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Viernes 8 de mayo de 2009

Lo bueno de lo malo de la Influenza

¿Dónde radica pues la solución para que los políticos y la política no hagan de las suyas?


Circulan muchos sofismas envidiosos de la política y de los políticos. Por ejemplo, escuchaba en un programa radiofónico de Oscar Mario Beteta a la columnista, de toda mi admiración, Denisse Dresser, y a otros invitados, sostener la tesis de que los partidos políticos y los políticos tienen atrapada a la ciudadanía, a la que no toman en cuenta para nada., Por ello, decían, urgen procesos de ciudadanización. Los ciudadanos tenemos que ser mas activos para no perder los espacios que nos roban los políticos. Y cosas e ideas por el estilo, afirmaban.

La idea no es mala si no estuviera tan mal enfocada, ya que tan ciudadanos son los miembros de partidos políticos como los que no lo son. Es mas, en cierto sentido la pertenencia a un partido político obliga, para tener un cierto respeto en la institución, a trabajar por lo menos en tiempos electorales. En cambio, en la sociedad civil, hay muy pocos movimientos organizados, eficientes y eficaces. Analice esto y vea el sector de los intelectuales, los escritores, los académicos, los periodistas, los artistas... y se sorprenderá que no hay grandes instituciones que impulsen tales o cuáles cambios en la vida política de México. No quiero afirmar que haya una completa inactividad sino que no son parte de un proceso de calidad que impulse grandes cambios a la democracia mexicana. Por supuesto, estoy convencido por otra parte, que sin las ideas de muchos intelectuales, polítólogos y demás los partidos políticos perderían toda referencia para poder transitar a mejores estadios para la sociedad.

¿Dónde radica pues la solución para que los políticos y la política no hagan de las suyas? Previo a contestar esto, yo aseguro que si los partidos políticos dejarán de ser liderados por los que actualmente están y se ciudadanizaran con hombres y mujeres de la sociedad civil, en un lapso relativamente corto tendríamos los mismos problemas. ¿Que tienen de especial ciertos ciudadanos que no lo tengan los líderes de partidos políticos? La única diferencia real es que unos administran el poder y los otros no y en el momento que tuvieran que administrarlo exponencialmente aflorarían los grandes defectos de su naturaleza, igualmente humana.

La solución pues está en una gran máxima de Vasconcelos, que hoy cobra vigencia ante la gran crisis de valores en la política: La sociedad y la educación deben forjar hombres. Y ello supone, y esto es de mi cosecha no de Vasconcelos, que la familia, las iglesias, la escuela y la actividad laboral, deben formar hombres antes que ciudadanos o profesionistas. Hombres exitosos y con visión de trascendencia, antes que eficaces profesionistas, científicos, académicos o lo que sea. Es tan sencillo como esto: un buen hombre hace que una familia sea feliz y se realice. Será un buen proveedor en el sentido amplio de la palabra, dará seguridad, amor, confianza, estímulo, bienestar, ejemplo, etc. Un hombre cucho en su formación tendrá aportes muy limitados.

Expuesta esta idea, creo que la influenza ayudará un poco a que la política tenga mas calidad en el proceso electoral y ojalá ese modelo nos sirva para el futuro a los ciudadanos de los partidos y a los que no pertenecen a los mismos. La influenza nos librará un poco de los candidatos populistas que reparten despensas o traen a una banda grupera para juntar a miles de personas y ganar las voluntades. Ahora tendremos en este proceso a candidatos que para convencer tendrán que exponer con toda claridad sus proyectos. Y esto tiene una cosa muy buena porque muchos de ellos tendrán que usar la visita personal y el internet para posicionarse y el electorado los conocerá mejor.

México tiene que dejar de ser un país que puede ser encantado y seducido por el populismo, por el chambismo, por la compra de votos, por el impacto de los medios que como decía el viejo político Tulio Hernández, pueden convertir a un hombre feo en una guapura y símbolo sexual.

Un reto será saber si el ciudadano que vota irá a las urnas sin tanta concentración y faramalla. Si tuviéramos un nivel de abstencionismo grave quiere decir que nuestro pueblo sigue siendo inmaduro. Si al contrario, responde a las ideas y a las propuestas de los candidatos, tendremos motivos para estar felices. Y los miembros de los partidos políticos, lo mismo que los críticos de los partidos políticos a que nos referimos al principio, estarán felices también.

Algo bueno pues nos está dejando lo malo de la influenza. Y eso sin comentar que cuando menos nos está creando el hábito de lavarnos las manos y de practicar siempre buenos hábitos para la prevención. También eso le hacía falta a nuestro despistado y valedor pueblo. No hay mal que por bien no venga, ¿No cree?