos presenciales del evento, comparto mi punto de vista con el propósito de ahorrarles el esfuerzo deductivo aplicado a situaciones hipotéticas, quizá en vez de eso debieran aplicarse a tomar medidas eficaces para prevenir causas en vez de un estéril ejercicio de recuento de los daños.
No busquen causas naturales en lo acontecido, antes bien tomen los testimonios de quienes desde diferentes trincheras podemos dar fe de como se cometió este asesinato por consigna al que se le pueden adjudicar todos los agravantes, pues hubo premeditación, alevosía, ventaja y hasta se notó el ensañamiento.

Estemos conscientes de que esta aseveración – dicha por quien fuera – en otras épocas hubiera restallado como trueno sobre la sensibilidad ideológica de los politólogos e inclusive para el resto menos quisquilloso de la opinión pública, más hoy insensibilizados como ya lo estamos por tantas estridencias, a lo mucho arrancará solo un bostezo de parte de uno que otro lector acostumbrado a desayunar, comer y cenar la morcilla amarillista que nos recetan cotidianamente los medios. Total... un muertito más ¿ya a quien le importa? Y menos si ni siquiera lo conozco, por lo que lo más probable es que vaya a dar sin pena ni gloria a la fosa común.

Aún así debo darles la noticia; señoras y señores, con gran pesar les comunico que murió Doña Democracia, ese personaje de la vida nacional que ya nos resulta tan mítico como la leyenda de “La Llorona”, a la cuál todos aseguran haberla visto, pero nadie es capaz de presentar pruebas fehacientes de su existencia.
Fue arteramente asesinada y hubo múltiples testigos, el clamor de unos cuantos que quisieron defenderla, fue acallado por el griterío salvaje de sus victimarios.
La imposición, la difamación, el contubernio, el acarreo, la compra de votos y la venta de conciencias, la intimidación a los votantes, la violación a los topes de campaña y hasta la aceptación de patrocinios de hampones, fueron la turba que la asaltó y la ultimó.

Pero el más cruel de todos sus verdugos, fue la indiferencia de quienes dicen amarla y a pesar de ser mayoría sin embargo la dejaron morir sin hacer nada para defenderla, siendo este un acto de cobardía inimaginable en un país que presume de valiente.
Si fuera cierto que la omisión es una forma de pecado y si toda culpa se hubiera de expiar con penitencia, tendremos por ello otros largos seis años para asimilar las consecuencias.

Pero como en todo los actos violentos existen efectos colaterales no calculados, esa ciudadanía que fue testigo indolente, pronto empezará a percibir esas influencias.
“Paranoia”, sería el diagnóstico más adecuado para describir el estado anímico que priva en nuestra sociedad, ya que los individuos se sienten atrapados en un mundo irreal en el que no tienen control alguno de las situaciones que los afectan, donde su capacidad racional se encuentra enajenada y confundida por el bombardeo mediático con noticias triunfalistas que contradicen la percepción que sus propios sentidos le aportan directamente de la realidad.

Este ambiente de pesadilla, es el insano caldo de cultivo en el que se fermenta el peligrosamente virulento “Síndrome del Peje” que como mala “influenza” se esparce y contagia a todos los individuos en nuestra patria que como primer síntoma de gravedad, presentan escalofríos y delirios de persecución porque se sienten víctimas de un “compló”, por lo que reaccionan volviéndose desconfiados y resentidos en contra de todo y de todos volviéndose tan agresivos unos con otros que hasta se llega a confundir estos síntomas con los de la rabia cuando se lanzan en contra de los que consideran sus agresores.

Un chiste viejo cuenta que en cierto país un individuo es atropellado y muerto a cada minuto, a lo que un gallego contesta “¡pardiez, pobre tipo, pero mira hombre... que afán de morirse tantas veces!”
En nuestro país esto ya no causa risa, antes bien nos hace sentir escalofrío en el occipucio, porque sabemos que ese individuo si existe – aún – y se llama Democracia, que a pesar de haber sido repetida y arteramente asesinada en cada jornada electoral, también ha sido resucitada, aunque con vida artificial, porque es necesario que en cada ocasión resurja de sus cenizas como el mítico Fénix, pues si ella no da muestras de vida, su lugar será ocupado por una intolerante villana llamada Anarquía.

En esta como en todas las anteriores ocasiones, el IFE y su versión “similar” el IEE, que son los supuestos Directores de la puesta en escena , de cara al teatrito que deberá montar para los comicios electorales del 2012, deberían asegurarse de poner en escena a la verdadera protagonista para que cumpla su papel en la obra, porque el público ya hace tiempo ha dejado de creer en esas malas actrices emergentes con las que la vienen sustituyendo, que por camaleónicas nos resulta imposible identificarlas y que por su “chafa” actuación pueden representar cualquier cosa... menos a la auténtica e insustituible Democracia. Anhelando su resurrección; a manera de un “hasta la próxima”, les dejo aquí mis sentidas condolencias al resto de los que somos su reducida familia