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Lunes 20 de octubre de 2008

Logros subjetivos

Debemos ser subjetivos para ser felices. Recrear al mundo desde nuestro corazón


Podría citar, hablando de logros, algunos datos vertidos a la opinión pública en las últimas semanas, correspondientes a informes gubernamentales. Sin embargo, lamento desilusionar a aquellos asiduos lectores políticos para hablar de un tema un tanto más profundo: la objetividad.

La objetividad, fue definida hábilmente en una conferencia a la que asistí en fechas recientes. El ponente, un reconocido periodista de la televisión mexicana, hacía referencia a una cobertura de guerra en la que participó años atrás. En aquel momento nos situó con cámara en mano, en Oriente Medio. -"En el periodismo, hay un compromiso de ser objetivos con el manejo de la información, no manipularla ni alterarla. Pero aún si en ese contexto transmitieramos objetivamente una escena, ya estaríamos dejando de lado otras muchas, que nuestra cámara no puede captar al mismo tiempo".

Quizá suene confuso, pero es real. Por más que nos esforcemos en ser objetivos al transmitir una idea, al relatar algún hecho, las palabras llevan ya nuestro punto de vista, nuestra perspectiva. Lo cual es sano, natural y a la vez puede servirnos en el constante camino hacia la felicidad.

Porque si percibimos la felicidad como fin, será aún más difícil de encontrar. No imagino una situación en que se pueda afirmar "estoy en la felicidad", más bien, podemos decir, "me siento pleno, soy feliz, porque tengo..." a la familia, a los seres queridos, un buen trabajo, salud, etc. Y a la vez estos elementos que brindan felicidad, son subjetivos también. Porque para alguno pudiera materializarse en una gran residencia, con amplio lujo, donde se puedan guardar los más valiosos anhelos. Y para otros, se puede resumir en una pequeña casita blanca, en lo alto de la montaña, rodeada de verde, en la quietud de la nada, donde el sol brilla, las nubes cantan y el mundo se desdibuja ante una paz silenciosa y personal.

Debemos ser subjetivos para ser felices. Recrear al mundo desde nuestro corazón, y sentirlo con los ojos. Palpar que los únicos límites posibles son nuestras fuerzas, para deshacer los miedos que consecutivamente nos roban la voz y nos hacen callar ante la realidad.

Porque nos han vendido la idea de que la felicidad se consigue en envases caros, con etiquetas de colores y hasta con "abre fácil", pero en el fondo sabemos que las marcas no son suficientes, que hay algo más.

Por ello, cuando cierres los ojos y veas con claridad esa pequeña casita que, a pesar de ser modesta, es completamente tuya, segura y objetivamente: serás feliz.